Barranco de Luna y por la vera del río Santo (Albuñuelas y Saleres)
near Barrio de Fernán Núñez, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
En esta ocasión enlazo las localidades vecinas de Albuñuelas y Saleres, recorriendo en las cercanías de la última el espectacular Barranco de Luna (o de la Luna).
Aparco junto al cementerio de Albuñuelas (se llega desde la A-44 tomando la salida 153 para continuar por la GR-3208) y sigo carretera adelante hacia el Barrio Bajo, por el que callejeando abandono el núcleo urbano por un camino rural hormigonado; por aquí discurre el GR 7 en su tramo Albuñuelas-Saleres (este Sendero de Gran Recorrido, que desde Andorra llega al Estrecho de Gibraltar siguiendo el levante peninsular alejado de la costa, fue el primero de este tipo señalizado en España, a partir de 1974). Por esta pista, entre olivos y sobre todo cítricos (además de otros árboles frutales), en poco más de dos kilómetros y medio entro en Saleres, una de las tres poblaciones (junto con
Melegís y Restábal -sede del ayuntamiento) que desde 1972 componen el municipio de El Valle.
Subo por sus estrechas calles, algunas sin salida, que junto a sus patios, acequias y bancales remiten a su herencia musulmana. Las cuidadas flores y macetas que las adornan contribuyen a que este pequeño pueblo tenga un encanto especial, que pudo ser la razón por la que residiese en Saleres (desde 1991 hasta 2004) el ilustre hispanista irlandés Ian Gibson.
Saliendo a la carretera, subo por ella (dejando atrás el cementerio) unos 500 metros, para bajar a la entrada del Barranco de la Luna por un camino particular (con una importante pendiente final), señalizado como SL-A 287. Esta garganta de origen kárstico es uno de los tesoros geológicos de la provincia de Granada, que tiene su origen en la cuenca marina (un mar interior rodeado por montañas, principalmente Sierra Nevada) que cubría estas tierras: aquí se ubicaba la línea de costa en distintas épocas geológicas, formándose unos arrecifes de poca profundidad con corales, algas calcáreas, ostras y otros organismos marinos, allá por el Tortoniense Inferior, hace 11 millones de años (resultando en la gran cantidad de fósiles que se han encontrado en el barranco);
la erosión de los sedimentos depositados (por seísmos y lluvias torrenciales) fue labrando sus paredes (pueden verse las huellas del agua en ellas) a lo largo de millones de años.
El sendero de entrada SL-A 287 (inaugurado en 2021 junto con el de salida SL-A 286) acaba en el tramo del barranco (que no puede homologarse como sendero por el peligro de realizarlo en época de lluvias, no estando tampoco exento de desprendimientos). Nos vamos adentrando con precaución por la garganta, asegurando cada pisada (siempre que se pueda evitando las grandes piedras, muy escurridizas), sobre el fondo del antiguo mar (rellenado de rocas, arcillas…); es totalmente imprescindible llevar un calzado con buena adherencia y muy recomendable un bastón. También lo es realizar este tramo en descenso, ya que en subida no se tiene agarre en la roca pulida.
El recorrido por el Barranco de Luna es corto (el track en este tramo no es fidedigno en cuanto a su longitud), pero se debe hacer lentamente también para poder disfrutar de su belleza: su poético nombre quizá haga alusión a que el satélite terrestre se refleja en sus aguas o se adivina por entre sus altas paredes, aunque puede deberse a Antonio de Luna, que mandaba una tropa parte de la cual fue derrotada por los moriscos durante la Rebelión de las Alpujarras en los cerros entre Restábal y Albuñuelas (muriendo su capitán, un tal Céspedes, sin que Luna pudiese socorrerlo desde el otro lado del barranco).
Finalizando casi el recorrido por el barranco (el cual, desde Albuñuelas, se prolonga por todo el término de El Valle, uniéndose aguas abajo con el río Santo para formar el ízbor, que surtirá al embalse de Béznar), hay un par de saltos de agua algo más complicados de salvar (en el primero es de gran ayuda un palo encajado en la roca). Saliendo del cañón empieza el SL-A 286 (sendero de salida) en una estrecha vereda que sube hasta un carril, continuando por éste a la izquierda hasta alcanzar nuevamente la GR-3300.
Bajo nuevamente a Salares, pasando junto a la Iglesia de Santiago Apóstol, construida en el siglo XVI y quemada poco después por los morisco; años después se procedió a repararla y nuevamente en 1882 (fecha inscrita encima de la portada), aunque sus muros y torre son del XVI.
En la parte baja del pueblo cruzo un puente sobre el río Santo (también llamado, según la localidad, Albuñuelas y Salares), curso de agua de 15 kilómetros de longitud que en Restábal se une con el río Torrente y con el Dúrcal y terminan en el pantano de Béznar. Sigo el camino que va hacia Albuñuelas junto al río, que lo cruza en varios puntos (pudiendo vadearse por los pasales de invierno), rodeado de gran abundancia de árboles y plantas: almendros, higueras, granados, naranjos, mimbres, salvias, sauces y álamos de gran porte… que dan testimonio de la fertilidad de estas tierras gracias a la riqueza de agua y al microclima especial de que disfrutan al estar situadas en la zona más baja del Valle de Lecrín.
Pasada la desembocadura del arroyo de las Adelfas, dejo el camino por una pista hormigonada que sube una pronunciada cuesta hasta entrar al Barrio Bajo de Albuñuelas; en esta subida sigo rodeado de árboles frutales, sobre todo limoneros, también granados y algunos cultivos tropicales y parrales, que recuerdan que el nombre de Albuñuelas (o Las Albuñuelas) viene del árabe al-Bunyuela, tierra de viñas (y éste a su vez del latín vinea y su diminutivo, en latín vulgar, vineola).
Hago un último alto en la fuente junto a la Ermita de San Sebastián, que fue reconstruida tras el terremoto del día de Navidad de 1884 ante la necesidad del barrio (con una población de más de mil almas) de contar con servicios litúrgicos propios. El seísmo (originado a poniente, en la Sierra de la Almijara-Alhama) provocó en Albuñuelas un centenar de muertos y medio millar de heridos, destruyendo 362 casas.
Me queda desandar los últimos metros hasta el cementerio, una vez recuperado de la subida con el frescor y el sonido del agua, verdadero tesoro de este precioso valle.
Waypoints
Iglesia de Santiago Apóstol (siglo XVI)
De planta rectangular con muros de ladrillo y mampostería y aleros con mensulones de ladrillos doblados, consta de nave y capilla mayor sin diferenciar; dos entradas, la lateral con arco de medio punto encuadrado por un rectángulo con decoración de azulejos a modo de friso, y la principal de cantería, con simple estructura rectangular, enmarcando arco de medio punto; y la torre (lo más destacable del templo) de planta rectangular y tres cuerpos, el de campanas con dos vanos y uno, alternados, con albenegas de azulejos de color blanco con cenefas verdes y meladas (debajo de ella se conserva un almacén que debió ser un antiguo alhorí, un granero)
Ermita de San Sebastián (siglo XIX)
Nave rectangular con portada con arco simple resaltado y torre a la izquierda (apenas sobresaliente )
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