250. Barrancos de Valsorda y Rivacote (Montes Obarenes)
near Cubilla, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 58 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 526 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Ahora sí que era una ruta de última oportunidad. Para el otoño; este otoño.
Se estaban yendo las hojas. Almohadillando el suelo también adornan, pero su multicolor se apaga enseguida y se diluye en un desmayado marrón.
En el ‘blog’ “Sendas de Burgos” (de Angel; ‘Angelbur’ en Wikiloc), habíamos leído sobre los hayedos de los barrancos de Valsorda y Rivacote: https://sendasdeburgos.blogspot.com/2022/11/barrancos-de-la-valsorda-y-rivacote.html
Se sitúan esos barrancos en las estribaciones nororientales de La Verdina, entre las localidades de Encío y Cubilla de la Sierra. Frente al cordal del Humión-Mancubo, por el norte. Todo ello en los Montes Obarenes.
El autor aporta bellas fotos otoñales y una sugestiva descripción. Altos, para contemplar las panorámicas de este lugar entre sierras. Y hayedos, para apreciar el cambio estacional.
En contrapartida, el autor avisa en su resumen inicial y luego lo enfatiza en la ficha final:
“El trayecto no está señalizado y son muchos los cruces…, …es estrictamente necesario utilizar GPS para no extraviarse…”. Y luego: “Dificultad Alta. Prácticamente todo el recorrido es por terreno agreste y sin señalizar. Orientación Difícil. Llevar GPS”.
Eso, más la mención de “un gran cerramiento metálico”, que podría obligarnos a “regresar por el mismo itinerario, ya que no hay posibilidad de vadear esta valla”.
Todo ello me alertó y me hizo dudar sobre si afrontar la ruta o no. De esa información hacía solamente un año, justo. Imaginé que seguiría vigente.
Pero mis ganas de apurar los últimos resuellos otoñales; el que los terrenos agrestes y con difícil orientación ya no me asustan (‘¡pues deberían!’); y que autor dice: “…por fortuna pudimos traspasar (la valla), abriendo y cerrando un gran portón”….
…Todo esto pesó más en la balanza y disipó mis reservas, finalmente. Allá fui, pues. O debería decir, más bien, allá voy, porque lo estoy escribiendo un par de horas antes de salir.
No sé qué encontraré; no sé qué pasará. Ni en relación con los posibles riesgos y dificultades, ni tampoco sobre qué quedará ya de la belleza otoñal.
La incertidumbre (el no saber si…, qué, cuánto, cuándo, dónde…) es una fuente de ansiedad. Pero también es un estímulo, un acicate, un motor. Ya no hay vuelta atrás.
--“Vale, pero mira, por si acaso, y dado que esa valla queda cerca del final de la ruta, al menos empieza por el final…. Así compruebas si es viable el paso y evitas encontrarte en una encerrona (y vuelta al inicio), precisamente, al final”.
LA RUTA
De camino (rodando en carretera) hacia allí, mientras amanecía, Eolo movía rabioso las alas de los molinos. “¡Menos mal que allá arriba no tendré que crestear! El alto es llano y firme”.
A lo lejos, al otro lado, por el sur, la silueta de la Sierra de la Demanda se recortaba entonces oscura. A la vuelta, después, destellaban sus capuchas blancas; recién nevadas.
Seguí la guía de ‘Angelbur’ en Wikiloc: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/barrancos-de-la-valsorda-y-rivacote-118741445 .
Ahora bien, hice el recorrido a la inversa: ...por si acaso lo de la valla de marras…; que la aventura no tiene por qué llevarse mal con la cordura. Además, así afrontaba las mayores pendientes en la subida y lo más tendido en la bajada.
Llego a la valla y el portón, a 500 metros del inicio. Parece infranqueable. Inspecciono. Hay un pestillo metálico y una cuerda. Destrabo y desato. Abro, paso, y dejo todo como estaba.
