Abadía del Sacromonte- Río Darro- Cortijada Jesús de Valle- Presa Real
near Sacromonte, Andalucía (España)
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Itinerary description
Para realizar esta ruta comenzaremos en el aparcamiento de la Abadía del Sacromonte, donde podremos visitar:
LA ABADÍA DEL SACROMONTE es una antigua abadía, del siglo XVII, hoy residencia de canónigos, parroquia y museo eclesiástico. En 1595 se hallaron, en el monte Ilupitano o Valparaiso (actualmente el Sacromonte), las reliquias de San Cecilio, discípulo del Apóstol Santiago, así como unas placas de plomo escritas en árabe, conocidas como los libros plúmbeos, estos se encontraron en unos hornos de época romana. La repercusión que tuvo este hallazgo fue enorme. El extraordinario fermento que siguió culminó con la elevación de numerosas cruces, alrededor de unas 1200 levantadas por los gremios y artesanos, de las cuales hoy quedan sólo cinco. Muchas de estas cruces fueron donadas a los franciscanos que, en 1633, realizaron en el camino que unía la ciudad al Sacromonte, un vía crucis que terminaba en una pequeña capilla dedicada al Santo Sepulcro. El lugar se convirtió en centro de peregrinación.
LAS SANTAS CUEVAS
Entre 1595 y 1597 se acometieron las primeras obras con el desenterramiento de las mismas para posteriormente reforzar y valorar aquellas en donde se tenía constancia de que había sido lugar de martirio. El conjunto de las cuevas aparece delimitado por un muro de ladrillo con almenas curvilíneas y decorado con estrellas, círculos, flores y el escudo del fundador, así como el año de su construcción (1598).
EL MUSEO
El nuevo museo inaugurado en febrero de 2010 ubicado en un lateral del patio, distribuido en cuatro salas monográficas, numerosas obras de arte de los artistas que vivieron en Granada durante los siglos XVI y XVII, tales como incunables y códices, entre ellos uno de San Juan de la Cruz, uno de los ejemplares de Las Crónicas de Núremberg de Hartmann Schedel, un Mapamundi de Ptolomeo, manuscritos árabes con materias de religión, derecho, gramática, historia, matemáticas, un ejemplar de Generalidades sobre la Medicina, de Averroes, así como diversos objetos de culto, tapices y una colección de vestiduras. Destacan los libros plúmbeos y planchas que sirvieron para la estampación de grabados como la Plataforma de Granada de Ambrosio de Vico.
Comenzaremos un serpenteante descenso por el vía Crusis que nos conducirá hasta la Ermita del Santo Sepulcro.
ERMITA DEL SANTO SEPULCRO
Esta ermita está situada en los aledaños de la Abadía del Sacromonte. Está relacionada con algunas vías sacras y antiguas hermandades granadinas. Esta Vía sacra tenía su primera estación en la iglesia de San Pedro y subía al Sacromonte por el Camino del Monte donde estaban las restantes cruces y capillas donde se hacía estación.
La Vía Sacra la recorrían todos los viernes del año y, por supuesto el Viernes Santo. Aquellos Viernes Santos de la Semana Santa del siglo XVII en Granada sería de una proliferación de procesiones de Vías Sacras, que era una de las características primordiales de la Pasión granadina. Frente a no demasiadas hermandades de penitencia, había por el contrario, numerosas hermandades de Vía Sacra.
Junto a esta ermita tomaremos el CAMINO DEL MONTE que tras pasar el afamado Puente Mariano, donde había una conocidísima venta, veremos numerosos, tranquilos y esplendidos cármenes: El del Partidor, con su propio puente para acceder, El Molino del Batán, y junto al Barranco del Hornillo se encuentra las Casas del Hornillo, el Cortijo de los Solteros y el Carmen del Latino entre otros.
Posteriormente tornaremos el asfalto por tierra al entrar en el Camino de Beas.
CAMINO A BEAS
Los caminos son históricos arroyos de vida y de riqueza pero capaces de morir también cuando dejan de ser transitados. Caen en el olvido cuando el hombre ya no los pisa y con ello se desprestigia la importancia que tuvieron para nuestros ancestros, quienes portaban en las alforjas de sus bestias agua y oro hasta los rincones más recónditos de nuestra provincia.
Y es un deporte como el senderismo una de las herramientas más capaces de volver a sacar brillo a estas veredas. Ponerlas en valor no ya por su importancia natural y ecológica, que también, sino como la prueba irrefutable de que por aquí transitaron los comerciantes que trajeron riqueza a la Granada íbera, romana y nazarí a más tardar y que utilizaron paradas como la de Cortes, Quéntar, Beas o La Peza como fondas al paso en sus largos viajes desde los lejanos y ricos reinos del Levante.
