De Santander a Antioquia, Escapando de la Tristeza. Agosto de 2013
near Puente Nacional, Santander (Republic of Colombia)
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Trail photos
Itinerary description
Luego de una etapa muy dura en mi vida y en la de mi familia, la vida de mi madre se termina. Veo mi vieja "Poderosa" que rechinaba con cada pedalazo, deseo viajar, pero esta vez no por ocio, sino por desahogo y con un breve equipaje, simplemente comienzo a beberme la ruta, siendo cada curva un trago que me haga asimilar la amarga situación. Noches anteriores, había llegado una invitación a la Fiesta de la Bici, en Medellín, donde nunca había estado y decido ir. Mi primera etapa estuvo comprendida entre Puente Nacional y Cimitarra en Santander, por un descenso de casi 100 km entre pavimento y trocha, donde fui recibido por amigos que me han hecho más suave el viaje con abrazos, sonrisas, un masaje profesional y una limpieza de mis ojos, porque estaban llenos de lágrimas, arena y polvo por no usar unas gafas apropiadas. Atenciones que he recibido de la madre de una de mis mejores amigas, quien vive en esta bonita y cálida población. Luego de las mejores atenciones, he partido por una ruta muy llana a pleno sol de Magdalena medio, donde por momentos me sofocaba. En el primer cauce de agua que pude, me he sumergido y al salir de ese Río San Juan, ya cerca de la frontera con Antioquia, era tanto el calor que dos minutos luego de salir ya tenía seca la piel y la ropa. El agua de mi botella era caliente y hostigaba la garganta, pero por fortuna he recibido una buena dosis de naranjada helada, que cual espejismo me brindaba, junto con su sonrisa sincera y sus adjetivos de "loco", una chica de mantenimiento de la carretera, de la bien llamada ruta del sol. Llego a Puerto Berrío, ya con el sol agonizando y mostrando su sangre que pinta los cielos de rojos y naranjas y su reflejo en el Magdalena, escena que hace de este paisaje, un alivio para mi cansada vista y triste mente; paso allí la segunda noche del viaje en un hospedaje de seis estrellas, por el escudo pintado de un equipo de fútbol en una pared agrietada y después de ese amanecer, me dispongo a pedalear, no sin antes hacer un recorrido por el malecón y el cementerio de trenes, para comenzar a ascender en una ruta desde allí desconocida por mí.
Comienza el sufrimiento si a esto se le puede llamar el ascenso, que no es pronunciado, pero con la molestia muscular, por evitar estiramientos, se torna difícil. La noche me saluda en Cisneros Antioquia, donde allí sí comprendo que era un duro ascenso, para no quejarme luego. En un punto del viaje un amigo que viajaba en su moto, me invita a apoyarme de la parrilla trasera de su máquina de 150 cc, pero con una sonrisa le niego esa ayuda. Aquí comienzo a disfrutar de la amabilidad de las gentes de Antioquia, brindando hasta lo que escasea en ellos, como una dama en carretera que me invita, por medio de su nieto a almorzar, en su humilde rancho, cerca de la vía que se desprende para Caracolí.
Cisneros es un municipio del que al irse, nace la promesa de volver, cuando lo recorro temprano, luego de pasar una noche de lluvia en una cama dura. En cada metro de ruta, recordaba las manos tibias de mi madre cubriendo las mías, recordaba su sonrisa y la vivía, recordaba su voz y sus ojos llenos de amor y pureza, que se cerraban con cualquier luz por su fotofobia y que al verlos abiertos, la fortuna me llenaba.
Estaba Cerca a Barbosa Antioquia y ya se veía gente marchando caminando, con palos empuñados gracias a la injusticia gubernamental con el campo. No me dio miedo cuando vi que ellos mismos rompían los cristales de los carros, porque lo único que podían romper en mí, estaba cubierto con mi casco, además me sentía como uno de ellos, sin tener la fortuna de ser campesino como mi padre, pero por el punto de vista de ver el campo acabado. Veo Niños jugar entre donde acampaban sus familias y ellas me ofrecen comida y ya cerca de Medellín, no importaba, les daba lo que tenía en mi botiquín, mi mecato o golosinas y cosas de aseo. Pueblos originarios, afro descendientes del Pacífico, del Cauca, de muchas regiones donde las armas más poderosas del estado, la indiferencia y la injusticia, azotan al pueblo que hoy marcha cansado y harto.
Me retiene esta calidez en medio de la adversidad, la angustia y el hacinamiento, pero debo seguir a la ciudad de los dos cielos, ya que cuando llego, bajo el cielo nocturno, se ven más luceros, los de las casitas a los lejos, enclavadas en las cumbres ocultas a la vista a esas horas.