Enganchada al portón hay una hoja de papel en una sencilla funda. Así, a la intemperie. Deslucida. Pongo la lupa. Descifro. Escrito a mano: “Por fabor. Cerrar. Vacas sueltas. Gracias”. (Aporto foto; 'waypoint' 2). Me enternezco. Empatía y solidaridad.
Se aborda el ascenso por un camino borroso, con espesa vegetación hasta el km 2, entre hayedos. Desciendo ligeramente (km 3) y encaro la subida definitiva hasta el alto de Cabezas (km 4,3, primera cima; 4,8, segunda; tiene dos).
Desde allí, iniciando el descenso, entramos en un pinar (500 metros). Es la parte más complicada de la ruta, en términos de orientación y también de maleza (nada que asuste).
En el km 5,5, un camino baja de los montes de La Verdina hacia Cubilla de la Sierra. Un paseo en delicioso declive y sin pérdida. Estamos en la majada del suave barranco de Rivacote.
En el km 7,8 dejaremos el camino por la derecha. Salto un par de vallas (por sendos pasos bien habilitados) y me adentro en una zona de praderas. Nos lleva hasta la carretera local (km 9,2) que une Encío y Cubilla.
Por ella avanzamos un km hacia el este. Ningún vehículo rodando (una docena aparcados; de cazadores). Pasarela entre dos sierras (Humión y Verdina), para admirarlas a cámara lenta.
En el km 10,2, salimos de la carretera por la derecha. Bajamos por un sendero hasta el fondo del barranco de Valsorda. Un vergel asilvestrado; con vegetación de ribera. En dos km nos dejará al pie del aparcamiento.
Posibles Dificultades:
Tras las alarmas y dudas iniciales, fue todo más fácil de lo previsto. Pero que nadie se engañe. Fue así con guía. De otro modo, sin ella, la orientación durante el ascenso y el inicio del descenso puede complicarse.
El terreno, sin ser siempre cómodo, es practicable. En el tramo del km 3,3 al 5,1 no hay sendero ni camino. Es puro monte montaraz con vegetación baja. En el resto, las condiciones son relativamente buenas.
El remonte hasta el alto de Cabezas, a pesar de haber elegido la pendiente más fuerte para subir (y luego la más liviana para bajar), no tiene grandes demandas ni fuertes repechos.
DESTACADO
Iba a la caza de los últimos reflejos otoñales en los bosques; el de hayas y el de ribera. También iba en busca de panorámicas de las sierras de La Verdina y del Humión, y del valle de praderas y dehesas al que mecen.
Había, además, un objetivo fuera de ruta, pero muy cercano: las ruinas del monasterio de Obarenes (abreviando). Había pasado varias veces por allí ‘sin tiempo’ para detenerme. “Esta vez no me lo pierdo”.
(1) El Final del Otoño:
Del variado colorido en la vegetación, prácticamente nada restaba ya. Sólo pinceladas en algunos arbustos del camino; o en la intensa vegetación de ribera, en la parte más baja del barranco de Valsorda.
Se mantenía el perenne verde oscuro de las encinas y los pinos; y también el vivo verde de las praderas. Pero eso no asombraba. Los robles, ya alicaídos, apenas proporcionaban contrastes cromáticos; sólo tonos desvaídos.
Las hayas, la estrella multicolor de la estación, habían consumido todas sus pinturas. Sólo les quedaban las raspas desnudas y algunas hojas marrones. Lo demás en ellas era gris; el color de su piel jaspeada en los troncos y las ramas.
Era lo que me temía, pero la esperanza…. Todo habría mejorado mucho con su acicalado chulapón. Sólo diez días antes, todavía estarían festivas. Será ya en la próxima temporada…. No me desilusioné. Había otros atractivos.
(2) Los Ambientes (gran variedad):
En la primera parte del trayecto (hasta el km 3) vamos inmersos en un denso bosque, mayormente poblado por hayas.
Después de un corto tramo flanqueados por encinas, salimos a monte abierto, con arbustos y plantas bajas. Así seguiremos hasta el km 5. Esta es la parte más alta y la más panorámica.
