De Coín al Puerto del viento, por el Puerto de las abejas

Salida desde Coín dirección Alozaina, atravesando un pequeño Puerto para calentar motores.

De Alozaina a Yunquera, hasta el Puerto de las abejas, a 820 mts, nos hace ya sufrir, con el aliciente de unas vistas espectaculares.

Bajada hasta el Burgo, que nos sirve para disfrutar y soltar piernas.
En este punto, continuamos dirección Ronda, hacia nuestro destino: "El Puerto del viento"

Será quizás el tipo de carretera: estrecha, serpenteante, escénica... O quizás la alternancia de rampas duras y descansos, o el cambio que sigue el trazado de la carretera de una ladera de la montaña a otra para seguir ascendiendo cuando se podría pensar que se ha coronado, o simplemente por todo esto en su conjunto, pero el caso es que de entre todos los puertos que rodean la Sierra de las Nieves –Madroño, Ojén, Abejas y Viento- es este último el que verdaderamente encandila.

Partiendo desde El Burgo, cuya situación geográfica en el fondo del valle provoca que abunden los olivares y campos de cereal, en claro contraste con los pinares que adornan la mayor parte de las lomas y faldas de algunas de las montañas circundantes.

El Viento tiene ese algo, esa magia que impregna los puertos emblemáticos y que los convierte en eso, en emblemáticos. Tan solo le falta un leve toque de dificultad para estar a la altura de su afamado vecino gaditano, el Puerto de las Palomas, pero del resto anda bien sobrado.
Embelesa con prontitud, desde el comienzo. Todo -sus clásicos quitamiedos blancos, las vistas de El Burgo y su escolta: la Sierra Prieta y la de Alcaparaín; la Sierra de las Nieves a la izquierda- todo seduce.

¡Debe ser el puerto de tercera categoría más duro que se haya transitado en la Vuelta! Antes de darte cuenta habrás subido un par de piñones, sin saber qué te pasa. Pues es muy sencillo: las rampas alcanzan el 10 y el 12 % en algunos tramos continuos.
Ganando altura sobre el pueblo, cada vez más lejos, y también perspectiva sobre el valle del río Turón, embriagan los aromas serranos y la visión del cartel del mirador que tienta seriamente a detener la marcha y regalar un respiro de una perspectiva sobre el cada vez más espectacular entorno. Definitivamente es hechizante.

Continúa el pedaleo hasta alcanzar, por fin, un descansillo y el segundo mirador, el del guarda forestal. Desde aquí, el panorama se completa con la visión de los roquedales de las sierras próximas, unas sierras que ofrecen parajes de especial arrobo como el tajo del valle de Lifa.
Ahora la pendiente sí que ofrece un verdadero respiro, hasta coronar un primer altillo rodeado de montañas calizas. En este momento, antes de la bajada, es cuando se cambia, casi sin percibirlo, de ladera. El barranco queda a un lado: a la espalda, la Sierra de las Nieves.
Subiendo de nuevo, se puede ver, a la derecha, el valle del Guadalteba y pronto, entre dos riscos, el collado donde concluye el puerto.
Algo más de tres kilómetros separan del final: ya no existe antídoto que deshaga el filtro del encantamiento. Y por si fuera poco, el puerto hace un último regalo: una panorámica excelsa sobre Ronda y las sierras colindantes, incluida la de Grazalema.

Así pues, El Viento debe ser el único puerto de primera categoría en sentido completo a excepción de por su dureza.