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Teruel - Cutanda. Camino de los Almorávides

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Trail stats

Distance
54.65 mi
Elevation gain
2,484 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
2,080 ft
Max elevation
4,181 ft
TrailRank 
31 5
Min elevation
2,958 ft
Trail type
One Way
Time
8 hours 3 minutes
Coordinates
3893
Uploaded
March 16, 2021
Recorded
March 2021
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near Teruel, Aragón (España)

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Itinerary description

EL CAMINO DE LOS ALMORÁVIDES.
Javier Ibáñez González & Rubén Sáez Abad.

El 17 de junio de 1120, en los campos de Cutanda (Calamocha), se enfrentaron las tropas de Alfonso I de Aragón contra un poderoso ejército almorávide; choque que se saldó con una resonante victoria cristiana y que, a la postre, constituyó la batalla más importante de toda la Reconquista en territorio aragonés. Un reciente estudio realizado en el marco del Proyecto Batalla de Cutanda, ha permitido reconstruir la parte final del hipotético trayecto seguido por el ejército almorávide.
Éste había partido del valle del Guadalquivir en la primavera de 1120, sumándosele en ruta contingentes de distintas partes de al-Ándalus (Lérida, Granada, Murcia, Valencia, Molina de Aragón), además de gran cantidad de voluntarios, animados por la predicación de la Guerra Santa. Según Ibn Idari, las fuerzas almorávides sumaban 5.000 jinetes y cerca de 10.000 infantes.
Tan importante fuerza expedicionaria debió requerir de una importante logística, procediendo buena parte de los suministros de las zonas por las que transitó la expedición. Lo más probable es que los productos se centralizaran en los centros rectores del territorio, junto a los que discurrían los principales caminos. Las jornadas de desplazamiento tomarían como referencia dichos núcleos, separados entre sí entre 30 y 40 kilómetros. Pero en las tierras turolenses los grandes núcleos de población escaseaban, ocupando el papel de centros rectores del territorio los husun o castillos rurales. En ellos se debieron concentrar los suministros, acampando el ejército a su amparo al final de cada jornada.
Poco antes de mediados de junio, la expedición almorávide acamparía en las inmediaciones de Tirwal, enclave andalusí que controlaba el tramo final de los ríos Alfambra y Guadalaviar, y el inicial del Turia.
A partir de ese punto, el ejército encaró las tres últimas jornadas de trayecto, el que hemos llamado "Camino de los Almorávides". A causa de los cambios operados en la red de comunicaciones andalusíes durante los siglos X y XI, la ruta elegida no fue por el Alto Jiloca sino por el valle del Alfambra. Este cambio pudo responder a la presencia de problemas en el Alto Jiloca. Una posible causa pudo ser la surgencia de la Fuente de Cella, cuya falta de drenaje dificultaría el tránsito, aumentando además el riesgo de enfermedades.
También pudo influir la existencia de un camino alternativo que, partiendo aguas abajo del anterior, se adentraba por los altiplanos turolenses hasta el valle del Alfambra, cruzaba la Sierra de Gúdar por Alcalá de la Selva, Linares y Puertomingalvo, para acabar alcanzando la costa castellonense.
La antepenúltima jornada: de Teruel al Castillo de Alfambra.
Desde Tirwal, el antiguo camino andalusí ascendía por la margen izquierda del río Alfambra, cruzando al otro lado antes de llegar al barranco que desciende desde la Laguna de Tortajada. Las intensas transformaciones operadas en el entorno de Teruel, hacen difícil proponer una ruta concreta, que, en todo caso, pasaría cerca de Los Castillejos de Tortajada. Se trata de un estrecho y alargado cerro en el que aparecen materiales andalusíes, además de evidencias de ocupaciones previas.