Desde allí, por el sur, al lado, tenemos las mayores elevaciones de los montes de La Verdina: de este a oeste, el pico Buey, la propia Verdina, el Cimero, el Cantoña, y La Maya, al final.
Hacia el oeste, peña Hiedra y el alto de La Encina, también al alcance de la mano, pero ya menos imponentes, más parejos en altitud respecto al alto de Cabezas, donde estamos.
El norte nos queda libre para dejar volar la mirada. Al otro lado del valle se despliega el brazo fuerte del Humión y su cuadrilla, de oeste a este: Yedrano, Talas del Somo, Humión, Flor, Horcada, y Mancubo.
Bajando de las alturas, tenemos la majada del barranco de Rivacote (desde el km 5,5 al 7,8). Un descenso plácido y sosegado a lo largo del bosque, también con hayas; más bonito incluso que el de subida.
Aún nos quedan por disfrutar dos ambientes muy diferentes. Por un lado, están las praderas del valle (del km 7,8 al 9,2); de nuevo espacios abiertos y con amplias vistas hacia ambas sierras (Verdina y Humión).
Por otro, tras el desfile por la carretera-pasarela, damos en las profundidades del barranco de Valsorda (km 10,2 hasta el final). Horadamos sus entrañas, pletóricas de vegetación, hasta el lecho del arroyo.
(3) Santa María la Imperial de Obarenes (fuera de ruta):
Un km y medio antes de llegar al inicio de la ruta, un corto (600 m) desvío en la carretera, a la izquierda, nos lleva al lugar donde se hallan las ruinas del monasterio de Santa María de Obarenes.
Se data su fundación en el siglo IX. Tras un período medieval de esplendor bajo la orden benedictina, tormentosos avatares (inundaciones, saqueos, incendios, exclaustración) han terminado con sus restos en una granja semi-abandonada.
Se mantiene en pie la fachada principal del monasterio. Algo queda de la iglesia. Destaca su portada gótica (siglo XIII) con arquillos trilobulados, dientes de sierra, florones…. El acceso al interior está bloqueado; por posibles derrumbes.
Allí, cubierto por enredaderas, el lugar conserva, un aire romántico. Decadencia, devastación y desamparo. Según con qué ojos lo mires, puede abatirte o erguirte. Tú decides.
[Nota: En el último 'waypoint' (número 39) he añadido 6 fotos del lugar, distante 2,1 km de la ubicación de dicho 'waypoint' en el final de la ruta].
ANÉCDOTA
Hoy, la ruta ‘tiró la casa por la ventana’ con las anécdotas. Elegiré dos. Me abrillantaron el día. Volví purificado. Terapia gratis.
(1) ‘Empezó la Cosa Fea’:
Aparqué y vi pasar una docena de coches de cazadores. No tardaría en oír tiros. “Cuando los oiga silbar por encima, yo al suelo. Pero ahora ¡adelante!”.
Antes, antes de salir de casa, como tarea previa ineludible en otoño, lo había comprobado: Oficialmente, ‘NO habría’ cacerías colectivas…. ¡Vaya, serán individuales! Pero haylas, pensé.
Nada más internarme en el bosque, intento fijar el primer ‘waypoint’. Pantalla del teléfono en negro. La flecha de Wikiloc no gira. Intento reiniciarlo. Ni caso. Bloqueado.
“Mal día para embarcarse”: Sin guía y después de los avisos de ‘Angelbur’ sobre las dificultades de orientación (ver PREÁMBULO). “¿Sigo?.... Parece arriesgado así”.
Esperé (‘desesperado’) más de 10 minutos. Vuelvo al coche. Me siento. Resucita. Todo parece funcionar. Enigmas. "¡Sigo!". Sólo algunos disparos dispersos. Lejanos. Entonces….
(2) ‘Cara a Cara’:
Ocho km después. Estoy ya bajando. Suenan más tiros, ahora cercanos. Me cruzo con tres andarines que suben. De allí proceden, pero no llevan escopetas.