Pronto llegaremos al cercano Río Darro, que cruzaremos por un puente; junto a este encontramos las ruinas de lo que fue un fructífero molino. Continuaremos en paralelo al cauce del río por un frondoso bosque de ribera con enormes chopos. En los alrededores el pastizal, matorral está formado principalmente por plantas aromáticas así como algunas pequeñas encinas. En los bosques predominan las coníferas sobre todo de pino pinaster y halepensis. Los cultivos predominantes son el de cereal y el arbolado de secano como almendro, olivar y viñedo, y algunas huertas.
RÌO DARRO
El río Darro es un corto río español que transcurre íntegramente por la provincia de Granada. Afluente del río Genil, que a su vez lo es del Guadalquivir, perteneciendo por tanto a las cuencas hidrográficas de estos ríos.
NACIMIENTO Y CURSO
Nace en Fuente de los Porqueros Alfacar, los dos manantiales originales suministradores de agua al nacimiento, la Cala de los Mármoles que daba vida al nacimiento y la Fuente la Teja, en la actualidad están secos, su nacimiento principal emana frente a ella un poco más abajo, en la zona conocida como Fuente la Teja, en la Sierra de la Alfaguara, y por ello se continúa diciendo que el agua proviene de dicha fuente, su nombre arranca de la teja que tiene encima. Aguas abajo se le unen el río del Colmenar y sus principales afluentes, el río de Beas, que tiene su nacimiento en Beas de Granada y el arroyo de Belén. La unión de estos ríos se produce ya en el término municipal de la ciudad de Granada, concretamente en el Cortijo de Cortes. Es un río pequeño de una longitud de 16km, pero de caudal constante, manteniendo su nivel medio incluso en épocas de gran sequía. Hasta 1990 podían encontrarse cangrejos y truchas en este río, pero se extinguieron casi por completo a mediados de esa década debido a la gran sequía que asoló España.
TOPONIMIA
El nombre del río se relaciona con la existencia de oro en su cauce, y así lo recogía ya Francisco Bermúdez de Pedraza, en el año 1608: "Los latinos lo llamaron Dauro, derivado de Dat Aurum, porque da oro como afirma Lucio Marineo". Hasta mediados del siglo XX se podía encontrar gente, enfrente del cortijo de Jesús del Valle, cribando y lavando las legendarias arenas del río en busca de oro, actividad que se inició hacia 1850. Desde su nacimiento y a lo largo de las orillas del río existían mojones de piedra cada kilómetro, marcados con la palabra Darro y el kilómetro recorrido en número, conservándose todavía algunos a lo largo del camino de su vereda.
Los árabes cambiaron el nombre llamándole Harat Darro o Hadarro, antes se le denominaba Alcolzon según Reinhart Dozy citando al antiguo geógrafo árabe Yucut. Después de la conquista definitiva de la ciudad por los soberanos de la Corona de Castilla, durante el siglo XVI, le renombrado con el nombre romano Darro. El término darro, entre la ciudadanía granadina se usa como sinónimo de conducto de aguas fecales, debido a una acequia de ese nombre que desde tiempos nazaríes servía para tal fin.
SU PASO POR GRANADA CAPITAL
El río Darro fue el elemento vertebrador de la Granada musulmana, es el río que suministraba agua a los palacios y jardines de la Alhambra y al conjunto del Generalife a través de un sistema de acueductos llamado 'Acequia Real'. Da nombre a dos calles de la ciudad de Granada: la Carrera del Darro y la Acera del Darro.
Transcurre por un valle cerrado y pintoresco, divide a la ciudad en dos partes, en el lado derecho se encuentra el barrio musulmán del Albaicín y el de San Lorenzo, en la orilla izquierda, se encuentra la Alhambra, el Generalife y los arrabales de la Churra y de la Antequeruela que descansan en la falda del cerro de la Alhambra, para deslizarse obligatoriamente en 1835 a partir de Plaza de Santa Ana, junto la iglesia del mismo nombre, bajo tierra debido al embovedado que se hizo en el siglo XIX como consecuencia de las políticas higienistas y urbanísticas.
Tras discurrir bajo Plaza Nueva y acariciando su soterrada orilla izquierda a la Plaza de Isabel la Católica, continua por la calle de Reyes Católicos, Puerta Real y la Acera del Darro, uniéndose al río Genil, afluente del río Guadalquivir, tras el Paseo del Salón junto al lado derecho del Puente sobre el río Genil conocido como Puente Romano, que tiene carácter peatonal.
Volveremos a cruzar el Río por otro puente, dejando a la derecha un sendero que conduciría a la ACEQUIA REAL y posteriormente a LA SILLA DEL MORO. Pasaremos por el BARRANCO DEL ZAPATERO y tras vadear el río en un par de ocasiones más; esta vez saltando de piedra en piedra, llegaremos a las inmediaciones del Cortijo Jesús del Valle.
