Carretera: Ricobayo, Villalcampo, Carbajosa, Pino del Oro, Villadepera, Villardiegua de la Ribera, Torregamones, Moralina de Sa

Qué ruta más bonita esta de hoy. Recomendable absolutamente. No hemos ido con los Contras, que han hecho una salida con la bici de montaña cerca de Villardeciervos (y que tiene muy buena pinta). Nosotros hemos sido tres, como otras veces: Javier (el mimadito de Sergio), Sergio y yo. Tengo que decir que el que más en forma está ahora soy yo mismo, y eso se ha notado en toda la ruta. Me he encontrado cómodo y he terminado muy entero. Javier sale menos a menudo y Sergio sigue en vías de recuperación. Se queja de que se le suben las pulsaciones, pero la verdad es que en la subida a Villalcampo hemos ido los dos al mismo ritmo, así yo me temo que no está tan mal como él nos quiere hacer creer. En cualquier caso yo sigo contento con lo mío (siempre os aviso de que, comparándome con los buenos, lo mío es una birria. Pero a mí me sirve). En cuanto a la ruta, todo ha sido estupendo. Empezamos a las diez de la mañana desde el pueblo (Ricobayo) que con todo cerrado tenía un aspecto un poco fantasmal y triste. Subimos a ritmo muy tranquilo hasta Villalcampo y giramos a la derecha en dirección a Carbajosa. Por fin la Diputación (creo) ha escuchado mis quejas y (se me saltan las lágrimas) ¡han asfaltado la carretera! Falta la señalización y muchas otras cosas (arcenes, tuberías...) pero el firme es maravilloso. Además, el tramo es muy divertido, con toboganes suaves que hacen que subas y bajes sin demasiada dificultad. A todo eso se suma un paisaje precioso, con vistas al Duero encajado entre los montes (como es característico en los Arribes). Y también acompañaba la temperatura, que aunque era algo fresca, iba subiendo con la ayuda del sol que lucía en un cielo despejado. En Carbajosa volvimos a girar a la derecha (peligrosísima una curva en bajada a la entrada del pueblo y llena de grava. Ojo si pasáis por allí) para acercarnos hasta Pino del Oro. Ahora la carretera ya es peor, se nota el paso del tiempo, pero así y todo se puede circular por ella bastante bien. Pasando Pino, toca la bajada (la hicimos despacio) hasta el puente de Requejo (otro lugar precioso. Imprescindible conocerlo). Y lo siguiente ya es una subida potente de 4,6 kilómetros que atraviesa Villadepera y te saca del agujero en el que te obliga a meterte el río. Desde la parte alta, es muy sencillo acercarse hasta VIllardiegua de la Ribera (es cuesta abajo) y lo mismo hasta el siguiente pueblo, Torregamones (prácticamente llano). Ya solamente había que volver al punto de partida, lo que significaba atravesar de nuevo el Duero. Carretera de lujo para llegar a Moralina de Sayago y de ahí a la bajada hasta la presa de Villalcampo. Me puse yo delante, pero Sergio me acabó pasando poco antes de llegar al río. Me resultó fácil ponerme a rebufo y aprovecharme de su velocidad hasta las compuertas. En el poblado nos reagrupamos y empezamos la última subida de la jornada. Esta vez son seis kilómetros y, como el asfalto sigue siendo bueno, se hacen con relativa facilidad siempre que sea al ritmo propio, no con el gancho. Me puse al mío y me despegué pronto de mis compañeros, pero se ve que Sergio se quiso poner a prueba y empezó a acercarse a mí. Yo lo veía por el rabillo del ojo e intentaba mantener cierta distancia sin desfondarme, pero a unos doscientos metros del alto (en el propio pueblo de Villalcampo) la distancia era muy pequeña ya. Fui malo y reservé mis últimas energías para apretar al final y llevarme el premio de la montaña. Llegar a Ricobayo desde ahí es muy fácil, así que no hay nada más que contar. Subimos las bicis en el coche, comentamos la jugada y nos fuimos en busca de un café. Lo encontramos en la gasolinera de la N122 y lo tomamos en el suelo de cemento al sol. Puede que no os lo parezca, pero para nosotros era el paraíso. Un día perfecto.