Barranco de las Vacas, Gran Canaria

Preciosa travesía que discurre por el Barranco de Las Vacas, desde un amplio aparcamiento y gratuito situado al borde de la carretera, en el cual dejamos nuestro coche de alquiler.

Nuestra ruta empieza bajando por la propia carretera a unos 50 metros desde aparcamiento, en la primera curva se puede ver ya el cartel que informa de los peligros de dicha ruta, más por los desprendimientos que por la dificultad, importante decir que si llueve es imposible hacerla, ya sea por lo resbaladizo del terreno, como por se tratarse de una zona inundable en caso de tormentas y crecidas súbitas.

En esta ruta se han usado senderos sin señalar y a veces a través de la maleza, sobre todo en el ultimo tramo de subida, llegando a la altura de Puente Viejo; así que depende de cada uno si se arriesga a subir ladera a través para llegar hasta el último tramo pegado a la carretera, que nos dará acceso al más que fotografiado y famoso meandro de dicho barranco. Así que si solo hay interés en este último y fotogénico tramo, habrá que sopesar si subir con el coche hasta allí y rezar por encontrar un aparcamiento libre, o darse la vuelta y regresar hasta el aparcamiento incial.

En nuestro caso decidimos arriesgar a subir por una empinada ladera, y llena de chumberas, pero me repito, si llueve o está húmedo, descartarlo por completo!

En este Barranco pudimos observar numerosos argamlos y desprendimientos a lo largo del cauce seco, donde nos hace idea del peligro que conlleva, así que extremando la precaución, intentamos trazar nuestro recorrido lo más alejado de las paredes verticales y permaneciendo el mínimo tiempo posible cerca de ellas.

Este peligro está presente en todo el camino, pero es más evidente en los primeros metros; por lo siguiente, el camino discurre entre cantos rodados y piedras erosionadas por el agua, que son esculpidas en las fuertes crecidas que allí se intuyen.

Por el camino nos encontramos con abundante vegetación, preciosas crasas de gran tamaño, nemerosas chumberas llenas de higos y demás species autóctonas de la isla, que no pudimos identificar. Con respecto a la fauna, observamos numerosas tórtolas y palomas anidando en los acantilados, y un innumerable piar de aves. Se observan restos de huesos, pequeños crenaos y pelvis, que sirvieron de alimento a algún carroñero de la zona.

Ya afrontado completamente el tramo de subida, llegamos hasta el precioso rincón de los meandros, donde el agua fue moldeando las paredes durante miles de años y dejando un curioso escenario, que te cautiva intensamente, si no fuera alterado por los innumerables excursionistas que allí aparecieron a los 5 minutos, como si de un autobús se hubiesen bajado...

Después de un pequeño tentempié, iniciamos la baja, decidiendo in situ, tomar el camino del oeste ya que el del este, se entemezclaba en numerosas ocasiones por las carreteras que queríamos evitar.

Dirección oeste, retomamos el sendero que transcurre po el Puente Viejo, y seguidamente hasta el Barranco de la Manga, dónde disfrutamos de unas preciosas vistas, con la localidad de Aguimes al fondo y el imponente Roque Aguayro en primer plano.

Seguimos descendiendo por caminos de tierra y en ocasiones piedra suelta, hasta la cota más baja del barranco, donde los meandros dejan ver pequeños toboganes y saltos de agua secos por los que tenemos que descender escalando, no siendo en mi opinión peligrosos, ya que son de unos 4 metros de desnivel, que si se tiene conocimientos básicos de escalada, no supondrán ningún problema.

Enlazamos con el siguiente barranco, el Barranco de las Melosas, sin saber muy bien donde empieza uno y termina el otro.
Los tomos rojizos tinen el suelo y paredes por capas, de supuesto sedimento ferroso. Nos encontramos con una elevada presa, más alta que las anteriores, pero por suerte está dispone de escalera de subida y bajada por ambos lados, siendo de unos 6-8 metros de altura aproximadamente.

En pocos minutos andando desde dicha presa, empezamos reconocer un paisaje familiar, y es que ya estábamos sobre en camino que enlazaba los primeros metros de barranco de subia inicial y nuestros últimos pasos en esta aventura tan emocional.

Comimos en Agüimes y el café en Vecindario.