CORTIJO JESÚS DEL VALLE
25 años de sinsabores rodean a esta hacienda que se ha convertido en el Bien de Interés Cultural en peor estado de conservación de Andalucía.
Sentado en un banco de piedra contra la pared de la entrada principal al cortijo de Jesús del Valle uno contempla un paisaje sinfónico. Sombra fresca y un aire que baja de Sierra Nevada y que se acuna en las lomas de Valparaíso. El rumor del río Darro que se arremolina en todos los recovecos de un valle virgen y todavía salvaje. Piares de al menos siete tipos de pájaros que vuelan libres al viento devolviendo la alegría que llevan dentro.
A menos de una hora andando a buen paso del Puente Mariano del Sacromonte, una vez encontrado este lugar, a nadie se le escapa que sea tan codiciado: tiene todo lo que no se puede comprar con dinero: paz, tranquilidad, agua, sierra, río, flora, fauna a un paso de Granada, ciudad soñada por el turismo.
Esta es la razón principal de los males que atenazan a Jesús del Valle, al cortijo y a la hacienda de cuatrocientas hectáreas. Si por un lado goza de la consideración de Bien de Interés Cultural desde hace ya diez años, las fuerzas protectoras del lugar quieren extender la vigía a toda la finca. Esto impediría de golpe y porrazo las dos maniobras que pretenden al lugar desde hace ya un cuarto de siglo.
Por un lado impediría para siempre el cierre del anillo de la circunvalación de Granada. La llamada Ronda Este, que permitiría una conexión directa desde la carretera de Jaén hacia esta zona, la Alhambra y Sierra Nevada.
Pero esta Ronda Este, ajena durante esta pasada campaña electoral de las municipales del debate, quizá porque la crisis ha logrado que desaparezcan tanto los fuegos artificiales como las promesas incumplibles y los proyectos faraónicos, tiene un trazado que cruza el valle del Darro. ¡Tachán! Aquí está la clave. Si hay Ronda Este el cortijo multiplica su valor si se convierte, por ejemplo, en el anunciado hotel rural de lujo, hecho que acaeció hace ahora diez años.
Pero este proyecto duerme el sueño de los justos y, de hecho, está en subasta judicial parte de la propiedad y el cortijo se ha convertido, probablemente, en el Bien de Interés Cultural peor conservado de toda Andalucía. Ya que estamos en lugar fundado por la Compañía de Jesús, diremos que es un pecado.
ESTE CORTIJO HERIDO
El último repecho del camino a lo largo del cauce del río Darro permite una perspectiva de lo hondo del valle, donde se levanta lo que queda de este cortijo herido. La vista es impresionante. El panorama, único. Hemos dejado atrás el Sacromonte y un vericueto que paralelo al río se adentra en su valle, hermoso. Luego, un secano, tras una revuelta, que aparece alineado con bellos olivos.
El cortijo es como una ballena varada, durmiente, dolorida, silente. Apenas queda en pie un muro del cortijo original que llega a una altura de un segundo piso, con un par de ventanas en lo alto, que permiten imaginar la belleza y la robustez de esta reducción jesuítica. El cortijo, en planta y origen, debió ser monumental, enorme, dedicado a labores agrícolas que permitían llevar alimento a familias completas de la ciudad, a escuelas e iglesias y conventos.
Sentado en el banco de piedra contra el muro se puede imaginar uno que es un jesuita de hace casi medio milenio, con sotana y alpargatas, que escribe el paso del tiempo en este mismo banco contra el muro. Se ven los dos inmensos plátanos de sombra y el puente sobre el Darro. A la izquierda, la entrada en semiarco de punto con hornacina.
Los muros compañeros de la entrada son un homenaje perfecto al abandono. Llenos de pintadas, puede fecharse que son recientes, ya que claman por la revolución griega. Está todo lleno de mierda y basura. El resto del cortijo ha visto desplomar tanto su campanario como los muros y los tejados. El interior, aunque esta vez no hemos podido entrar, ya fue expoliado en su día.
En 2004, el constructor Ávila Rojas anunció que había conseguido después de quince años sacar adelante un proyecto para reformar el cortijo de Jesús del Valle. Según sus planes, la rehabilitación iba a estar coordinada por un restaurador italiano y serviría para recuperar el valioso convento.
Justo al año siguiente, en 2005, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento por la Junta de Andalucía. El valle entero del Darro, Valparaíso, está a punto de conseguir esta misma declaración de protección.
Cruzaremos el puente y seguiremos los monolitos indicativos del Camino que se dirige a las poblaciones de Cenes, Dudar y Quéntar. Este camino transita entre plantaciones de olivos, almendro y alguna zona virgen con encinas, y nos hará cruzar el RÍO BELÉN.
