272. La Horadada, Las Tuerces, y Monte Cildá desde Mave

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 59 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 459 metros (superior al que estima Wikiloc).

PREÁMBULO

Es hoy ‘tempranito’ (Da un poco de apuro decir cuánto…). Calentando motores. Con afán de chospar, pero aún sin destino concreto. Y falta sólo poco más de una hora para salir.

Cuando las opciones se te ofrecen en abanico, te mareas viendo pros. Bendito conflicto de múltiple aproximación. No quieres perderte nada (…por si todo se acaba a la noche).

Va a hacer bueno por doquier. Cualquier lugar servirá. Es difícil decidirse por un punto cardinal. Que si nieve para pisar allí, que si para ver allá. Que si los almendros en flor, y quizá los cerezos. Que si….

La primavera ya asoma en el almanaque. Y también en los campos y en los montes.

A veces (a veces…) desearíamos tener un cerebro informático en la sesera. Que sopese simultáneamente todas las opciones. Suma, resta, y listo. Allá voy.

Pero me pregunto si esa inteligencia artificial incorporaría la locura de la pasión. ¿Le faltaría el inefable (e irracional) carburador de la ilusión? No sé…. ¡Déjalo estar con el seso biológico!

...Fuera elucubraciones. Llegó la hora de la verdad: la de cerrar la puerta de casa desde fuera; de ponernos en marcha hacia algún lugar en el mundo. ...Y aún sin meta firme.

Bueno, al menos, habíamos reducido las opciones a dos. Ambas en el mismo trayecto; no lejos entre sí (10 km). A llegar a la primera, decidiríamos si apearnos o continuar.

No es que “Aún no sé qué haré mañana. Ya veré. Según me levante…”. No. Es que sigues sin saberlo hasta que llegas. Son las cosas de poli-apetencia. Te vuelven loco, afinando.

Así fue. Humana naturaleza.

LA RUTA

La ruta de hoy es relativamente conocida, así que (sin ser de diseño propio) no citaremos ninguna de las varias posibles fuentes, fácilmente localizables.

Después de algunos avatares (Anécdota), arribamos finalmente a destino (que no era, por cierto, el que habíamos elegido 15 minutos antes): Mave, principio y fin de la ruta.

Hay habilitado un aparcamiento a un km del pueblo. Se llega por un camino bacheado y ahora embarrado. El ‘parking’ de tierra, también. Es lo que pasa cuando ha llovido.

Ya en marcha, el camino al lado del río Pisuerga (hasta el km 1) se troca en sendero después de la central hidroeléctrica. Subimos a la Cueva del Gitano (km 1,2) y continuamos hasta lo alto del cañón.

En el km 2,7 descendemos a los campos de Villaescusa de las Torres. Enlazamos (km 3,1) con una pista que nos lleva a esa localidad (km 4,4). Bordeándola, damos con el sendero de ascenso (km 4,5) a Las Tuerces.

Una vez arriba (km 5,2), podemos movernos con libertad. Conocíamos el paraje y esta vez limitamos la exploración al borde occidental, por sus vistas panorámicas; y a la zona interior de Peña Mesa (km 6,1).

Luego seguimos una débil trocha entre las formaciones rocosas. Salimos del monumento natural de Las Tuerces a una pista de descenso por el este (km 6,8); hasta Villaescusa (km 9).

Cruzamos la vía y el flamante puente sobre el Pisuerga (km 9,5). Un nuevo ambiente nos envuelve durante casi dos km por la orilla del río. Plena de frondosidad vegetal y animación pajaril.

En el km 11,3 abordamos el ascenso al Monte Cildá. Una primera elevación (km 11,7) y una hondonada (km 12). Afrontamos la subida definitiva a lo más alto (km 12,8). Tiene las ruinas de un castro.

Allí iniciamos el descenso. Primero, faldeando; luego, encarando un corto pero empinado desnivel sin sendero. Nos deja en otra pista (km 13,9), que alcanza las puertas de Olleros de Pisuerga (km 14,5).

