Tetuán a Cabo Negro (Antes la tábana, ahora revienta la rueda)

Habrá que ir pensando en cambiar de ruta...no sé yo. El caso es que comenzamos mal, yo voy a buscar a Isco y me reciben sus perritos ladradores. Tiro para el Glamour y allí no estaba, que ya se había ido, me dicen. Y dónde coño andará Isco, el aparcacoches me hace señas que ya ha pasado por allí, por tanto yo enfilo hacia la rotonda de la circunvalación, y al cabo de unos cientos de metros veo un bulto negro que luego se va definiendo, coño, pero si es Isco que creía que nosotros ya nos habíamos ido. Resumiendo, la culpa la tiene el guasap.
Dejo testimonio fotográfico de la ruta, que esta vez sí diseñó el wikiloc. En la rotonda de Cabo Negro una cabileña, después del asalamo alekum de Isco, nos dijo:
—Ah, riada misiuna? Bsaha
Yo, que quise tirarme el pegote, le dije:
—Iye, walikin meji Tetuán
Y ahí estuvo el tropiezo, porque después de la bajada hasta el Mandi, y ya por los llanos de Mallalienne , un adoquín, que formaba parte de otros adoquines, se juntó con la rueda de la bici de Isco y la jodió, y bien jodida que quedó.
Yo que había iniciado la escapada con viento de popa miraba de vez en cuando al pelotón y nadie aparecía, así que me paré y ya lo vi, pie a tierra, así que retrocedí hasta llegar a su altura.
—Qué ha pasado —y va me lo cuenta.
—Chacho, pues vamos a parar un carromato que te lleve a Pabellones, por 20 dirhams
—Que no, que esto voy yo andando en un momento.
—Pues me quedo contigo.
—Que no pasa na, tú vete .
—Chaco, pero ¿aquí te vas a quedar? Bueno, al lado del Mandy pinchó Munir y lo arregló en un taller cercano
—Que sí, que yo voy —y etcétera.
Allí se quedó, aquí yo me vine. Al llegar a la Gare giré a la derecha, enfilando la cuesta que lleva al Museo pero, antes de llegar, giré a izquierda y (bueno velo en el mapa) llegué a casa sin echar el pie a tierra.
Después de la ducha, salí a Vitorio y Luccino, a llevarle unos pantalones para cogerle la bastilla, y en la puerta me dijo Adil:
—Tu amigo bici —haciendo el gesto de la victoria invertida, moviendo los dedos.
Y digo yo:
— Isco, ¿desde los llanos de Mallalienne has venido con la bici?