Ella, la linda señora Merce, me espera a las once de la noche al compás del Santo Rosario y yo subo mi equipaje con mezcla de cansancio, vergüenza y agradecimiento, por el recibimiento. No es el fin, pues es el inicio de muchas gratas experiencias en la ciudad donde bien se le llama de eternal primavera.
Comienza el sufrimiento si a esto se le puede llamar el ascenso, que no es pronunciado, pero con la molestia muscular, por evitar estiramientos, se torna difícil. La noche me saluda en Cisneros Antioquia, donde allí sí comprendo que era un duro ascenso, para no quejarme luego. En un punto del viaje un amigo que viajaba en su moto, me invita a apoyarme de la parrilla trasera de su máquina de 150 cc, pero con una sonrisa le niego esa ayuda. Aquí comienzo a disfrutar de la amabilidad de las gentes de Antioquia, brindando hasta lo que escasea en ellos, como una dama en carretera que me invita, por medio de su nieto a almorzar, en su humilde rancho, cerca de la vía que se desprende para Caracolí.
Cisneros es un municipio del que al irse, nace la promesa de volver, cuando lo recorro temprano, luego de pasar una noche de lluvia en una cama dura. En cada metro de ruta, recordaba las manos tibias de mi madre cubriendo las mías, recordaba su sonrisa y la vivía, recordaba su voz y sus ojos llenos de amor y pureza, que se cerraban con cualquier luz por su fotofobia y que al verlos abiertos, la fortuna me llenaba.
Estaba Cerca a Barbosa Antioquia y ya se veía gente marchando caminando, con palos empuñados gracias a la injusticia gubernamental con el campo. No me dio miedo cuando vi que ellos mismos rompían los cristales de los carros, porque lo único que podían romper en mí, estaba cubierto con mi casco, además me sentía como uno de ellos, sin tener la fortuna de ser campesino como mi padre, pero por el punto de vista de ver el campo acabado. Veo Niños jugar entre donde acampaban sus familias y ellas me ofrecen comida y ya cerca de Medellín, no importaba, les daba lo que tenía en mi botiquín, mi mecato o golosinas y cosas de aseo. Pueblos originarios, afro descendientes del Pacífico, del Cauca, de muchas regiones donde las armas más poderosas del estado, la indiferencia y la injusticia, azotan al pueblo que hoy marcha cansado y harto.
Me retiene esta calidez en medio de la adversidad, la angustia y el hacinamiento, pero debo seguir a la ciudad de los dos cielos, ya que cuando llego, bajo el cielo nocturno, se ven más luceros, los de las casitas a los lejos, enclavadas en las cumbres ocultas a la vista a esas horas.
Ella, la linda señora Merce, me espera a las once de la noche al compás del Santo Rosario y yo subo mi equipaje con mezcla de cansancio, vergüenza y agradecimiento, por el recibimiento. No es el fin, pues es el inicio de muchas gratas experiencias en la ciudad donde bien se le llama de eternal primavera.
Waypoints
Waypoint
415 ft
En plena via hacia Antioquia
Via plana pero muy duro el clima, sensaciones termicas de mas de cuarenta grados
Campsite
4,247 ft
Barbosa en Paro Agrario
Hacinamiento y protestas en Barbosa por el paro agrario y la indiferencia gubernamental.
Religious site
4,442 ft
Girardota y Bello Antioquia, y Medellin, la llegada en plena noche
Luego de 5 dias de pedaleo, Medellin me recibe de noche.
Waypoint
4,860 ft
Unidad Deportiva Atanasio Girardot
Nunca hubiese imaginado encontrar un museo de ciclismo y otros deportes, en un estadio de fútbol.
Metro
4,847 ft
El Poblado Metro
Lo mejor es recorrer la ciudad en metro dando un descanso a la bici pero llegando al metro en ella
Fauna
4,887 ft
Zoo Santa Fe
una hermosa experiencia para conocer y disfrutar, aunque no es bonito ver animales encerrados pero es una oportunidad para conocer mas sobre ellos
Comments (2)
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Tremenda aventura a pedal, que bien valía la pena compartir, muy bien por las fotos y la buena crónica que no podía faltar, todo por una muy buena causa que cualquier persona haría, solo por distraer la mente y se intenta olvidar las penas amargas de la vida, Felicitaciones Marius, por ese coraje para afrontar esta tremenda aventura.
De los viajes que más agradecí poder hacer, por todo el beneficio traído a mi vida, es este. Cuando regresé a Medellín seis años después, también en bicicleta, he logrado ver y sentir esos lugares con la alegría y el agradecimiento merecidos.