–“¿Se puede pasar o Vds. están escapando de la refriega?”, les pregunto.
--“Nos hemos encontrado con dos cazadores. Están a la becada”, me dicen.
--“¡Ah!, con esa no hay peligro: se caza cuando pasan volando, altas; disparan hacia arriba. ¿No?”, indago dubitativo.
--“No, los perros las ahuyentan del suelo, así que los tiros pueden venirte horizontales”, dice uno.
--“Vaya cantando…, vaya cantando…”, me dice otro.
--“Para que me oigan los cazadores, supongo”, apostillo.
--“Las caza Vd. al vuelo”, bromea el tercero, aprovechando la jerga cinegética.
Nos reímos. Ellos se llevaron su sonrisa de alivio. Yo me quedé con la nerviosa: Marchando hacia ‘la boca del lobo’. Con el umbral del radar a flor de piel.
Al cabo (varios minutos después), tras una curva en el camino, tres perros vienen hacia mí. Les siguen dos hombretones; espigados como las torres de una catedral (gótica).
Sonrientes, campechanos; amables; noblotes y llanos en el trato. Como la buena gente de su tierra y de la mía. Como la buena gente de toda la vida.
Abren sus escopetas; considerados. Charlamos. No tienen prisa. Ufanos, me enseñan una becada. ¡En más de dos horas! Poca ‘recompensa’, pero se les ve contentos.
Me hablan de sus técnicas de caza. Mediante comunicación por GPS con los perros y sus señales de aviso. Alucino (‘Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad’).
--“¿Son Vds. vascos, no?”, pregunto ‘indiscreto’ al fin, al despedirnos.
--“🎶SíÍíÍ, de GuetAriaaA. ¿Cómo lo sAabe, pueEs?🎶”
(Juraría [yo] sobre el Libro Sagrado que dijo “pues”).
Adiós. Agur.
[Y luego dicen que los cazadores sólo dan preocupaciones…]
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 58 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 526 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Ahora sí que era una ruta de última oportunidad. Para el otoño; este otoño.
Se estaban yendo las hojas. Almohadillando el suelo también adornan, pero su multicolor se apaga enseguida y se diluye en un desmayado marrón.
En el ‘blog’ “Sendas de Burgos” (de Angel; ‘Angelbur’ en Wikiloc), habíamos leído sobre los hayedos de los barrancos de Valsorda y Rivacote: https://sendasdeburgos.blogspot.com/2022/11/barrancos-de-la-valsorda-y-rivacote.html
Se sitúan esos barrancos en las estribaciones nororientales de La Verdina, entre las localidades de Encío y Cubilla de la Sierra. Frente al cordal del Humión-Mancubo, por el norte. Todo ello en los Montes Obarenes.
El autor aporta bellas fotos otoñales y una sugestiva descripción. Altos, para contemplar las panorámicas de este lugar entre sierras. Y hayedos, para apreciar el cambio estacional.
En contrapartida, el autor avisa en su resumen inicial y luego lo enfatiza en la ficha final:
“El trayecto no está señalizado y son muchos los cruces…, …es estrictamente necesario utilizar GPS para no extraviarse…”. Y luego: “Dificultad Alta. Prácticamente todo el recorrido es por terreno agreste y sin señalizar. Orientación Difícil. Llevar GPS”.
Eso, más la mención de “un gran cerramiento metálico”, que podría obligarnos a “regresar por el mismo itinerario, ya que no hay posibilidad de vadear esta valla”.
Todo ello me alertó y me hizo dudar sobre si afrontar la ruta o no. De esa información hacía solamente un año, justo. Imaginé que seguiría vigente.
Pero mis ganas de apurar los últimos resuellos otoñales; el que los terrenos agrestes y con difícil orientación ya no me asustan (‘¡pues deberían!’); y que autor dice: “…por fortuna pudimos traspasar (la valla), abriendo y cerrando un gran portón”….