Ya en la margen derecha, el siguiente hito destacado es el Castillo de Villalba Baja y las cuevas anexas. Se conservan los restos de una torre defensiva en la cumbre de un abrupto cerro contiguo al casco urbano; a sus pies se situaba lo que debió ser una alquería instalada en un conjunto de cuevas artificiales excavadas en la roca. El itinerario volvía a vadear el río frente al propio asentamiento, discurriendo por la margen izquierda. A la altura del azud del que toma las aguas la Acequia de Tras el Molino, vuelve a vadear el Alfambra, cruzando a la margen derecha.
Más adelante, a casi una hora de distancia andando desde Villalba, en la margen opuesta, se encuentra la Peña de los Moros de Cuevas Labradas. En la escarpada vertiente que da al río, se sitúa un interesante conjunto de cuevas artificiales. A una hora de distancia, en esta misma margen, se encuentran las Cuevas de los Moros de Peralejos; como en los casos anteriores, se trata de cavidades artificiales de época andalusí. Alguna de ellas tiene dos plantas de altura y un sistema de aspilleras que protege la puerta de entrada.
Conforme nos acercamos a Alfambra aumenta el número de asentamientos y emplazamientos defensivos. El Azud de Peralejos marcaba el límite del territorio del Castillo de Alfambra en época islámica, como se desprende de la delimitación del espacio otorgado por Alfonso II recogida en el Fuero de Alfambra.
A tan sólo media hora de distancia de las Cuevas de los Moros de Peralejos, también en la margen izquierda, se encuentra el Castillo de Troya-Románica (Alfambra) y un nuevo conjunto de cavidades artificiales, ambos igualmente de época andalusí. Asentada sobre un alto espolón, esta fortaleza controlaba la confluencia en el Alfambra de los barrancos de la Pólvora y de la Covacha, así como la parte meridional de la circunscripción territorial del Castillo del Alfambra. Estaba protegida por un amplio foso tallado en la roca caliza, cuya escarpa y contraescarpa presentan un ligero talud y conservan las marcas del pico. El enclave cuenta con un aljibe tallado en la roca, apreciándose la presencia de diversas estructuras interiores.
Las cuevas artificiales se concentran en el escarpe meridional del espolón del castillo, prolongándose también por el cortado de la muela. Hay cavidades de una, dos y hasta tres alturas, comunicándose las distintas plantas mediante escaleras interiores.
A poco menos de una hora andando del Castillo de Troya-Románica se encuentra Malvecino, en este caso en la margen derecha del río. Ocupa la parte más elevada de un espolón, que estuvo protegido por una muralla perimetral, con un potente torreón en su flanco occidental, del que se conserva su base. A media hora andando de él, está el Castillo de Alfambra.
El Castillo de Alfambra.
El Castillo de Alfambra ocupa la cumbre y parte de la ladera superior de un estrecho y alargado cerro, situado en un ensanchamiento de la depresión del Alfambra. Se trata de una magnífica posición, que controla una encrucijada de caminos y que aúna una envidiable capacidad defensiva con su proximidad a los principales recursos económicos del territorio (la fértil vega del Alfambra). Estas circunstancias han favorecido su ocupación durante los últimos 4.500 años.
En época islámica, entre los siglos IX a XI, albergó un importante castillo (hisn), que podría corresponderse con Garad.s, citado por el geógrafo hispanomusulmán Al-Udri (1002-1085). A este momento pertenece la torre conservada en la parte Nororiental de la fortaleza, realizada con sillería de conglomerados. Y posiblemente también el aljibe, una de las estructuras más relevantes de la fortaleza; cubierto con bóveda apuntada reforzada con cinco arcos de sillería (actualmente desaparecidos), contaba con un sistema de decantación con tres compartimentos, comunicados mediante un sistema de "rebosaderos"; tras pasar por los dos primeros compartimentos, el agua se extraía por el brocal de un pozo abierto en el tercero.
