28-8-2022 Ruta de las Tres Cascadas. Cerler

Excursión a uno de los rincones más bonitos de la zona, formado por las espectaculares tres cascadas de Ardones o del Bom. El camino nace junto al Centro comercial está señalizado con marcas amarillas y blancas de pequeño recorrido.

El sendero de arboledas comienza a abrirse para ceder su lugar a grandes planicies. Desde aquí, la ruta de las tres cascadas de Cerler discurre paralela al barranco Remáscaro durante un kilómetro.

Luego, río arriba, se encuentra la intersección entre el barranco Remáscaro y el barranco de Ampriu, donde hay un puente denominado puente de Vadiello o palanca del Molín, que permite cruzar sobre el río Ardonés.

Una vez cruzado el puente, la ruta de las tres cascadas de Cerler se vuelve tremendamente interesante y nos acerca a la primera de las cascadas. Tras unos 800 metros de camino siguiendo el barranco Ardonés, el sendero choca con la carretera que lleva al parking de las Cascadas.

A 500 metros se encuentra al fin el primer salto de agua, la cascada de Ardonés, siendo la más ancha y espectacular de la ruta.

En esta zona confluyen los barrancos de Ardonés, Clotet y Mascarada, cuyos trazos irregulares son el caldo de cultivo perfecto para la formación de cascadas. Apenas a 200 metros de la anterior cascada de Ardonés, se halla la de Clotet. Mientras que a 400 metros, siguiendo la ruta, se encuentra la tercera: la cascada de Mascarada.

Tras el vistazo de los enclaves estrella del recorrido, la ruta de las tres cascadas de Cerler se aleja de los barrancos para adentrarse en pastizales, grandes extensiones de terreno diáfano salpicado de terrazas dedicadas al cultivo y al pastoreo. Esta parte de la ruta, aunque más larga, es también más sencilla. Siguiendo las indicaciones del sendero tendremos un camino de aproximadamente 3,5 kilómetros hasta el desvío de Cerler.



Cerler, pueblo del valle de Benasque de mayor altitud del Pirineo Aragonés, es el lugar de partida de la ruta de las tres cascadas.

En el pasado, Cerler fue una aldea dedicada fundamentalmente al pastoreo. Los caserones, empedrados con techos de pizarra, contrastan como manchas oscuras entre las nuevas construcciones. La inauguración de la estación de esquí en 1970 es lo que más ha influido en la mutación de aquel pueblo de construcción austera que se ha transformado en los últimos años en una pequeña metrópoli.