…Todo esto pesó más en la balanza y disipó mis reservas, finalmente. Allá fui, pues. O debería decir, más bien, allá voy, porque lo estoy escribiendo un par de horas antes de salir.
No sé qué encontraré; no sé qué pasará. Ni en relación con los posibles riesgos y dificultades, ni tampoco sobre qué quedará ya de la belleza otoñal.
La incertidumbre (el no saber si…, qué, cuánto, cuándo, dónde…) es una fuente de ansiedad. Pero también es un estímulo, un acicate, un motor. Ya no hay vuelta atrás.
--“Vale, pero mira, por si acaso, y dado que esa valla queda cerca del final de la ruta, al menos empieza por el final…. Así compruebas si es viable el paso y evitas encontrarte en una encerrona (y vuelta al inicio), precisamente, al final”.
LA RUTA
De camino (rodando en carretera) hacia allí, mientras amanecía, Eolo movía rabioso las alas de los molinos. “¡Menos mal que allá arriba no tendré que crestear! El alto es llano y firme”.
A lo lejos, al otro lado, por el sur, la silueta de la Sierra de la Demanda se recortaba entonces oscura. A la vuelta, después, destellaban sus capuchas blancas; recién nevadas.
Seguí la guía de ‘Angelbur’ en Wikiloc: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/barrancos-de-la-valsorda-y-rivacote-118741445 .
Ahora bien, hice el recorrido a la inversa: ...por si acaso lo de la valla de marras…; que la aventura no tiene por qué llevarse mal con la cordura. Además, así afrontaba las mayores pendientes en la subida y lo más tendido en la bajada.
Llego a la valla y el portón, a 500 metros del inicio. Parece infranqueable. Inspecciono. Hay un pestillo metálico y una cuerda. Destrabo y desato. Abro, paso, y dejo todo como estaba.
Enganchada al portón hay una hoja de papel en una sencilla funda. Así, a la intemperie. Deslucida. Pongo la lupa. Descifro. Escrito a mano: “Por fabor. Cerrar. Vacas sueltas. Gracias”. (Aporto foto; 'waypoint' 2). Me enternezco. Empatía y solidaridad.
Se aborda el ascenso por un camino borroso, con espesa vegetación hasta el km 2, entre hayedos. Desciendo ligeramente (km 3) y encaro la subida definitiva hasta el alto de Cabezas (km 4,3, primera cima; 4,8, segunda; tiene dos).
Desde allí, iniciando el descenso, entramos en un pinar (500 metros). Es la parte más complicada de la ruta, en términos de orientación y también de maleza (nada que asuste).
En el km 5,5, un camino baja de los montes de La Verdina hacia Cubilla de la Sierra. Un paseo en delicioso declive y sin pérdida. Estamos en la majada del suave barranco de Rivacote.
En el km 7,8 dejaremos el camino por la derecha. Salto un par de vallas (por sendos pasos bien habilitados) y me adentro en una zona de praderas. Nos lleva hasta la carretera local (km 9,2) que une Encío y Cubilla.
Por ella avanzamos un km hacia el este. Ningún vehículo rodando (una docena aparcados; de cazadores). Pasarela entre dos sierras (Humión y Verdina), para admirarlas a cámara lenta.
En el km 10,2, salimos de la carretera por la derecha. Bajamos por un sendero hasta el fondo del barranco de Valsorda. Un vergel asilvestrado; con vegetación de ribera. En dos km nos dejará al pie del aparcamiento.
Posibles Dificultades:
Tras las alarmas y dudas iniciales, fue todo más fácil de lo previsto. Pero que nadie se engañe. Fue así con guía. De otro modo, sin ella, la orientación durante el ascenso y el inicio del descenso puede complicarse.
El terreno, sin ser siempre cómodo, es practicable. En el tramo del km 3,3 al 5,1 no hay sendero ni camino. Es puro monte montaraz con vegetación baja. En el resto, las condiciones son relativamente buenas.
El remonte hasta el alto de Cabezas, a pesar de haber elegido la pendiente más fuerte para subir (y luego la más liviana para bajar), no tiene grandes demandas ni fuertes repechos.