El enclave fue conquistado hacia 1169 por Alfonso II, que lo donó a la Orden de Monte Gaudio (1174). Se inició así un largo periodo, en el que el castillo estuvo en manos de distintas órdenes militares: Monte Gaudio / San Redentor (1174-1196), Temple (1196-1312) y Hospital (1317-siglo XIX).
La penúltima jornada: del Castillo de Alfambra al de Pancrudo.
Tras pasar por Alfambra, el camino andalusí debía llevar un trazado muy similar al del antiguo camino de Orrios, que discurre por la margen derecha hasta llegar a la zona de la ermita de San Miguel de Orrios, donde cruza el río. Frente al vado se encuentra el asentamiento andalusí de Roma. En lo alto del cerro se encuentran los restos de un torreón de planta cuadrada, que conserva un alzado superior al metro y medio de altura. A los pies del mismo, en la ladera, se asentaba la alquería. El conjunto de Roma puede identificarse con Miraveto, enclave donado en 1174 a la Orden de Monte Gaudio.
A poco menos de media hora, en la margen izquierda, se encuentra el pueblo de Orrios, donde existía otra fortificación donada por Alfonso II a la Orden de Monte Gaudio en 1182. De ésta sólo se conserva el tormo sobre el que se asentó, parcialmente tallado en su base para asegurar sus potencialidades defensivas.
Aguas arriba, y tras cruzar nuevamente el río cerca del azud de una antigua acequia de la Vega Alta de Orrios, el camino andalusí abandona definitivamente el fértil valle del Alfambra, ascendiendo por el barranco de la Cañada. Pero, pese a ser éste el acceso más cómodo al Altiplano, podría no ser el más seguro para un ejército en marcha, dado el estrecho barranco atravesar y el riesgo de emboscadas; como alternativa, seguir un trazado similar al de la carretera N-420.
Tanto el camino del barranco de la Cañada, como el de la carretera N-420 convergen en Perales de Alfambra o "de Suso", que también formó parte de las poblaciones entregadas por Alfonso I a Monte Gaudio en 1174; este enclave contó con una torre de planta circular, contigua a la actual iglesia parroquial. A partir de este punto, el camino discurre por una zona llana, pero en la que el agua escasea. En este tramo es menor el número de enclaves islámicos conocidos y la seguridad del trazado establecido.
Una de las posibilidades, la más factible, es que discurriera por el antiguo Camino de Fuentes Calientes, pasando cerca del área en la que debía situarse Villarrubeum, enclave citado entre los de la Orden de Monte Gaudio en 1180. Y desde allí, ascendería hasta Fuentes Calientes, población sita a una hora y media de Perales y que fue donada también a la Orden de Monte Gaudio en 1175. Junto a esta localidad se encuentra uno de los escasos espacios irrigados del altiplano, que se alimenta de las surgencias del barranco de las Fuentes; precisamente, éstas se encuentran al pie de la fortificación islámica de La Atalaya (Fuentes Calientes). Desde allí, por el antiguo camino de Pancrudo a Fuentes Calientes, se llegaba al Castillo de Pancrudo en poco más de hora y media.
La otra posibilidad es que, desde Perales de Alfambra, el camino se dirigiera hacia el enclave andalusí de la ermita de la Virgen de la Rosa (Rillo), a dos horas de distancia. Éste se encuentra asentado en la cumbre de una amplia loma, donde se documentan los restos de un yacimiento ibérico. Desde él se llega al Castillo de Pancrudo en una hora y media. Esta opción tiene la desventaja, respecto a la anterior, de contar con menos posibilidades de suministro de agua.
Sea cual fuere la opción elegida, ambos caminos convergían en las proximidades del Collado, que marca el cambio de la cuenca hidrográfica del Turia a la del Ebro. Ese último tramo discurría paralelo a la actual carretera A-1510, documentándose la existencia de las huellas de rodadas de un antiguo camino carretero, ya dentro del término municipal de Pancrudo.
