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Carretera: Villaralbo, Villalazán, Granja Florencia, Montelarreina, Fresno de la Ribera, Coreses, Algodre, Gallegos del Pan, Be

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Trail stats

Distance
38.23 mi
Elevation gain
899 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
876 ft
Max elevation
2,551 ft
TrailRank 
21
Min elevation
2,208 ft
Trail type
One Way
Time
2 hours 3 minutes
Coordinates
7266
Uploaded
August 15, 2021
Recorded
March 2021
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near Zamora, Castilla y León (España)

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Itinerary description

Pues lo que os digo siempre, ves un mapa del recorrido en el sofá y dices: "ah mira, tantos kilómetros a tanta velocidad. Muy bien (o muy mal)". Pero una cosa es verlo en casa en el móvil y otra muy distinta hacer el recorrido. Hoy ha sido duro por dos cosas: por el viento y porque he ido solo, sin nadie que me ayudara. El viento ha sido horrible, soplaba del este noreste y me ha hecho esforzar para mantener un ritmo alto. Creo que si hubiera hecho el circuito al revés hubiera sufrido menos, pero tampoco se sabe a ciencia cierta. El primer tramo hasta el puente sobre el Duero que lleva a la carretera de Toro a la altura de Montelarreina, ha estado aceptablemente bien, aunque echaba de menos a Sergio o a los Contras para darme un respiro (por cierto, que hasta el km 8,25 estuve muerto, porque el pulsómetro no quería funcionar y tuve que pararme a reconectarlo). El viento estorbaba ahí, pero no te hundía y podía mantener una digna velocidad de 27,5 km/h (ya sabéis, todo relativizando, porque para los auténticos bestias que se ven por ahí, seguro que es una velocidad muuuy discreta. Pero para mis inexistentes músculos, pues muy bien). Recorrí bien los kilómetros hasta Villaralbo y Villalazán (con la subidita incluida) y entré en una zona que me dio cierta tregua, con los árboles del río y los muros de la granja Florencia haciendo de parapeto. Cuzado el Duero, me incorporé a la N122. El asfalto es muy rugoso y está bastante estropeado, pero por lo menos no había mucho tráfico y me aproveché ahora de la ayuda del viento lateral, que me daba ligeramente de espaldas. Subí la cuesta de Fresno de la Ribera y disfruté, por primera vez, de condiciones favorables (viento, asfalto liso y pendiente negativa). Genial. Curva abierta junto a la vía y recta de Coreses. Solo un kilómetro después giré a la derecha (no paré en el Elefante de Oro) para empezar el verdadero calvario del día: el vendaval que iba a tener de frente entre Coreses y Gallegos del Pan. Afortunadamente iba a ser una cosa breve. La velocidad se desplomó. Tras veinte minutos de sufrimiento, girar a la izquierda supuso una especie de nirvana (aunque tocara subir ahora el repecho más duro del día). Cuando coroné sabía que lo más difícil estaba hecho. Bajar de allí fue maravilloso, y eso que el viento me ayudaba solamente de lado. Cuesta abajo, y con ese asfalto nuevecito la bici (que se porta fenomenal, ni un problema) rodaba que daba gusto. Y el siguiente giro iba a ser todavía mejor, porque el mismo vendaval de antes me iba a llevar a casa. No me abandoné, sino que seguí pedaleando rápido (a una media de 41,2 km/h, inalcanzable para mí en condiciones normales). Incluso ya en la ciudad, y sin tanta ayuda, me exprimí hasta la rotonda del Eroski (sí, sigue siendo la rotonda del Eroski, no la del Carrefour). Ahí paré el GPS e intenté relajar un poco las piernículas, que me miraban con los ojos cargados de lágrimas, como preguntándose ¿qué hemos hecho para merecer esto? Les he prometido descanso un par de días.

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