Seguiremos este largo camino que bordea el Río Darro hasta llegar a la FUENTE DE LOS MAESES. Aquí decidimos retornar desandando el último trecho, para más adelante vadear nuevamente el río, esta vez descalzándonos pues no había demasiadas piedra y sí mucha agua, y tomar el sendero que se dirige al buque insignia de esta ruta, LA PRESA REAL.
PRESA REAL. DONDE 'NACE' LA ALHAMBRA.
Esta ancestral presa recoge el agua que desde el río Darro sustenta la Sabika. Desde el siglo XIII recorre las laderas del cerro del Sol para dar vida a la fortaleza y sus palacios.
Un sonido de cascos de mulos y asnos se expande entre los sauces, llega a través de las zarzamoras, y logra superar el murmullo del agua que baja hacia el valle donde la ciudad de Ilberis ha dejado paso a Garnata, la nueva Medina Elvira. Es una recua de arrieros que trasladan piedras, maderas y argamasas desde las canterías de la ciudad hasta un lugar situado a siete kilómetros aguas arriba del Dauro, el río que marca la divisoria entre el monte de los halconeros y la Sabika, que en aquel momento, inicios del siglo XIII, no eran más que la avanzadilla del Albaicín, en la ribera derecha, y en la izquierda, una colina donde un pequeño fortín prometía convertirse en la Alhambra, la fortaleza palatina soñada por el emir Muhammad I.
La recua de animales, canteros y acequieros llegaban al punto donde las aguas del Darro abandonaban momentáneamente los barrancos para volver a ellos en su camino hacia el valle, el lugar donde por orden del sultán debían construir una presa en la que captar el agua para conducirla hacia los altos de la Sabika.
Muhammad I sabía que su gran deseo no podría hacerse realidad sin contar con el agua, con el caudal de la vida para la montaña y sus pobladores. El emir sabía que su sueño, la Alhambra, nacería en la presa del Darro, a la que permanecería unida durante el paso de los siglos a través del cordón umbilical de la Acequia Real, un complejo sistema de conducciones que utilizaba, hace casi un milenio, la fuerza de la gravedad, el efecto de los vasos comunicantes, para conducir el agua hasta los altos del Generalife, situados a una cota altitudinal solo 50 metros por debajo de la presa origen.
Construyeron un pequeño azud, que llamaron la Presa del Rey, un entramado de canales que recogían el agua a través de piedras talladas que la llevaban a los primeros canales de la acequia que recorre las laderas hacia la ciudad. Una obra de ingeniería hidráulica semidestruida en mil y una ocasiones por las fuertes avenidas del río de oro, y reconstruida otras tantas a través de los tiempos, hasta que ahora, en los albores del segundo milenio, 800 años después, aún cumple con su misión y alimenta los caminos de agua de la Alhambra.
La captación de la Acequia Real crea un singular paraje en un espacio dominado por la semiaridez de los conglomerados arcillosos al este de la ciudad, bajo los taludes del cerro del Sol y la conexión con las sierras de Huétor y la Peza. El río se remansa en este punto gracias a la explanación artificial de la presa original que, con el paso de los siglos, ha sido rodeada por la vegetación ribereña y terrazas con plantaciones realizadas en las últimas décadas, lo que ha logrado naturalizar un entorno hasta convertirlo en un atractivo lugar donde conocer una parte fundamental en la historia de Granada.
Es un paraje oculto. No es fácil encontrarlo por causalidad a lo largo de un paseo. Está más allá de los caminos habituales de los senderistas que recorren las veredas del cerro del Sol y el entorno alhambreño, que parecen tener en la ancestral hacienda y los molinos de Jesús del Valle su punto final y de vuelta a la ciudad, cuando unos cientos de metros más al noreste, a lo largo de un carril agrícola y de servicio hidráulico, se encuentra la Presa del Rey, escondida tras los fresnos, junto a los olivos que jalonan el camino.
La Alhambra es agua. No se puede concebir sin su efecto, presencia y sonido. Los palacios nazaríes, sus habitantes, huertas, jardines y bosques, se alimentan del agua que las acequias Real y del Tercio conducen hacia el interior de la Sabika y corre por sus arterias. Es el agua que mana del subsuelo en la Fuente de la Teja, allá en la sierra de Huétor, y que se remansa en la Presa del Rey para dar a luz a la Alhambra.
Posteriormente a la Presa del Rey o Real seguiremos descendiendo por el camino durante algo menos de un kilómetro, paralelo al recorrido del río, desde donde es posible observar la línea del bosque de galería trazada por el Darro, y los viejos molinos abandonados hace más de un siglo, hasta llegar nuevamente al Cortijo de Jesús del Valle.
Desde aquí ya solo nos resta desandar el camino de ida hasta el punto de inicio y final de esta cercana e interesantísima ruta.
