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Ruta de los Castillos del Sur de León

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Trail stats

Distance
55.53 mi
Elevation gain
1,037 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
1,093 ft
Max elevation
2,989 ft
TrailRank 
37
Min elevation
2,567 ft
Trail type
One Way
Time
2 hours 22 minutes
Coordinates
3545
Uploaded
March 7, 2015
Recorded
March 2015
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near Valderas, Castilla y León (España)

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Itinerary description

La ruta tiene un recorrido aproximado de 90 kilómetros que en vehículo nos llevará una hora de viaje. El recorrido se hace por carreteras secundarias con escaso tráfico, el estado de estas vías es bueno y no hay dificultades orográficas.
En el sur de la provincia de León son numerosos los castillos y fortalezas; dentro de demarcación geográfica hay varios que se conservan y de otros, solo quedan restos. Todos ellos cuentan con la declaración de Bien de Interés Cultural. Esta ruta sigue la ubicación e historia de los siete principales castillos.

Comenzamos en Valderas, rozando con la provincia de Valladolid, donde se encuentra el Castillo del siglo XI, dos torreones y parte del recinto amurallado desde donde tenemos unas magníficas vistas, a cuyos pies corre manso el Cea. Era de aparejo de sillería y tapial y guarda un subterráneo muy profundo, que alimenta la leyenda de su comunicación con el de Benavente por un lado y por el otro con el de Grajal de Campos. Ya se habla de este castillo en el siglo XII, como obra del monarca leonés Don Fernando II, para defender la línea territorial de los ataques de Castilla. En el siglo XIV era de Juan Álvarez Osorio, señor de las Siete Villas de Campos. Mucha piedra del castillo se empleó en la construcción de alcantarillas y pontonas de la carretera. El deplorable estado en que se encuentran estos restos parte ya de los siglos XVI y XVII, en que se abandonó su residencia.

Desde allí, seguiremos hacia el norte para desviarnos al pueblo de Alcuetas. En la parte baja del poblado de Alcuetas quedan los restos de este pequeño y fortísimo baluarte, cuyos paredones aún conservan el grosor de dos metros. Disponía de tres cubos cilíndricos, conservado aún, con tres pisos de los que queda alguna de sus vigas, sus mechinales y los huecos de entrada con saeteras disimuladas, la techumbre se supone que seria a dos aguas. En la parte central de su torre, poco amplia, se aprecian los vanos de sus dos plantas, separadas entre sí por entramados de madera de roble. Todo él se hallaba construido de canto rodado y mampostería de piedra cogida con argamasa. El lienzo meridional se aprovechó hace años como frontón del pueblo. La entrada al palacio se hacía por una puerta situada junto al cubo del Nordeste, que estaba formada por un arco de medio punto de piedra escuadrada, encima de la cual había un arco de descarga, de ladrillo. Esta puerta daba directamente a la parte central del edificio y desde allí se accedía a los cubos por una estrecha puerta (50 cm) en zig-zag. Las medidas al exterior de la fortaleza, son: 12,50 m en su lado mayor, por 9 m en el menor, los cubos, tienen un diámetro de 3 m y un perímetro de 17,40 m. El grosor de los muros alcanza 1,10 m. El material constructivo de esta fortaleza, es cal y canto, si bien los ángulos son de caliza bien escuadrada. En la parte baja de la aldea queda un vallecillo de pradera que sería la extensión del palacio, cuya ubicación no se prestaba a lograr una defensa natural y tenía que confiarse a la fortaleza de sus muros.

La próxima parada es en Valencia de Don Juan, desde un alto escarpe sobre el río Esla, el castillo de coyanza (siglo XV), recibe al viajero y le sorprende con su imponente arquitectura gótico-militar. Se construyó sobre las ruinas de una fortaleza anterior que se erguía sobre un castro de la Edad del Hierro. Llaman la atención sus torres circulares, de triples cubos, tres por cada lado del castillo, que le confieren una notable diferenciación del resto de castillos de la provincia. La cuarta fortaleza de la que se tiene certeza en este solar fue mandada construir a finales del siglo XIV por el infante Juan de Portugal, I duque de Valencia de Campos, título concedido el 22 de diciembre de 1387, hijo bastardo del rey Pedro I de Portugal y de la noble gallega Inés de Castro. El infante Juan fue uno de los potenciales candidatos a la corona portuguesa durante la crisis de 1383-1385, defendido por el partido legitimista-nacionalista, dirigido por Martín Vázquez de Acuña durante las Cortes de Coímbra de 1385 en las que la alta nobleza defendía su nombre como el legítimo pretendiente al trono. Exiliado en Castilla, en Valencia de Campos establecería su castillo. Se casó dos veces: primero con María Téllez de Meneses, hija de Martín Alfonso Téllez de Meneses; y luego con Constanza Enríquez, hija ilegítima del rey Enrique II de Castilla, señora de Alba de Tormes. Del segundo matrimonio nació María de Portugal, que casaría con Martín Vázquez de Acuña, y heredarían el señorío de Valencia de Campos, continuando la construcción del castillo.