Aquí merece la pena entrar en el pueblo y dirigirse hacia su extremo norte para visitar el complejo eremítico rupestre. Nosotros, por azares del camino, lo habíamos hecho ya antes de comenzar la ruta.

Queda un km de asfalto para concluir la ruta, volviendo a Mave y el aparcamiento de inicio.

Posibles Dificultades:

No hay ninguna de importancia. La ruta, no obstante, tiene bastante sube y baja. La orientación es fácil, pero mejor con guía.

Si acaso, se puede mencionar el sendero de ascenso a Las Tuerces. Es empinado, pero corto y sin peligro. Luego, arriba, puede uno perderse entre tantos recovecos.

Quizá lo peor (‘menos bueno’) es la bajada desde el Monte Cildá; sobre todo, los 300 metros finales de fuerte descenso entre algo de maleza.

La carretera entre Olleros y Mave puede tener algo de circulación (más de lo que se le supone a una vía local). Pero es amplia, recta, y con arcenes.

DESTACADO

Un gran valor de esta ruta es su aportación de distintos y variados ambientes. Vas pasando por ellos sin tiempo para saciarte, y quedando satisfecho:

Profundos escarpes rocosos y río calmoso en el desfiladero; roquedos fantasiosos en Las Tuerces y en Monte Cildá; panorámicas de las altas montañas cantábricas; e historia y cultura humanas.

(1) El Cañón de la Horadada: Roquedos y Río

Muchas veces habíamos pasado en el lejano ayer entre esos cortados. En tren. Sobrecogía el telón de sus paredones y la sonoridad encañonada. El Pisuerga y el ferrocarril se apretujan abajo.

Pero aún queda sitio para un sendero. Enseguida remonta este, sea por la izquierda o por la derecha. ‘No vaya a ser que’… se quede atrapado y tenga que 'echarse al tren' (a la vía) o al agua para llegar al final.

Durante la ida, entre los cantiles y con el río debajo, atravesamos la Cueva del Gitano (‘casi’ en su estado natural). Durante la vuelta, vemos el tajo desnudo y su lecho acuático desde arriba, en el Monte Cildá.

El regreso nos ofrece una experiencia relajante por el interior del desfiladero; en sus tramos más anchos. Vamos por él durante casi dos km a la vera del río, entre la fronda de sus orillas.

En un día luminoso pre-primaveral, atronaba el pajaril jolgorio se(n)sual (‘sesual’ decían ‘Los Ilegales’). Ellos, el pajarerío, no manejarán los números del calendario. Pero notan que los días son ya más largos, etc. Lo celebraban sin recato. Contagiaban.

(2) Las Tuerces y Monte Cildá: Roquedos y Panorámicas

El Espacio Natural de Las Tuerces lo conocíamos de una ruta anterior: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/las-tuerces-y-castillo-de-gama-113941742 .

En la presente no era, pues, una novedad. Aun así, no dejan de sorprender esas esculturas calizas erosionadas con formas sugerentes. Otro tanto ocurre con los vericuetos entre ellas y las oquedades. Allá arriba, te transportan.

Y luego están las deslumbrantes vistas exteriores. Las más llamativas abarcan el noroeste, con las sierras de Brañosera e Híjar y la Montaña Palentina. Ahora estaban copiosamente nevadas sobre fondo azul. Se te iban los ojos.

(3) El Monte Cildá: (Más) Roquedos e Historia

El Monte Cildá tiene dos promontorios separados por una suave depresión. Desde ellos tenemos también buenas vistas de las montañas cantábricas. Además, el cañón queda justo a sus pies.

Dentro del propio monte hay un elemento paisajístico de especial atractivo. Lo modela una preciosa vaguada de verdes praderas e imaginativos riscos entre las dos jorobas.

El otro elemento de interés es cultural. Son las ruinas de un extenso castro cántabro. Pasó luego a manos romanas, visigodas, musulmanas. Con el avance de La Reconquista hacia el sur, dejó de tener valor defensivo y fue abandonado.

