Tetuán a Zarka (y bajada por el monte, con perritos maleducados)
near Lkharrouba, Tanger-Tetouan-Al Hoceima (Morocco)
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Trail photos
Itinerary description
Ah, Rkld
Para qué esperar al fin de semana si el campo está ahí, las bicis también y los colegas que van con piñón chico; de manera que hoy a las cuatro y treinta y un minutos era la cita en la gasolinera del Pilar. Me visto y le echo un vistazo a la bici, tiento la rueda trasera y cágate lorito, desinflada, con menos aire que yo subiendo a Zarka, por tanto, otra vez en la gasolinera le eché aire y rogué a san Pancracio que no me dejara tirado por esos montes, la plegaria surtió efecto.
Y a la cita fueron muchos los llamados y pocos los llegados, Dani, que aparecía gentilmente bajando por Mauritania. Sin pérdida de tiempo, pendiente del Glamour hasta la rotonda y caminito adelante hasta Coelma, desde donde se inicia el ascenso, leve al principio, se va sintiendo una respiración acelerada hasta que llegamos a la primera cuesta en serio y allí yo eché pie a tierra, el bofe se me vino arriba, lo que quedaba por subir me acongojó y, en definitiva, las fatiguitas se apoderaron de mÍ, a esas alturas, maltrecho cuerpo y delicada moral. Pero Dani, dale que te dale, que se subió la cuesta, oye, y mientras, un paisano que hacía abdominales inversos me miraba, «ah jae,iaala, zit,zit». Sí, que te lo crees tú. Un motor eléctrico es lo que yo necesito…
Ya hemos subido la cuesta y aunque quedaban algunos repechos, mi delicada moral no podría sufrir otro descalabro así que mirando al majestuoso Gorgues, perfectamente recortado por el cielo azul, nítido, me dije, «¿kein o makeinsh kalaouis? Kein, kein» y, con la vigilancia del monte y de todas las vergüenzas pasadas conseguí llegar arriba.
Decidimos bajar por la izquierda, y qué bajada, nos costó una equivocación de cien metros pero después nos encaminamos hacia la senda correcta que nos confirmó un campesino:
—Ah, jae, trek Coelma hedi?
El paisano nos mira: «bu, de dónde habrán salido estos》, creo que yo que pensaría», pero dijo:
—Iye, chmel w nishan—, y se tocó el brazo izquierdo.
Le preguntamos por unos perritos maleducados que ladraban:
—Ah, jae, jatar l qelb? Muskil?
Y va y nos dice que no, que los perritos son… unos santos, que vete tú a saber.
Pasamos por los perritos que se amilanaron ante las perras mecánicas que llevábamos. Una parada para una foto, admirar el verde, Tetuán al fondo, la montaña y el tajo bajero que le han pegado al Gorgues para sacarle piedras. También había por allí unos chabolos, que me da a mí, que no están en el plan de urbanismo.
La bajada fue un subidón de adrenalina, yo creo que íbamos muy rápido por ese magnífico bosque, que solo mereció una parada para reponer fuerzas, antes de llegar a Coelma, atravesando algún estercolero de olores plásticos, barrios populares y gente aglomerada en la calle. Hay que confesar que hubo un repecho traicionero que nos impidió llegar triunfantes y echamos pie a tierra pero, mira, así charlamos y disfrutamos del paisaje.
Desde Colema al Pilar, repetición de la jugada hecha, no da para más. En la puerta del Instituto nos esperaban Mónica y Raquel para entregarnos los galardones figurados, y nosotros, chismorreados por los alumnos que a esa hora salían, decidimos poner fin a la etapa y subimos por Mauritania, para columpiarnos en las miradas de los paseantes.
Para qué esperar al fin de semana si el campo está ahí, las bicis también y los colegas que van con piñón chico; de manera que hoy a las cuatro y treinta y un minutos era la cita en la gasolinera del Pilar. Me visto y le echo un vistazo a la bici, tiento la rueda trasera y cágate lorito, desinflada, con menos aire que yo subiendo a Zarka, por tanto, otra vez en la gasolinera le eché aire y rogué a san Pancracio que no me dejara tirado por esos montes, la plegaria surtió efecto.
Y a la cita fueron muchos los llamados y pocos los llegados, Dani, que aparecía gentilmente bajando por Mauritania. Sin pérdida de tiempo, pendiente del Glamour hasta la rotonda y caminito adelante hasta Coelma, desde donde se inicia el ascenso, leve al principio, se va sintiendo una respiración acelerada hasta que llegamos a la primera cuesta en serio y allí yo eché pie a tierra, el bofe se me vino arriba, lo que quedaba por subir me acongojó y, en definitiva, las fatiguitas se apoderaron de mÍ, a esas alturas, maltrecho cuerpo y delicada moral. Pero Dani, dale que te dale, que se subió la cuesta, oye, y mientras, un paisano que hacía abdominales inversos me miraba, «ah jae,iaala, zit,zit». Sí, que te lo crees tú. Un motor eléctrico es lo que yo necesito…
Ya hemos subido la cuesta y aunque quedaban algunos repechos, mi delicada moral no podría sufrir otro descalabro así que mirando al majestuoso Gorgues, perfectamente recortado por el cielo azul, nítido, me dije, «¿kein o makeinsh kalaouis? Kein, kein» y, con la vigilancia del monte y de todas las vergüenzas pasadas conseguí llegar arriba.
Decidimos bajar por la izquierda, y qué bajada, nos costó una equivocación de cien metros pero después nos encaminamos hacia la senda correcta que nos confirmó un campesino:
—Ah, jae, trek Coelma hedi?
El paisano nos mira: «bu, de dónde habrán salido estos》, creo que yo que pensaría», pero dijo:
—Iye, chmel w nishan—, y se tocó el brazo izquierdo.
Le preguntamos por unos perritos maleducados que ladraban:
—Ah, jae, jatar l qelb? Muskil?
Y va y nos dice que no, que los perritos son… unos santos, que vete tú a saber.
Pasamos por los perritos que se amilanaron ante las perras mecánicas que llevábamos. Una parada para una foto, admirar el verde, Tetuán al fondo, la montaña y el tajo bajero que le han pegado al Gorgues para sacarle piedras. También había por allí unos chabolos, que me da a mí, que no están en el plan de urbanismo.
La bajada fue un subidón de adrenalina, yo creo que íbamos muy rápido por ese magnífico bosque, que solo mereció una parada para reponer fuerzas, antes de llegar a Coelma, atravesando algún estercolero de olores plásticos, barrios populares y gente aglomerada en la calle. Hay que confesar que hubo un repecho traicionero que nos impidió llegar triunfantes y echamos pie a tierra pero, mira, así charlamos y disfrutamos del paisaje.
Desde Colema al Pilar, repetición de la jugada hecha, no da para más. En la puerta del Instituto nos esperaban Mónica y Raquel para entregarnos los galardones figurados, y nosotros, chismorreados por los alumnos que a esa hora salían, decidimos poner fin a la etapa y subimos por Mauritania, para columpiarnos en las miradas de los paseantes.
Waypoints
Comments (1)
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Grandes!!!