El edificio actual se debe a Juan de Acuña y Portugal, tercer conde y segundo duque de Valencia de Don Juan, y su mujer Teresa Enríquez y está construido en mampostería de piedra, ladrillo y tapial. Sus blasones, junto a los de los Quiñones de León, son todavía visibles en las torres de la muralla. Durante la Guerra de Sucesión Castellana fue asediado en 1475, acto en el que murió Juan de Acuña y Portugal precipitado desde una de las ventanas del castillo. Abandonado a mediados del siglo XVI, su desmoronamiento se inició en el siglo XVII, desapareciendo sus forjados, bóvedas y cubiertas, además de las yeserías mudéjares que decoraban el interior de sus muros. Desde entonces el castillo fue restaurado en varias ocasiones desde mediados del siglo XX: entre 1950 y 1955 se reconstruyó parcialmente la torre del homenaje, en 1980 se consolidaron y sanearon las murallas, entre 1987 y 1988 se hicieron excavaciones arqueológicas y una pasarela de acceso, y entre 2004 y 2005 se reconstruyó parcialmente la torre del homenaje y se reconstruyó el segundo arco de entrada.

En el año 2008 se inauguró el Museo del Castillo de Valencia de Don Juan, dentro de un edificio de hierro, madera y cristal instalado en el interior de la torre del homenaje. Esta colección museográfica se centra en la divulgación de la historia de Valencia de Don Juan, de su Castillo y de la familia de Acuña y Portugal, a través de materiales arqueológicos hallados en la localidad, fundamentalmente en el propio castillo como escudos, monedas o vajilla.

Continuamos el viaje hasta Toral de los Guzmanes, en la ribera del Esla donde se localiza el castillo-palacio de Toral de los Guzmanes. Se trata de una fortaleza de planta cuadrada, con foso alrededor, y tiene la peculiaridad de estar construida con tapial y reforzada con piedra y ladrillo. Su construcción se inicia en los siglos XIII- XIV. Sobre la puerta principal permanece el escudo heráldico de los Guzmanes. El Palacio de los Guzmanes es una pieza singular de la arquitectura en tapial. El palacio perteneció a los señores Juan Ramírez de León, alcalde de León, y su esposa, María García de Toledo. Fue reformado y completado con otras obras en el siglo XVI, en tiempos del comunero Ramiro Núñez de Guzmán y su brava esposa María de Quiñones. Fue erigido en tapial calicastrado sobre basamentos de piedra. Más tarde sufrió reparaciones con ladrillo en épocas indeterminadas. A partir de la década de 1980 del siglo XX fue rehabilitado y reconstruido en varias fases siendo alcalde de la localidad Enrique Pardo y redactando y dirigiendo la mayoría de las obras Eloy Algorri García. El Palacio tiene planta cuadrada con torreones en sus ángulos, de los que se conservaban tres de iguales dimensiones. El cuarto, fue reconstruido a partir de los cimientos originales, de mayores dimensiones y no se empleo tapial sino fábrica de ladrilla. El Palacio ha sido rehabilitado para albergar las oficinas municipales y otros servicios. En otros tiempos existió un foso que circundaba todo el recinto. La puerta principal original del Palacio, de pequeñas dimensiones y arco de medio punto (encima del cual aún pueden observarse restos de los escudos de armas de sus propietarios) precede al patio de armas, reconstruido en su totalidad. Se trata de un amplio espacio flanqueado por soportales en las caras este y norte construidos con columnas cilíndricas de cemento blanco y madera. El ala oeste alberga el Museo del Botijo de Toral de los Guzmanes y un bar-restaurante. En la cara este se sitúa la escalera que conduce a las dependencias del ala norte del Palacio. La cara sur está parcialmente abierta y contiene una amplia puerta de entrada al patio de armas. En este palacio pernoctaron los Reyes Católicos del 15 al 17 de agosto de 1487.

