21-11-05 DE ROCAS Y DE CASTILLOS

Esta ruta es un paseo por el área del Neveral, a modo de homenaje a la roca caliza, pues no sólo la contemplamos en su forma natural, sino también tras ser utilizada como material de construcción en castillos, apriscos, fuentes o cortijos.
Comienza el camino en la gasolinera que hay frente al parque de bomberos. Atravesamos una pequeña urbanización que pronto nos hace entrar en calor por sus fuertes rampas. Es una mañana ventosa y fría.
Tras caminar por senderillos que atraviesan campos baldíos y algún que otro olivar, llegamos a Cuatro Picos. El nombre lo dice todo,
y las fotos también. Son rocas con presencia humana desde antiguo, pues esconden varios grupos de pinturas rupestres. Nosotros no pudimos encontrarlas, aunque sí vimos los grafitis del presente y el material que enclavan en la piedra los escaladores actuales.
Desde este punto nos desplazaremos hasta el cortijo de la Fuente de la Zarza. No quedan más que restos que a duras penas perviven en pie. Una de aquellas edificaciones de paredes gruesas en las que la piedra era material imprescindible, y que mantenían el interior fresco en verano.
No muy lejos de allí se halla la fuente que le da nombre. El agua de lluvia se filtra por la roca caliza, se almacena y, al dar con zonas arcillosas, sale a la luz en forma de manantial allí por donde le permiten las calizas.
Ahora nos dirigiremos hasta un antiguo aprisco de ganado ya olvidado. Está bien protegido por arbolado y paredes de roca. Un muro de piedras cierra el recinto.
Toca ahora pasar de soslayo junto al hospital Dr. Sagaz, de camino hasta la Fuente del Caño Quebrado, donde da gusto ver que cae agua.
Antes de seguir hacia el castillo, nos detendremos en los merenderos para hacer un alto en el camino y tomar un refrigerio de media mañana. Sentados en una de las mesas de piedra, recibimos con gusto los rayos del sol de diciembre.
Ya repuestas las fuerzas, ascenderemos por un bonito senderillo hasta los restos del antiguo castillo musulmán, el Abrehuy. Grandes formaciones de rocas jalonan la marcha, mientras las vistas se pierden hacia el cerro Almodóvar, y el del Tambor, con Jabalcuz al fondo.
Como no podemos acceder desde aquí al castillo, pues el Parador, cercado, lo impide, bajaremos con cuidado por una veredilla algo arriesgada. Casi que es mejor desandar el camino para tomar la carretera junto a los merenderos.
Siguiendo por la carretera, llegaremos a la entrada del Parador y, a continuación, al castillo de Santa Catalina. La entrada tiene un 5 sobre la puerta. Es el único castillo con dirección postal, de cuando fue prisión.
Continuaremos hasta la cruz, para divisar desde esta privilegiada altura la ciudad de Jaén y los montes de los alrededores.
Ahora comienza el regreso. Volveremos hasta la carretera y, al llegar a un transformador, descenderemos por una apertura practicada en el pretil. Seguimos junto a la muralla, de la que admiramos su grosor. A pesar de esto, el tiempo ha hecho mella en ellas y piden a gritos que se emprenda una campaña de conservación.
Llegado el momento, abandonaremos la muralla y seguiremos por un camino que nos conduce a través de pinares, hasta desembocar en un gran promontorio rocoso con amplias vistas hacia la ciudad.
Desde este punto sólo resta seguir hasta la gasolinera.