LA ABADÍA DEL SACROMONTE es una antigua abadía, del siglo XVII, hoy residencia de canónigos, parroquia y museo eclesiástico. En 1595 se hallaron, en el monte Ilupitano o Valparaiso (actualmente el Sacromonte), las reliquias de San Cecilio, discípulo del Apóstol Santiago, así como unas placas de plomo escritas en árabe, conocidas como los libros plúmbeos, estos se encontraron en unos hornos de época romana. La repercusión que tuvo este hallazgo fue enorme. El extraordinario fermento que siguió culminó con la elevación de numerosas cruces, alrededor de unas 1200 levantadas por los gremios y artesanos, de las cuales hoy quedan sólo cinco. Muchas de estas cruces fueron donadas a los franciscanos que, en 1633, realizaron en el camino que unía la ciudad al Sacromonte, un vía crucis que terminaba en una pequeña capilla dedicada al Santo Sepulcro. El lugar se convirtió en centro de peregrinación.
LAS SANTAS CUEVAS
Entre 1595 y 1597 se acometieron las primeras obras con el desenterramiento de las mismas para posteriormente reforzar y valorar aquellas en donde se tenía constancia de que había sido lugar de martirio. El conjunto de las cuevas aparece delimitado por un muro de ladrillo con almenas curvilíneas y decorado con estrellas, círculos, flores y el escudo del fundador, así como el año de su construcción (1598).
EL MUSEO
El nuevo museo inaugurado en febrero de 2010 ubicado en un lateral del patio, distribuido en cuatro salas monográficas, numerosas obras de arte de los artistas que vivieron en Granada durante los siglos XVI y XVII, tales como incunables y códices, entre ellos uno de San Juan de la Cruz, uno de los ejemplares de Las Crónicas de Núremberg de Hartmann Schedel, un Mapamundi de Ptolomeo, manuscritos árabes con materias de religión, derecho, gramática, historia, matemáticas, un ejemplar de Generalidades sobre la Medicina, de Averroes, así como diversos objetos de culto, tapices y una colección de vestiduras. Destacan los libros plúmbeos y planchas que sirvieron para la estampación de grabados como la Plataforma de Granada de Ambrosio de Vico.
Comenzaremos un serpenteante descenso por el vía Crusis que nos conducirá hasta la Ermita del Santo Sepulcro.
ERMITA DEL SANTO SEPULCRO
Esta ermita está situada en los aledaños de la Abadía del Sacromonte. Está relacionada con algunas vías sacras y antiguas hermandades granadinas. Esta Vía sacra tenía su primera estación en la iglesia de San Pedro y subía al Sacromonte por el Camino del Monte donde estaban las restantes cruces y capillas donde se hacía estación.
La Vía Sacra la recorrían todos los viernes del año y, por supuesto el Viernes Santo. Aquellos Viernes Santos de la Semana Santa del siglo XVII en Granada sería de una proliferación de procesiones de Vías Sacras, que era una de las características primordiales de la Pasión granadina. Frente a no demasiadas hermandades de penitencia, había por el contrario, numerosas hermandades de Vía Sacra.
Junto a esta ermita tomaremos el CAMINO DEL MONTE que tras pasar el afamado Puente Mariano, donde había una conocidísima venta, veremos numerosos, tranquilos y esplendidos cármenes: El del Partidor, con su propio puente para acceder, El Molino del Batán, y junto al Barranco del Hornillo se encuentra las Casas del Hornillo, el Cortijo de los Solteros y el Carmen del Latino entre otros.
Posteriormente tornaremos el asfalto por tierra al entrar en el Camino de Beas.
CAMINO A BEAS
Los caminos son históricos arroyos de vida y de riqueza pero capaces de morir también cuando dejan de ser transitados. Caen en el olvido cuando el hombre ya no los pisa y con ello se desprestigia la importancia que tuvieron para nuestros ancestros, quienes portaban en las alforjas de sus bestias agua y oro hasta los rincones más recónditos de nuestra provincia.
Y es un deporte como el senderismo una de las herramientas más capaces de volver a sacar brillo a estas veredas. Ponerlas en valor no ya por su importancia natural y ecológica, que también, sino como la prueba irrefutable de que por aquí transitaron los comerciantes que trajeron riqueza a la Granada íbera, romana y nazarí a más tardar y que utilizaron paradas como la de Cortes, Quéntar, Beas o La Peza como fondas al paso en sus largos viajes desde los lejanos y ricos reinos del Levante.
Pronto llegaremos al cercano Río Darro, que cruzaremos por un puente; junto a este encontramos las ruinas de lo que fue un fructífero molino. Continuaremos en paralelo al cauce del río por un frondoso bosque de ribera con enormes chopos. En los alrededores el pastizal, matorral está formado principalmente por plantas aromáticas así como algunas pequeñas encinas. En los bosques predominan las coníferas sobre todo de pino pinaster y halepensis. Los cultivos predominantes son el de cereal y el arbolado de secano como almendro, olivar y viñedo, y algunas huertas.