Tras salir de Valencia de Toral de los Guzmanes, el itinerario continua por la carretera que va desde este pueblo hasta Laguna de Negrillos, en el ángulo suroeste del pueblo, frente el arroyo, aun se elevan las ruinas del Castillo-Alcazar de los Quiñones.En uno de los documentos copiados en el primer tercio del siglo XII (1101-1129), fechado en 20 de enero de 905; por él, Alfonso II y su mujer Jimena hacen donación a la iglesia de Oviedo de la villa de San Emiliano, en territorio de Coyanza, sin duda el actual San Millán de los Caballeros; se dan como limites los términos de Villamañan, Zuares y Laguna, topónimos que reaparecen en la confirmación de 11 de abril de 906. Ahora bien, es sabido que los documentos copiados en el también llamado “Libro de los Testamentos”, fueron manipulados por el obispo don Pelayo, si bien Sánchez Albornoz estima que se trata de originales más o menos interpolados, pero fehacientes a efectos de onomástica y toponimia. En todo caso si los lugares mencionados pudieron no existir en el siglo X. Queda probada su existencia en el primer tercio del siglo XII con la referencia pelagiana.

En 1085, el 18 de febrero, el monasterio de negrillos aparece incluido entre los bienes restituidos a la mitra de Astorga por Alfonso VI y doña Constanza. Contra la opinión de algún investigador entendemos que este onomástico es el actual San Salvador de Negrillos (Ya desaparecido), a tres kilómetros al sur de Laguna, siguiendo el curso del Regueral, por aparecer los bienes devueltos a Astorga por Alfonso VI, divididos en tres apartados: “in territorios Galleciae”, “in territorio Bericense”, e “in territorio Astoricense”, y en este último sector de la referencia “monasterio de Negrillos cum sua hereditate”. La importancia de Laguna data de la segunda mitad del siglo XII, con la separación de los reinos de León y Castilla.

Los monarcas leoneses se preocupan de poner en condiciones de defensa, o de ataque, la línea fronteriza, cobrando el Esla señalada significación estratégica. En la documentación de Fernando II y de Alfonso IX surge repentinamente el nombre de Laguna, ya sea indicándonos quien es el “Tenente” de la plaza o ya se trate de asuntos eclesiásticos relacionados con el obispado de Astorga. Pero el momento culminante se alcanza a principios del siglo XIII con la concesión por el último monarca leones del Fuero de Repoblación, que se puede fijar en 1205.

Laguna se convierte en la capital de su señorío compuesto por trece aldeas, cuyos términos se precisan; en ella se celebra un mercado semanal, cuya paz garantiza con la caución de setenta sueldos; sus habitantes, así como los del alfoz, viven obligados a mantener en buen estado el castillo y las murallas, que aun estaban en pie en el siglo XVI. El alcázar de Laguna de Negrillos, donde se retiró a descansar Suero de Quiñones, terminado el Passo Honroso y desde donde emprendió la peregrinación a Santiago en acción de gracias. Donde Doña María de Toledo, muerto su marido y presos sus hijos, Pedro y Suero, se alza contra el poder real, haciendo precisa la venida en persona de Juan II para someterse en 1448. Vistas por el Sur y por el Este.
Villa de realengo, frecuentada por el citado rey, que utiliza como base de su penetración en Castilla al morir Enrique I, a la que tiene que replegarse después de su fracaso en dicha empresa y desde la que otorga el realengo de Cofiñal a Nuño Froilaz en 1217.

Con la unión definitiva de los reinos de León y de Castilla (1230), Laguna pierde importancia estratégica y puede ser objeto de concesión a particulares, así sucede en el siglo XIV, según se deduce de confirmación del Fuero hecha por Fernando IV en 1303; la propiedad ha pasado a manos de doña María Fernández, “ama de la reina Doña María, mi madre y de la infanta Isabel, mi hija”. De manos de sus poseedores pasara, por compra, a la de los Quiñones, a fines de este mismo siglo. El testamento otorgado en 1388 por Pedro Suárez de Quiñones, por el que instituye heredero a su sobrino Diego, contiene una clausula que se refiere a la adquisición de Laguna de Negrillos; por ello sabemos que esta villa era poseída por una monja, pariente del adelantado, que vivía en Madrid y se llamaba Leonor Fernández, a medias con Mari Gutiérrez de Quixada, y que él había comprado su derechos a las dos señoras, a la monja en 50.000 maravedis y a la otra señora en 60.000, que había abonado la suma integra a la Quizada, pero le faltaba pagar 25.000 a la monja. Manda a su heredero que liquide la deuda y resarza a su viuda con la mitad de las sumas abonadas, dándole facilidades para la extinción de la obligación mediante el pago diferido, aplicando las rentas y frutos de dicho lugar. De esta manera la villa de Laguna de Negrillos con su señorío pasa a Diego Fernández de Quiñones.

