Maratona 2018 (Dolomitas-Italia)
near La Villa, Trentino-Alto Adige (Italia)
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Trail photos
Itinerary description
Todo empezó cuando coincidí en un café en Náquera después de una salida en bici con Juan Carlos y José María, los amigos de Javi. Dado que han hecho marchas cicloturistas por toda Europa, les pregunté ‘¿Cuál es la marcha más espectacular que habéis hecho?’. Sin dudarlo, me dijeron: ‘La Maratona de los Dolomitas’. Y la semilla quedó sembrada. Con sólo un poco de amor por el ciclismo y otro poco de ponerse un objetivo retador, la semilla germinó y en unas semanas estábamos ya inscritos y buscando alojamiento y vuelos 5 meses antes del evento.
Definitivamente, la Maratona es una marcha cicloturista sin parangón. No sólo por sus 4.230 m de desnivel en 138 km. Ni tampoco por encontrarte entre 12.000 ciclistas italianos, holandeses, ingleses, suizos y de países remotos que jamás imaginarías. Ni por el gran ambiente de apasionados de la bici que deciden compartir esa aventura. Lo es sobre todo por la espectacularidad del paisaje, de esas formaciones rocosas que surgen como agujas entre los verdes valles sembrados de pinos y prados que son abiertos en canal por unas serpenteantes carreteras que se convierten en unos maravillosos puertos de montaña en los que uno tiene que decidir si pedalear o bajarse a disfrutar del entorno.
La organización es fantástica, con mallot de regalo de calidad, muchos avituallamientos, servicios mecánicos, asistencia sanitaria con ambulancias y helicópteros, pero voy a poner tres pegas. Primera, el asfalto tiene bastantes baches y grietas que provocaron alguna caída en los descensos. Segunda, la salida está muy mal organizada tardando 1 hora en pasar por la casilla de salida, que penaliza luego para llegar a tiempo al corte si quieres hacer la marcha larga. Tercera, que después de ese retraso te obliguen con malas formas a quitarte el chip y el dorsal por sólo cinco minutos después de hacer 2000 km y pagar una inscripción nada barata es bastante decepcionante.
La marcha tiene un primer bucle formado por 4 puertos. Se sale desde La Villa en dirección a Corvara para iniciar el Paso Campolongo (1875m, 5,8km y 6,1%), muy bonito y con miles de aficionados animando, haciendo las eses de la carretera entre miles de ciclistas. Hay que poner el pie en el suelo alguna vez del atasco descomunal de tanta gente. El Passo Pordoi (2239m, 9,2 km y 6,9%) al que se accede desde Arabba es un puerto precioso en el que impresiona ver miles de ciclistas en las curvas hasta la cima y otros tantos si te das la vuelta y miras a tu espalda. Al coronar el puerto, hay una bajada vertiginosa hasta el primer avituallamiento desde donde se inicia el tercer puerto, el Passo Sella (2244m, 5,5 km y 7,9%) que enlaza con el siguiente, el Passo Gardena (2121m, 5,8 km y 4,3%). Indudablemente, este es el tramo más bello, con unas vistas que obligan a pararse para hacer fotos: ¡al comino los tiempos!, sobre todo cuando el objetivo es hacer la marcha junto a tus amigos, esperándonos en las cimas y entrando en meta juntos. Aquí acaba la marcha corta, que vuelve hacia Corvara. Para el resto, viene el quinto puerto, que es de nuevo el Passo Campolongo, pero esta vez sin aglomeraciones. Desde Áraba iniciamos descenso y luego hacemos el único tramo rodador hasta el punto dónde has de decidir si haces la marcha intermedia o si te atreves con el imponente Passo Giau (2236m, 9,9 km y 9,3 %). Este puerto no es el más bonito, pero sí el más duro, sin un solo respiro para las piernas después de llevar más de 2000 m de desnivel en las piernas. La ascensión fue dura, pero la disfruté pues me encontraba bien. Ahora, dejé un reguero de corredores que se paraban, estirando por las rampas o empujando la bici porque se rendían. Tras agruparnos de nuevo, iniciamos el descenso después de recuperar fuerzas en el avituallamiento de la cima. El descenso es un gustazo hasta Poccol, desde dónde tomamos el último puerto, el Passo Falzarego y Valparola (2220 m, 11,5 km y 5,8%). Desde allí sólo hay que dejarse caer para llegar a la Villa de nuevo, donde nos espera la rampa del Mur de Giat, una pared de 160 m con un desnivel máximo del 19 %. Y de ahí, a la meta en Corvara para recoger la medalla de Finisher y hacernos la foto de rigor.