(4) La Iglesia Rupestre de Olleros de Pisuerga (...en la Roca):

Por razones un tanto azarosas (ver Anécdota), no pasamos por el conjunto eremítico cuando tocaba, cerca del final de la ruta, sino antes de empezarla. Hicimos bien.

En aquel momento, al socaire de las sombras del amanecer, el lugar resultaba mágico: emergiendo en la penumbra; aún entumecido por el frío de la noche; en la soledad del humo de las chimeneas.

El conjunto incluye una monolítica torre cuadrangular con campanario; a cien metros de la iglesia. Mirando al pueblo, algo apartado; para que el tañido de las campanas le llegue inconfundible.

Luego está la pequeña y apretada necrópolis medieval, con varios sepulcros antropomórficos tallados en la piedra arenisca, y una cueva eremítica.

Finalmente, la iglesia. Su fachada la conforma la misma pared de la roca, con el añadido de un atrio, una espadaña encabalgada y su campanillo, y algunos vanos de luz. El amplio interior (hay horario de visitas) está excavado en la roca.

Una pequeña maravilla labrada entre los siglos IX y XIII. Si bien sus formas son principalmente románicas, hay partes anteriores y otras posteriores a ese dilatado marco cronológico.

ANÉCDOTA

Esta sección habitualmente añade color a la ruta y con frecuencia tiene utilidad práctica. Hoy podría decir: “Nada hubo” (como anécdota). Punto.

O puedo arriesgar. …Me divierte y se me acumula para el plan de pensiones en la memoria de las rutas…. Y quizá a alguien más. Tiene una útil recomendación final (*).

Así que allá voy con la ‘anécdota’. Recuérdese que habíamos salido de casa con el ‘Aún no se sabe…’ reverberado entre las sienes (Preámbulo).

500 metros antes del primer posible destino de dos, el pueblo de Puentetoma, pregunté: --«¿Cuál prefieres?». --«Ambos están bien», oí al eco. O sea, que ‘Aún no se sabe…’.

Al pasar junto a Puentetoma, vimos una airosa ermita románica. Freno y marcha atrás. Entramos por un camino. No vemos el sitio ‘ideal’ para aparcar y terminamos ‘expulsados’ a la carretera.

--«¡A la porra! Tira para Mave». 10 km más allá. El otro destino. …‘Aún no se sabe…’.

Sí sabíamos que en Mave había un estacionamiento rutero fuera del pueblo. Suponíamos que un letrero lo indicaría. Lo había, pero estilizado y vuelto de espaldas. No lo vimos, pasamos de largo y terminamos en Olleros. …‘Aún no se sabe…’.

--«Bueno, pues aprovechemos y contemplemos ahora su eremitorio rupestre, y así no venimos luego a pie».

Contentos nos dejó lo que allí vimos. Y contentos volvimos en coche a Mave: --«Nos hemos ahorrado más de 2 km de caminata (ida y vuelta) por carretera». ¡Qué suerte!

…Y con esa fantasía seguí (‘tralará laritaaa’; ‘¡qué listo!’…).

Pero ya cerca del final vi que, inevitablemente, pasaríamos a pie por Olleros. Que ‘de ahorro, nada’, y que habría que pisar asfalto hasta Mave.

No sé qué birria de sistema de navegación usé (en mi cabeza). Qué adefesio de razonamiento espacial me obcecó. ¡Vaya despiste! Las ansias que ciegan la vista y obnubilan la mente. ("El 'seso biológico' ataca de nuevo...").

(Bueno, al menos al final, 'Sí se supo').

"Puentetoma, ¡calienta...! Que bien pronto volveremos y encontraremos donde aparcar". (Y así sería).

(*) Moraleja Práctica: Si llegas a Mave por el Oeste, verás el letrero de desvío al estacionamiento rutero a tu izquierda. Pero, si llegas por el Este, atención a la derecha ¡y al espejo retrovisor! o te pasará desapercibido.