Travesía al Mirador del Valle de las Cascadas

Una increíble cantidad de afluentes que caen desde las altas montañas a lado y lado del cañón del rio Santo Domingo, dan nombre al Valle de las Cascadas; un lugar espectacular del Carmen de Viboral, un tesoro de Antioquia.

En esta ocasión quisimos hacer una ruta para llegar pedaleando hasta el Mirador de este Valle, (parte alta del cañón del lado noroccidental del rio, vereda La Aguada, donde se tiene una espectacular vista a este sector), pasar la noche allí y regresar al día siguiente nuevamente en nuestras bicicletas.

Salimos entonces desde el Retiro en dirección a la Ceja para llegar luego al Carmen de Viboral, buscando algunos caminos alternos. Allí, luego de un cafecito tomamos la salida hacía la Unión y en la Chapa tomamos a la izquierda para subir al alto de boquerón.
Luego pasamos las veredas San Lorenzo, Belén Chaverras y mas delante cruzamos el rio Cocorná (parte alta) donde encontramos una familia disfrutando de sus frías y cristalinas aguas y preparando un buen sancocho a la orilla de este. Luego pasamos por la vereda San José para finalmente llegar a la Aguada, donde empezamos a apreciar a la distancia las montañas del cañón y algunas de las cascadas. Muy a la distancia distinguimos 2 caídas muy imponentes que corresponden a las cascadas de Santa Rita. Llegamos hasta el punto donde termina la carretera, lugar donde llega la chiva desde el Carmen solo unos días a la semana.

En ese punto se pueden tomar unos caminos de herradura para llegar a diferentes puntos del sector: bajar al rio Santo Domingo, sector la Represa, donde se encuentra la cascada la Esmeralda, a las veredas Santa Inés y la Vega, que tendría ya salida a la Piñuela. Empezando este camino esta una propiedad que se conoce como el mirador de Irene. Ingresamos allí, luego de haber dejado las bicicletas arriba donde termina la carretera, guardándolas en un contenedor que tienen dispuesto. Allí nos recibió muy efusiva Doña Irene, con su amable y sonriente rostro.

Conversamos con ella y con su pequeña nieta que se encontraba ayudándole en algunas tareas. Pedimos almuerzo y nos deleitamos con la asombrosa vista que tiene este lugar, que ese día se encontraba completamente despejado, permitiéndonos observar el majestuoso cañón en todo su esplendor.

Entre almuerzo, un par de cervezas y una amena charla se nos fue pasando la tarde, pero debíamos continuar el camino para llegar a donde nos íbamos a alojar (ya habíamos contactado un lugar en el sector: la casa de la montaña).

Nos despedimos y emprendimos el descenso por el camino de herradura. Luego de 1 km aproximadamente nos desviamos a la derecha para cruzar un “portón”. Allí seguimos descendiendo por un camino bien definido y rápidamente empezamos a tener una asombrosa vista hacia el sector de Santa Ines y al fondo las montañas del páramo de Sonsón.

Este camino nos llevó hasta la cascada Santa Bárbara; apreciamos esta, cruzamos un puente y continuamos el camino ya en ascenso para llegar adelante al lugar donde pasaríamos la noche.

Jorge, el anfitrión, nos recibió, nos instalamos, apreciamos la espectacular vista del lugar (aprovechando el telescopio que nos puso a disposición), nos dimos un chapuzón en una piscina de agua natural y luego nos dispusimos a descansar un poco, siempre apreciando el horizonte. El sol ya se había ocultado, pero la vista que teníamos de las montañas y particularmente las del páramo de Sonsón era increíble. Entrada la noche, luego de una rica cena, nos recostamos al lado de la piscina a apreciar el firmamento que estaba lleno de estrellas. Luego de un rato llegaron las nubes y nos fuimos a descansar.

Al dia siguiente, después de una reconfortante noche, nos despertamos escuchando el canto de las aves y el sonido del agua a la distancia. Nos preparamos un café, apreciamos el horizonte y algunos bonitos pájaros que se dejaron ver y conversamos con Jorge para que nos acompañara a la cascada Santa Bárbara, para llegar a los charcos que forma esta (que el día anterior no vimos el acceso); llegamos y disfrutamos de un frio pero delicioso baño en esas aguas, con una bonita vista a las cascadas de la Esmeralda.

Revitalizados con la experiencia volvimos a la casa a recoger las cosas, desayunamos y emprendimos la salida del lugar, tomando un bonito camino, diferente al del día anterior, que también nos sacó al mirador de Irene cruzando mas arriba las aguas que alimentan la cascada Santa Bárbara.

Ya en el mirador, tomamos las bicicletas y organizamos en estas nuestro equipaje; siendo casi medio día antes de salir decidimos almorzar algo ligero donde Doña Irene (ya que en el camino no hay muchas opciones), y luego de esto emprendimos el regreso, siendo aproximadamente la 1 pm.

La salida desde el mirador, al menos hasta la vereda San José, es bastante exigente y sin tiempo de calentar las piernas, ya que se debe empezar de una vez cuesta arriba.
Llegamos al alto de boquerón antes de las 4 pm. Emprendimos el descenso hasta la Chapa y allí decidimos irnos por la Unión y después de pasar el alto de la madera, en el descenso pudimos apreciar un bonito atardecer; llegamos a la Unión, luego a la Ceja y finalmente al Retiro ya entrada la noche.

Terminamos así una bonita y exigente ruta, quedando bastante satisfechos por haber podido apreciar el valle de las cascadas en todo su esplendor. Esperamos tener la oportunidad de volver a este lugar y encontrarlo igual de magestuoso.