DESTACADO
Iba a la caza de los últimos reflejos otoñales en los bosques; el de hayas y el de ribera. También iba en busca de panorámicas de las sierras de La Verdina y del Humión, y del valle de praderas y dehesas al que mecen.
Había, además, un objetivo fuera de ruta, pero muy cercano: las ruinas del monasterio de Obarenes (abreviando). Había pasado varias veces por allí ‘sin tiempo’ para detenerme. “Esta vez no me lo pierdo”.
(1) El Final del Otoño:
Del variado colorido en la vegetación, prácticamente nada restaba ya. Sólo pinceladas en algunos arbustos del camino; o en la intensa vegetación de ribera, en la parte más baja del barranco de Valsorda.
Se mantenía el perenne verde oscuro de las encinas y los pinos; y también el vivo verde de las praderas. Pero eso no asombraba. Los robles, ya alicaídos, apenas proporcionaban contrastes cromáticos; sólo tonos desvaídos.
Las hayas, la estrella multicolor de la estación, habían consumido todas sus pinturas. Sólo les quedaban las raspas desnudas y algunas hojas marrones. Lo demás en ellas era gris; el color de su piel jaspeada en los troncos y las ramas.
Era lo que me temía, pero la esperanza…. Todo habría mejorado mucho con su acicalado chulapón. Sólo diez días antes, todavía estarían festivas. Será ya en la próxima temporada…. No me desilusioné. Había otros atractivos.
(2) Los Ambientes (gran variedad):
En la primera parte del trayecto (hasta el km 3) vamos inmersos en un denso bosque, mayormente poblado por hayas.
Después de un corto tramo flanqueados por encinas, salimos a monte abierto, con arbustos y plantas bajas. Así seguiremos hasta el km 5. Esta es la parte más alta y la más panorámica.
Desde allí, por el sur, al lado, tenemos las mayores elevaciones de los montes de La Verdina: de este a oeste, el pico Buey, la propia Verdina, el Cimero, el Cantoña, y La Maya, al final.
Hacia el oeste, peña Hiedra y el alto de La Encina, también al alcance de la mano, pero ya menos imponentes, más parejos en altitud respecto al alto de Cabezas, donde estamos.
El norte nos queda libre para dejar volar la mirada. Al otro lado del valle se despliega el brazo fuerte del Humión y su cuadrilla, de oeste a este: Yedrano, Talas del Somo, Humión, Flor, Horcada, y Mancubo.
Bajando de las alturas, tenemos la majada del barranco de Rivacote (desde el km 5,5 al 7,8). Un descenso plácido y sosegado a lo largo del bosque, también con hayas; más bonito incluso que el de subida.
Aún nos quedan por disfrutar dos ambientes muy diferentes. Por un lado, están las praderas del valle (del km 7,8 al 9,2); de nuevo espacios abiertos y con amplias vistas hacia ambas sierras (Verdina y Humión).
Por otro, tras el desfile por la carretera-pasarela, damos en las profundidades del barranco de Valsorda (km 10,2 hasta el final). Horadamos sus entrañas, pletóricas de vegetación, hasta el lecho del arroyo.
(3) Santa María la Imperial de Obarenes (fuera de ruta):
Un km y medio antes de llegar al inicio de la ruta, un corto (600 m) desvío en la carretera, a la izquierda, nos lleva al lugar donde se hallan las ruinas del monasterio de Santa María de Obarenes.
Se data su fundación en el siglo IX. Tras un período medieval de esplendor bajo la orden benedictina, tormentosos avatares (inundaciones, saqueos, incendios, exclaustración) han terminado con sus restos en una granja semi-abandonada.
Se mantiene en pie la fachada principal del monasterio. Algo queda de la iglesia. Destaca su portada gótica (siglo XIII) con arquillos trilobulados, dientes de sierra, florones…. El acceso al interior está bloqueado; por posibles derrumbes.
