Altura. Cueva de El Murciélago

Al norte de la Sierra Calderona, pero fuera de los límites del Parque Natural se sitúa esta excelente ruta de KellyAlvarez, referencia . que hemos seguido con muy pocas modificaciones. Pasando por alguna carretera (la CV- de Altura a Alcublas), y por pistas en buen estado en su mayoría, con escaso recorrido por senderos o pistas erosionadas, es una ruta con excelentes paisajes, que podría ser fácil aunque el desnivel total y la longitud del recorrido aconsejan calificarla como moderada. Sin duda lo más sobresaliente del día es la Cueva de El Murciélago pero esta zona, castigada hace años por grandes incendios se está recuperando muy bien y todo el recorrido es agradable en un día como hoy, totalmente despejado y con una buena temperatura para el inicio de febrero.
La Cueva parece haber estado habitada en la prehistoria, durante la Edad del Bronce, y haber sido usada como aprisco en tiempos más recientes, tal vez por su cercanía a la vereda de Montmayor, y como refugio ocasional durante la guerra civil. Su acceso está parcialmente cerrado por una gran reja, con amplio paso inferior para los visitantes. El suelo de la cueva está en pendiente y se ve bien sólamente en la parte inicial, por lo que llevar una linterna es muy aconsejable; el suelo, húmedo y muy resbaladizo puede ser un problema incluso con buen calzado de montaña, por lo que hay que tener mucho cuidado al desplazarse para evitar caidas. La cueva, con una gran cavidad central y varias salas pèriféricas, debía tener muchas estalacticas y estalagmitas, parte de las cuales ha sido saqueada en el pasado, pero aún quedaan algunas notables coladas y columnas y otros espeleotemas de menor tamaño; en la parte alta se puede descubrir una amplia grieta en cuya parte central se encuentra un orificio por el que entra la luz del exterior. Alguna de las columnas han padecido fracturas, posiblemente por el desplazamiento del suelo, un fenómeno conocido como subsidencia. Como otras cavidades de este tipo, el lugar ha sido sujeto de varias leyendas, entre las que destaca la que advierte de que algunas personas que entran en la cueva pueden ver una moneda de oro cuyo reflejo sobre la gran columna central ilumina la cueva; si no hacen más que mirarla la cueva les concederá un buen deseo, que no tenga nada que ver con la codicia o la avaricia, pero si intentan llevársela la cueva les atrapará de por vida, hasta que mueran o los murciélagos les devoren. Y si se te aparece un murciélago es que has interrumpido su descanso, y debes abandonar la cueva si quieres volver a tener buena suerte. Y no hablaré de lo de frotar la columna central para que las personas tristes se vuelvan alegres, porque lo aconsejable es no tocar los espeleotemas (tal vez por eso las cuevas protegidas están como están y esta, que debió ser muy bonita, no está así). Por cierto, también se dice que las parejas que se cogen de la mano bajo la columna central durarán toda la via, pero no se si está comprobado; eso si, mejor que se cojan de la mano si así evitan manosear la columna, lo que sería bueno por razones higiénicas y porque los espeleotemas son muy frágiles a pesar de su aspecto pétreo.
Para llegar al inicio de la ruta salimos de Altura por la CV-245, para salir por la izquierda a unos 2 km, por un camino asfaltado amplio, en dirección a la fuente y merendero de El Míjar; antes de llegar a él encontraremos zonas donde podemos dejar aparcado el coche fuera de la carretera, a orillas del barranco de Bejés, donde más abajo hemos visto algunas pozas que pueden permitir un baño.