RÌO DARRO
El río Darro es un corto río español que transcurre íntegramente por la provincia de Granada. Afluente del río Genil, que a su vez lo es del Guadalquivir, perteneciendo por tanto a las cuencas hidrográficas de estos ríos.
NACIMIENTO Y CURSO
Nace en Fuente de los Porqueros Alfacar, los dos manantiales originales suministradores de agua al nacimiento, la Cala de los Mármoles que daba vida al nacimiento y la Fuente la Teja, en la actualidad están secos, su nacimiento principal emana frente a ella un poco más abajo, en la zona conocida como Fuente la Teja, en la Sierra de la Alfaguara, y por ello se continúa diciendo que el agua proviene de dicha fuente, su nombre arranca de la teja que tiene encima. Aguas abajo se le unen el río del Colmenar y sus principales afluentes, el río de Beas, que tiene su nacimiento en Beas de Granada y el arroyo de Belén. La unión de estos ríos se produce ya en el término municipal de la ciudad de Granada, concretamente en el Cortijo de Cortes. Es un río pequeño de una longitud de 16km, pero de caudal constante, manteniendo su nivel medio incluso en épocas de gran sequía. Hasta 1990 podían encontrarse cangrejos y truchas en este río, pero se extinguieron casi por completo a mediados de esa década debido a la gran sequía que asoló España.
TOPONIMIA
El nombre del río se relaciona con la existencia de oro en su cauce, y así lo recogía ya Francisco Bermúdez de Pedraza, en el año 1608: "Los latinos lo llamaron Dauro, derivado de Dat Aurum, porque da oro como afirma Lucio Marineo". Hasta mediados del siglo XX se podía encontrar gente, enfrente del cortijo de Jesús del Valle, cribando y lavando las legendarias arenas del río en busca de oro, actividad que se inició hacia 1850. Desde su nacimiento y a lo largo de las orillas del río existían mojones de piedra cada kilómetro, marcados con la palabra Darro y el kilómetro recorrido en número, conservándose todavía algunos a lo largo del camino de su vereda.
Los árabes cambiaron el nombre llamándole Harat Darro o Hadarro, antes se le denominaba Alcolzon según Reinhart Dozy citando al antiguo geógrafo árabe Yucut. Después de la conquista definitiva de la ciudad por los soberanos de la Corona de Castilla, durante el siglo XVI, le renombrado con el nombre romano Darro. El término darro, entre la ciudadanía granadina se usa como sinónimo de conducto de aguas fecales, debido a una acequia de ese nombre que desde tiempos nazaríes servía para tal fin.
SU PASO POR GRANADA CAPITAL
El río Darro fue el elemento vertebrador de la Granada musulmana, es el río que suministraba agua a los palacios y jardines de la Alhambra y al conjunto del Generalife a través de un sistema de acueductos llamado 'Acequia Real'. Da nombre a dos calles de la ciudad de Granada: la Carrera del Darro y la Acera del Darro.
Transcurre por un valle cerrado y pintoresco, divide a la ciudad en dos partes, en el lado derecho se encuentra el barrio musulmán del Albaicín y el de San Lorenzo, en la orilla izquierda, se encuentra la Alhambra, el Generalife y los arrabales de la Churra y de la Antequeruela que descansan en la falda del cerro de la Alhambra, para deslizarse obligatoriamente en 1835 a partir de Plaza de Santa Ana, junto la iglesia del mismo nombre, bajo tierra debido al embovedado que se hizo en el siglo XIX como consecuencia de las políticas higienistas y urbanísticas.
Tras discurrir bajo Plaza Nueva y acariciando su soterrada orilla izquierda a la Plaza de Isabel la Católica, continua por la calle de Reyes Católicos, Puerta Real y la Acera del Darro, uniéndose al río Genil, afluente del río Guadalquivir, tras el Paseo del Salón junto al lado derecho del Puente sobre el río Genil conocido como Puente Romano, que tiene carácter peatonal.
Volveremos a cruzar el Río por otro puente, dejando a la derecha un sendero que conduciría a la ACEQUIA REAL y posteriormente a LA SILLA DEL MORO. Pasaremos por el BARRANCO DEL ZAPATERO y tras vadear el río en un par de ocasiones más; esta vez saltando de piedra en piedra, llegaremos a las inmediaciones del Cortijo Jesús del Valle.
CORTIJO JESÚS DEL VALLE
25 años de sinsabores rodean a esta hacienda que se ha convertido en el Bien de Interés Cultural en peor estado de conservación de Andalucía.
Sentado en un banco de piedra contra la pared de la entrada principal al cortijo de Jesús del Valle uno contempla un paisaje sinfónico. Sombra fresca y un aire que baja de Sierra Nevada y que se acuna en las lomas de Valparaíso. El rumor del río Darro que se arremolina en todos los recovecos de un valle virgen y todavía salvaje. Piares de al menos siete tipos de pájaros que vuelan libres al viento devolviendo la alegría que llevan dentro.