Allí, cubierto por enredaderas, el lugar conserva, un aire romántico. Decadencia, devastación y desamparo. Según con qué ojos lo mires, puede abatirte o erguirte. Tú decides.
[Nota: En el último 'waypoint' (número 39) he añadido 6 fotos del lugar, distante 2,1 km de la ubicación de dicho 'waypoint' en el final de la ruta].
ANÉCDOTA
Hoy, la ruta ‘tiró la casa por la ventana’ con las anécdotas. Elegiré dos. Me abrillantaron el día. Volví purificado. Terapia gratis.
(1) ‘Empezó la Cosa Fea’:
Aparqué y vi pasar una docena de coches de cazadores. No tardaría en oír tiros. “Cuando los oiga silbar por encima, yo al suelo. Pero ahora ¡adelante!”.
Antes, antes de salir de casa, como tarea previa ineludible en otoño, lo había comprobado: Oficialmente, ‘NO habría’ cacerías colectivas…. ¡Vaya, serán individuales! Pero haylas, pensé.
Nada más internarme en el bosque, intento fijar el primer ‘waypoint’. Pantalla del teléfono en negro. La flecha de Wikiloc no gira. Intento reiniciarlo. Ni caso. Bloqueado.
“Mal día para embarcarse”: Sin guía y después de los avisos de ‘Angelbur’ sobre las dificultades de orientación (ver PREÁMBULO). “¿Sigo?.... Parece arriesgado así”.
Esperé (‘desesperado’) más de 10 minutos. Vuelvo al coche. Me siento. Resucita. Todo parece funcionar. Enigmas. "¡Sigo!". Sólo algunos disparos dispersos. Lejanos. Entonces….
(2) ‘Cara a Cara’:
Ocho km después. Estoy ya bajando. Suenan más tiros, ahora cercanos. Me cruzo con tres andarines que suben. De allí proceden, pero no llevan escopetas.
–“¿Se puede pasar o Vds. están escapando de la refriega?”, les pregunto.
--“Nos hemos encontrado con dos cazadores. Están a la becada”, me dicen.
--“¡Ah!, con esa no hay peligro: se caza cuando pasan volando, altas; disparan hacia arriba. ¿No?”, indago dubitativo.
--“No, los perros las ahuyentan del suelo, así que los tiros pueden venirte horizontales”, dice uno.
--“Vaya cantando…, vaya cantando…”, me dice otro.
--“Para que me oigan los cazadores, supongo”, apostillo.
--“Las caza Vd. al vuelo”, bromea el tercero, aprovechando la jerga cinegética.
Nos reímos. Ellos se llevaron su sonrisa de alivio. Yo me quedé con la nerviosa: Marchando hacia ‘la boca del lobo’. Con el umbral del radar a flor de piel.
Al cabo (varios minutos después), tras una curva en el camino, tres perros vienen hacia mí. Les siguen dos hombretones; espigados como las torres de una catedral (gótica).
Sonrientes, campechanos; amables; noblotes y llanos en el trato. Como la buena gente de su tierra y de la mía. Como la buena gente de toda la vida.
Abren sus escopetas; considerados. Charlamos. No tienen prisa. Ufanos, me enseñan una becada. ¡En más de dos horas! Poca ‘recompensa’, pero se les ve contentos.
Me hablan de sus técnicas de caza. Mediante comunicación por GPS con los perros y sus señales de aviso. Alucino (‘Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad’).
--“¿Son Vds. vascos, no?”, pregunto ‘indiscreto’ al fin, al despedirnos.
--“🎶SíÍíÍ, de GuetAriaaA. ¿Cómo lo sAabe, pueEs?🎶”
(Juraría [yo] sobre el Libro Sagrado que dijo “pues”).
Adiós. Agur.
[Y luego dicen que los cazadores sólo dan preocupaciones…]
Waypoints
Ruins
2,628 ft
39
Emplazamiento y ruinas del Monasterio de Santa María la Imperial de Obarenes (fuera de ruta; a 2,1 km del inicio/final)
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