¡Prueba superada! La sonrisa nos llega de oreja a oreja. Los parajes más bellos que hecho jamás en bici de carretera, en un ambiente extraordinario y con mis buenos amigos Javi y Juan Carlos.
Definitivamente, la Maratona es una marcha cicloturista sin parangón. No sólo por sus 4.230 m de desnivel en 138 km. Ni tampoco por encontrarte entre 12.000 ciclistas italianos, holandeses, ingleses, suizos y de países remotos que jamás imaginarías. Ni por el gran ambiente de apasionados de la bici que deciden compartir esa aventura. Lo es sobre todo por la espectacularidad del paisaje, de esas formaciones rocosas que surgen como agujas entre los verdes valles sembrados de pinos y prados que son abiertos en canal por unas serpenteantes carreteras que se convierten en unos maravillosos puertos de montaña en los que uno tiene que decidir si pedalear o bajarse a disfrutar del entorno.
La organización es fantástica, con mallot de regalo de calidad, muchos avituallamientos, servicios mecánicos, asistencia sanitaria con ambulancias y helicópteros, pero voy a poner tres pegas. Primera, el asfalto tiene bastantes baches y grietas que provocaron alguna caída en los descensos. Segunda, la salida está muy mal organizada tardando 1 hora en pasar por la casilla de salida, que penaliza luego para llegar a tiempo al corte si quieres hacer la marcha larga. Tercera, que después de ese retraso te obliguen con malas formas a quitarte el chip y el dorsal por sólo cinco minutos después de hacer 2000 km y pagar una inscripción nada barata es bastante decepcionante.
La marcha tiene un primer bucle formado por 4 puertos. Se sale desde La Villa en dirección a Corvara para iniciar el Paso Campolongo (1875m, 5,8km y 6,1%), muy bonito y con miles de aficionados animando, haciendo las eses de la carretera entre miles de ciclistas. Hay que poner el pie en el suelo alguna vez del atasco descomunal de tanta gente. El Passo Pordoi (2239m, 9,2 km y 6,9%) al que se accede desde Arabba es un puerto precioso en el que impresiona ver miles de ciclistas en las curvas hasta la cima y otros tantos si te das la vuelta y miras a tu espalda. Al coronar el puerto, hay una bajada vertiginosa hasta el primer avituallamiento desde donde se inicia el tercer puerto, el Passo Sella (2244m, 5,5 km y 7,9%) que enlaza con el siguiente, el Passo Gardena (2121m, 5,8 km y 4,3%). Indudablemente, este es el tramo más bello, con unas vistas que obligan a pararse para hacer fotos: ¡al comino los tiempos!, sobre todo cuando el objetivo es hacer la marcha junto a tus amigos, esperándonos en las cimas y entrando en meta juntos. Aquí acaba la marcha corta, que vuelve hacia Corvara. Para el resto, viene el quinto puerto, que es de nuevo el Passo Campolongo, pero esta vez sin aglomeraciones. Desde Áraba iniciamos descenso y luego hacemos el único tramo rodador hasta el punto dónde has de decidir si haces la marcha intermedia o si te atreves con el imponente Passo Giau (2236m, 9,9 km y 9,3 %). Este puerto no es el más bonito, pero sí el más duro, sin un solo respiro para las piernas después de llevar más de 2000 m de desnivel en las piernas. La ascensión fue dura, pero la disfruté pues me encontraba bien. Ahora, dejé un reguero de corredores que se paraban, estirando por las rampas o empujando la bici porque se rendían. Tras agruparnos de nuevo, iniciamos el descenso después de recuperar fuerzas en el avituallamiento de la cima. El descenso es un gustazo hasta Poccol, desde dónde tomamos el último puerto, el Passo Falzarego y Valparola (2220 m, 11,5 km y 5,8%). Desde allí sólo hay que dejarse caer para llegar a la Villa de nuevo, donde nos espera la rampa del Mur de Giat, una pared de 160 m con un desnivel máximo del 19 %. Y de ahí, a la meta en Corvara para recoger la medalla de Finisher y hacernos la foto de rigor.
¡Prueba superada! La sonrisa nos llega de oreja a oreja. Los parajes más bellos que hecho jamás en bici de carretera, en un ambiente extraordinario y con mis buenos amigos Javi y Juan Carlos.
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