A menos de una hora andando a buen paso del Puente Mariano del Sacromonte, una vez encontrado este lugar, a nadie se le escapa que sea tan codiciado: tiene todo lo que no se puede comprar con dinero: paz, tranquilidad, agua, sierra, río, flora, fauna a un paso de Granada, ciudad soñada por el turismo.
Esta es la razón principal de los males que atenazan a Jesús del Valle, al cortijo y a la hacienda de cuatrocientas hectáreas. Si por un lado goza de la consideración de Bien de Interés Cultural desde hace ya diez años, las fuerzas protectoras del lugar quieren extender la vigía a toda la finca. Esto impediría de golpe y porrazo las dos maniobras que pretenden al lugar desde hace ya un cuarto de siglo.
Por un lado impediría para siempre el cierre del anillo de la circunvalación de Granada. La llamada Ronda Este, que permitiría una conexión directa desde la carretera de Jaén hacia esta zona, la Alhambra y Sierra Nevada.
Pero esta Ronda Este, ajena durante esta pasada campaña electoral de las municipales del debate, quizá porque la crisis ha logrado que desaparezcan tanto los fuegos artificiales como las promesas incumplibles y los proyectos faraónicos, tiene un trazado que cruza el valle del Darro. ¡Tachán! Aquí está la clave. Si hay Ronda Este el cortijo multiplica su valor si se convierte, por ejemplo, en el anunciado hotel rural de lujo, hecho que acaeció hace ahora diez años.
Pero este proyecto duerme el sueño de los justos y, de hecho, está en subasta judicial parte de la propiedad y el cortijo se ha convertido, probablemente, en el Bien de Interés Cultural peor conservado de toda Andalucía. Ya que estamos en lugar fundado por la Compañía de Jesús, diremos que es un pecado.
ESTE CORTIJO HERIDO
El último repecho del camino a lo largo del cauce del río Darro permite una perspectiva de lo hondo del valle, donde se levanta lo que queda de este cortijo herido. La vista es impresionante. El panorama, único. Hemos dejado atrás el Sacromonte y un vericueto que paralelo al río se adentra en su valle, hermoso. Luego, un secano, tras una revuelta, que aparece alineado con bellos olivos.
El cortijo es como una ballena varada, durmiente, dolorida, silente. Apenas queda en pie un muro del cortijo original que llega a una altura de un segundo piso, con un par de ventanas en lo alto, que permiten imaginar la belleza y la robustez de esta reducción jesuítica. El cortijo, en planta y origen, debió ser monumental, enorme, dedicado a labores agrícolas que permitían llevar alimento a familias completas de la ciudad, a escuelas e iglesias y conventos.
Sentado en el banco de piedra contra el muro se puede imaginar uno que es un jesuita de hace casi medio milenio, con sotana y alpargatas, que escribe el paso del tiempo en este mismo banco contra el muro. Se ven los dos inmensos plátanos de sombra y el puente sobre el Darro. A la izquierda, la entrada en semiarco de punto con hornacina.
Los muros compañeros de la entrada son un homenaje perfecto al abandono. Llenos de pintadas, puede fecharse que son recientes, ya que claman por la revolución griega. Está todo lleno de mierda y basura. El resto del cortijo ha visto desplomar tanto su campanario como los muros y los tejados. El interior, aunque esta vez no hemos podido entrar, ya fue expoliado en su día.
En 2004, el constructor Ávila Rojas anunció que había conseguido después de quince años sacar adelante un proyecto para reformar el cortijo de Jesús del Valle. Según sus planes, la rehabilitación iba a estar coordinada por un restaurador italiano y serviría para recuperar el valioso convento.
Justo al año siguiente, en 2005, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento por la Junta de Andalucía. El valle entero del Darro, Valparaíso, está a punto de conseguir esta misma declaración de protección.
Cruzaremos el puente y seguiremos los monolitos indicativos del Camino que se dirige a las poblaciones de Cenes, Dudar y Quéntar. Este camino transita entre plantaciones de olivos, almendro y alguna zona virgen con encinas, y nos hará cruzar el RÍO BELÉN.
Seguiremos este largo camino que bordea el Río Darro hasta llegar a la FUENTE DE LOS MAESES. Aquí decidimos retornar desandando el último trecho, para más adelante vadear nuevamente el río, esta vez descalzándonos pues no había demasiadas piedra y sí mucha agua, y tomar el sendero que se dirige al buque insignia de esta ruta, LA PRESA REAL.
PRESA REAL. DONDE 'NACE' LA ALHAMBRA.
Esta ancestral presa recoge el agua que desde el río Darro sustenta la Sabika. Desde el siglo XIII recorre las laderas del cerro del Sol para dar vida a la fortaleza y sus palacios.