A continuación y ya en la ribera del Órbigo, en Alija del Infantado, se puede contemplar el castillo de los Pimentel o castillo de los Duques del Infantado, que debe su actual apariencia a Bernardino Pimentel, nieto de Doña María de Quiñones, que lo reformó en el S. XVI. Su estado de conservación es bueno, ha sido restaurado recientemente, actualmente está consolidado. Es de planta cuadrada, flanqueado por dos espacios cúbicos y en la muralla se elevan dos pequeñas torres. Dentro del recinto se encuentra el Palacio privado de los Ponces, cuya construcción primitiva se remonta al siglo XIII. Esta vasta edificación, poderosamente amurallada y de gran simetría que contó con trece torres, ha constituido un importante signo de identidad de la villa de Alija del Infantado. Existe una vaga referencia a un torreón defensivo de época romana, pero a falta de datos más concluyentes parece que la fortaleza se documenta ya en el año 931 e irá conociendo sucesivas reedificaciones y reformas (siglos XIII, XV y XVI). Fueron señores de Alija, entre otros, los Ponce, los Rodríguez Neyra, los Quiñones, los Pimentel, condes de Benavente y marqueses de Tábara, los Duques del Infantado, los Duques de Pastrana, etc...

También son numerosas las gestas y episodios acaecidos en este lugar, pero el 29 de diciembre de 1808 los ingleses tras cañonear el Puente de la Vizana incendiaron Alija y su castillo en su retirada al noroeste, acaso porque era su señor Pedro Alcántara de Toledo Salm, Duque del Infantado y servidor del rey francés José Bonaparte, que en 1809 abrazó la causa española y recibió el mando del Cuerpo del Ejército del Centro siendo después ministro de Fernando VII. Después del incendio se reconstruyó, pero en 1887 sufrió otro y las ruinas se fueron adueñando de él.

Continuamos el recorrido en Quintana del Marco, a pocos kilómetros al norte de Alija, visitando el castillo de quintana, de propiedad privada y cuyo permiso hay que solicitar para poder ver. Su construcción es del s. XV. Poco sabemos de sus moradores, salvo que perteneció a los Condes de Alba de Aliste. En él destaca su magnífica torre, defendida por una línea de ladroneras que evitaban que el enemigo osase acercarse a sus muros. La torre del homenaje está bien conservada, el resto en ruinas.

Finalizamos la ruta en Villanueva de Jamuz donde encontramos el castillo de los Quiñones. La parte más antigua del edificio, incluida la torre del homenaje, se debe a la iniciativa de Diego Fernández de Quiñones-intitulado Conde de Luna a partir de 1462- y apodado el de La Buena Fortuna, y su esposa María de Toledo. Las obras debieron llevarse a cabo en la primera mitad del S. XV. Don Suero de Quiñones, segundo hijo de los impulsores del proyecto original, heredó el Castillo y realizó en él obras de reforma y ampliación. El Castillo está situado en una pequeña elevación, delante de la cual pasa la carretera de la Bañeza a Alija del Infantado, la actual Vía de la Plata.

Planta cuadrilatera que por su interior mide 33m por el lado menor y unos 38m por el mayor. Las esquinas son cubos redondeados faltando el NO; En el lado Este hay otro cubo cilíndrico por donde se abría una puerta; En el cubo sur hay una apertura, (Tronera), por donde se disparaban cañones u otras armas de artillería. Estos cubos aunque resquebrajados aún conservan sus siluetas y en ellos se puede observar huecos de ventanas. En el Cubo central se halla la portada principal que aún conserva agradable aspecto. El acceso se hace por un arco apuntado con dovelas. En el centro hay un sillar en el que están esculpidas las armas de D. Suero de Quiñones, el protagonista de “El Passo Honroso” en Hospital de Orbigo, en el que se lee la frase “Honor o fin”. Ya dentro, nos encontramos con un Patio de Armas cuadrangular en el que había un pozo y una escalera de acceso a la Torre del Homenaje.

Esta torre hubo de construirse en dos etapas separadas por más de 25 años. Se erigió por D. Diego Fernández de Quiñones después de 1388 ya casado con María de Toledo, y el resto entre 1444 y 1456, según la documentación que corroboran los escudos tanto de la torre como de la portada principal. Tiene planta cuadrada casi regular de 12m. de lado y su altura de 25m. Todo el conjunto se construye con mampostería menuda. Tuvo cuatro pisos y se coronaba con una cornisa volada apoyada en modillones. Las primeras plantas servían para estancias de los señores y cámaras de reposo. En las paredes se aprecian saeteras sobre los que se sitúan los escudos de sus constructores D. Diego Fernández de Quiñones y María de Toledo, su esposa. Mientras, las altas estaban destinadas a los criados que accedían a la terraza superior por escaleras de mano.

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