El Castillo de Pancrudo se encontraba en la parte más alta de una amplia loma, sobre las primeras hoces del río Pancrudo. A falta de excavaciones arqueológicas, poco sabemos de la fortificación andalusí, más allá de la presencia de materiales de dicha cronología en su superficie. No está clara su estructura, identificándose la presencia de dos torres (una en el flanco septentrional y otra en el oriental), un muro perimetral y diversas estructuras interiores, parcialmente exhumadas por las trincheras excavadas durante la Guerra Civil.
La última jornada: del Castillo de Pancrudo al de Cutanda.
El Castillo de Pancrudo protegía un cruce de caminos marcado por una compleja orografía, dos de los cuales se dirigen hacia la zona de Cutanda. El más directo era el que pasaba por Alpeñés; pero también es el más arriesgado para un ejército en tránsito, al discurrir por espacios propicios para las emboscadas, especialmente el Angosto de Villagarda. La otra opción era dar un rodeo por Puerto Mínguez, pasando por Portalrubio. Después, ambos caminos se juntan a la salida del Angosto.
A menos de media hora de distancia de Villagarda se encuentra el Cabezo de los Chicos, pequeño espolón de una muela en el que se detecta la presencia de materiales islámicos asociados a una estructura indeterminada. Aguas abajo del Pancrudo se localiza el Cerro de la Cesta (Torre los Negros), posición fortificada islámica situada a una hora y cuarto de Villagarda. Está protegido por un recinto exterior, con una posible torre, realizado con grandes bloques de piedra y situado en la parte media-alta de la ladera.
En esa misma margen, a poco más de tres cuartos de hora andando, se encuentra el Cerro del Castillo de Barrachina; se trata de una elevación contigua al casco urbano de esta localidad, en la que se ha detectado la presencia de escasos materiales islámicos. El Cerro del Castillo controla la entrada del antiguo camino de Barrachina a Cutanda, la opción más rápida y cómoda para acceder a Cutanda; tras abandonar la vega del Pancrudo, en una hora y cuarto se llega al Castillo de Cutanda.
Otra posibilidad es continuar por la vega del Pancrudo, pasando junto a la extensa alquería andalusí de La Pedrera o El Picueto (Barrachina), situada a poco más de media hora andando. Éste es el núcleo de población de mayor entidad existente entre Pancrudo y Cutanda. Aunque su función es claramente habitacional, no carece de estructuras defensivas, destacando la torre situada en su cumbre.
Aguas abajo, del valle del Pancrudo parten dos posibles caminos hacia Cutanda, que ascienden por sendos barrancos con tramos de cierta pendiente y en los que un ejército en tránsito se encontraría en desventaja. El primero es el Camino del Prado; en una de las alturas que lo controlan, se detectó la presencia de escasas cerámicas andalusíes y de una acumulación de piedras entre la que se distingue un posible muro de traza circular. El otro es el Camino del Villarejo.
El camino descrito desde Teruel hasta Cutanda debió ser el seguido por el ejército almorávide, que instaló su último campamento en el paraje de Las Celadas de esta última localidad. La intención de los almorávides debía ser la de proseguir hasta Zaragoza o bien la de enfrentarse con el ejército de Alfonso I. Esto último fue lo que sucedió a no mucha distancia de Las Celadas, truncándose definitivamente su viaje. La expedición almorávide fue aniquilada en tierras de Cutanda.

En bici:
Hemos intentado usar todos los caminos posibles pero en muchos casos lo que en su día debieron de ser vías de comunicación se han asfaltado y en otros casos han desaparecido. En cualquier caso es una aproximación a lo que debió ser su itinerario.
Empezamos en Teruel en la plaza de la Judería y termina en el centro de interpretación de Cutanda.
La primera parte transcurre por la ruta fluvial de rio Alfambra para después adentrarnos hasta el nacimiento del rio Pancrudo Pasando por población que lleva su nombre hasta Alpeñés, Torres los Negros Barrachina y Cutanda.
Una ruta con muchas posibilidades de disfrute que en verano con menos agua en el rio Alfambra permitirá los vadeos más fáciles.

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