Un sonido de cascos de mulos y asnos se expande entre los sauces, llega a través de las zarzamoras, y logra superar el murmullo del agua que baja hacia el valle donde la ciudad de Ilberis ha dejado paso a Garnata, la nueva Medina Elvira. Es una recua de arrieros que trasladan piedras, maderas y argamasas desde las canterías de la ciudad hasta un lugar situado a siete kilómetros aguas arriba del Dauro, el río que marca la divisoria entre el monte de los halconeros y la Sabika, que en aquel momento, inicios del siglo XIII, no eran más que la avanzadilla del Albaicín, en la ribera derecha, y en la izquierda, una colina donde un pequeño fortín prometía convertirse en la Alhambra, la fortaleza palatina soñada por el emir Muhammad I.
La recua de animales, canteros y acequieros llegaban al punto donde las aguas del Darro abandonaban momentáneamente los barrancos para volver a ellos en su camino hacia el valle, el lugar donde por orden del sultán debían construir una presa en la que captar el agua para conducirla hacia los altos de la Sabika.
Muhammad I sabía que su gran deseo no podría hacerse realidad sin contar con el agua, con el caudal de la vida para la montaña y sus pobladores. El emir sabía que su sueño, la Alhambra, nacería en la presa del Darro, a la que permanecería unida durante el paso de los siglos a través del cordón umbilical de la Acequia Real, un complejo sistema de conducciones que utilizaba, hace casi un milenio, la fuerza de la gravedad, el efecto de los vasos comunicantes, para conducir el agua hasta los altos del Generalife, situados a una cota altitudinal solo 50 metros por debajo de la presa origen.
Construyeron un pequeño azud, que llamaron la Presa del Rey, un entramado de canales que recogían el agua a través de piedras talladas que la llevaban a los primeros canales de la acequia que recorre las laderas hacia la ciudad. Una obra de ingeniería hidráulica semidestruida en mil y una ocasiones por las fuertes avenidas del río de oro, y reconstruida otras tantas a través de los tiempos, hasta que ahora, en los albores del segundo milenio, 800 años después, aún cumple con su misión y alimenta los caminos de agua de la Alhambra.
La captación de la Acequia Real crea un singular paraje en un espacio dominado por la semiaridez de los conglomerados arcillosos al este de la ciudad, bajo los taludes del cerro del Sol y la conexión con las sierras de Huétor y la Peza. El río se remansa en este punto gracias a la explanación artificial de la presa original que, con el paso de los siglos, ha sido rodeada por la vegetación ribereña y terrazas con plantaciones realizadas en las últimas décadas, lo que ha logrado naturalizar un entorno hasta convertirlo en un atractivo lugar donde conocer una parte fundamental en la historia de Granada.
Es un paraje oculto. No es fácil encontrarlo por causalidad a lo largo de un paseo. Está más allá de los caminos habituales de los senderistas que recorren las veredas del cerro del Sol y el entorno alhambreño, que parecen tener en la ancestral hacienda y los molinos de Jesús del Valle su punto final y de vuelta a la ciudad, cuando unos cientos de metros más al noreste, a lo largo de un carril agrícola y de servicio hidráulico, se encuentra la Presa del Rey, escondida tras los fresnos, junto a los olivos que jalonan el camino.
La Alhambra es agua. No se puede concebir sin su efecto, presencia y sonido. Los palacios nazaríes, sus habitantes, huertas, jardines y bosques, se alimentan del agua que las acequias Real y del Tercio conducen hacia el interior de la Sabika y corre por sus arterias. Es el agua que mana del subsuelo en la Fuente de la Teja, allá en la sierra de Huétor, y que se remansa en la Presa del Rey para dar a luz a la Alhambra.
Posteriormente a la Presa del Rey o Real seguiremos descendiendo por el camino durante algo menos de un kilómetro, paralelo al recorrido del río, desde donde es posible observar la línea del bosque de galería trazada por el Darro, y los viejos molinos abandonados hace más de un siglo, hasta llegar nuevamente al Cortijo de Jesús del Valle.
Desde aquí ya solo nos resta desandar el camino de ida hasta el punto de inicio y final de esta cercana e interesantísima ruta.
Waypoints
Intersection
2,805 ft
20.- Desvío Izquierda
Waypoint
2,756 ft
21.- Arroyo de Belén. Puente
Waypoint
2,814 ft
22.- Fuente de los Maeses
Comments (6)
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Information
Easy to follow
Scenery
Easy
Me ha encantado seguir
tu ruta.
antoniorodriguez1952, gracias por tu comentario y valoración. Me alegro que te haya gustado la ruta, la Presa Real es una gran desconocida para los granadinos.
Un saludo.
Gracias por tu documentación
Buenísima.
Magnifica ruta para descubrir la acequia rwal
cascan, gracias por el comentario.
Salu2