Empezamos a caminar en dirección sur, para luego entrar en el Camino de Uñoz, por el que seguiremos hacia El Míjar. Casi a la altura del merendero sale por la derecha un camino no asfaltado, por el que continuaremos hacia la casa de El Practicante, cuya puerta, sin cerradura, permite acceder a la antigua casa, donde todavía cuelgan de las paredes algunos de utensilios de época. Las amplias y despejadas vistas son bonitas, y nuestro camino sigue por una pequeña vaguada, paralela y al norte de la Rambla Seca, o Rambla de Uñoz, por la que subimos hasta llegar a una bifurcación. El camino de la izquierda muestra al principio un cartel de Camino Particular, pero no hay ninguna señal de prohibición de paso. El camino de la derecha termina pronto, y entremedias nace un sendero que se dirige hacia la cabecera del barranco, lugar donde está la Cueva de El Murciélago. La subida es algo más agreste, aunque sin dificultad notable, y pronto nos permitirá ver una reja de hierro en la ladera de la montaña, que puede hacer pensar que el acceso a la Cueva está cerrado. No hay tal, al acercarnos vemos que la gran reja tiene una amplia puerta en la parte inferior, por la que se puede acceder al interior de la sorprendente Cueva, que tiene abundantes signos del expolio geológico que ha sufrido, pero sigue siendo muy interesante, sobre todo por las notables coladas y columnas que aún conserva. Una advertencia, el suelo húmedo y musgoso es muy resbaladizo, por lo que hay que ir con mucho cuidado para evitar caídas. Llevamos linternas, aunque la mayor parte de la cavidad es visible sin ellas, y pasamos por varias de las salas laterales, sin tocar nada fuera del terreno que pisamos; asumimos que la cueva debió mostrar abundantes espeleotemas en el pasado y deseamos que no se pierda ninguno más, porque algunos son muy interesantes, como es el caso con la columna partida en la que la subsistencia ha separado los fragmentos, y todos son un bello ejemplo de lo que la naturaleza puede hacer a lo largo de los años.
Cuando salimos de la Cueva decidimos apartarnos de la ruta seguida por Kelly Albarez, porque está en mal estado por la maleza y restos de antiguos incendios, además de que hemos visto agujeros en el techo de la cueva, que pueden ser peligrosos suponiendo que no estarán protegidos ni señalizados.
Volvemos, pues, por el sendero de llegada, hasta llegar a un huertecillo de almendros, por el que accedemos al cercano camino. Este es el Camino Particular que hemos visto antes, pero no hay ninguna señal de prohibición de paso, y este mismo camino pasa a ser parte del recorrido del GR-10, el gran sendero mediterráneo, por lo que el derecho de paso está reconocido internacionalmente. El camino sigue compartido con el GR hasta cerca de El Clot de Carreres, una colina superficial situada en la cabecera del barranco que termina en la Font de Mañes, al lado de la carretera de la Murta.
Algo más adelante llegaremos a la cima del día, en El Hontanar, a casi mil metros de altura, desde donde iniciaremos un prolongado descenso que nos lleva primero a Magaña, en la cabecera del Barranco de Peña Rubia y luego, siguiendo la ladera sur del Puntal de Calero, a media altura sobre el Barranco, donde el mapa muestra varias fuentes que no llegamos a ver, y pasando por varias construcciones en situación de ruina, entre las que destaca una posible aldea o pequeño mas a la derecha y el gran Corral de Peñarrubia a nuestra izquierda. En la parte final el Barranco de Peña Rubia se encajona bastante, y la vegetación aumenta notablemente; encontraremos un gran aljibe y nuevas fuentes y, poco más adelante, salimos al Camino de la Murta, donde giramos a la derecha para subir hasta el lugar donde hemos dejado aparcado el coche. En todo el tiempo que hemos recorrido este camino (con una longitud de aproximadamente 1 km) hemos visto un tractor y ningún otro vehículo, por lo que suponemos que el asfaltado tiene más relación con el Merendero que con ninguna actividad (población no parece haber en el entorno).
En conjunto una excelente ruta, no sólo por la Cueva y las excelentes vistas, por cuya aportación debemos felicitar a Kellyalvarez. De longitud y desnivel moderados, el suelo es bueno y la ruta puede ser considerada cómoda, más aún tras modificar la salida de la cueva para volver al camino por una ruta más segura y reconocible. Calzado de montaña (no necesariamente botas), bastones, agua suficiente , sombrero y algo de comida son recomendaciones apropiadas. La ruta tiene escasa protección contra el sol, por lo que puede no ser muy agradable en épocas de calor e insolación severa. Hoy, con un día fresco y sin una nube en el horizonte, ha sido un placer hacer la ruta.