Agradecer. Cascadas de Los Bancos Guavatá Santander. Abril de 2023.
near Puente Nacional, Santander (Republic of Colombia)
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Itinerary description
No se puede ocultar que llegar a un paisaje donde nunca se ha estado es motivo de un momento fugaz de alegría y sentimiento de satisfacción al recordarlo algún tiempo después, al haber estado allí y marcarlo en el mapa del ego, aunque un reto que sí anhelaba hace algunos años con ansias, es el de los Treinta Días en Bicicleta, que se promueve en todo el mundo, para compartir los beneficios de la máquina mágica, sobre todo en la salud, el medio ambiente, la cultura y la movilidad y que luego de una firma del compromiso ante sus organizadores, con la condición de compartir lo recorrido cada día, durante todo el mes, sin fallar uno solo, emprendía hoy, mi noveno día del reto, tras cuatro años anteriores de intentos fallidos.
Crucé por los caminos rurales del norte de casa, por los que alguna vez caminé con amigos en la adolescencia, recordando justo esos momentos, mientras admiraba lo bello de esos parajes y me preguntaba, por qué he tardado tanto en volver, si es tan cercano como admirable y así emprendí esa ruta, sin importar la vuelta que tenía que dar en el mapa, gracias al puente caído, por un año de lluvia incansable, que ese día no apareció. Quería estar en un lugar nuevo, no tan lejano por el poco tiempo que permite un domingo cualquiera, para las aventuras a pedal y así logré llegar a las inéditas para mí, Cascadas de los Bancos, ya en el vecino pueblo de Guavatá.
Supe de ellas por una hermosa mujer guavateña, de la que me enorgullece ser amigo y así, he almorzado en la tiendita que está al inicio del bello camino a las cascadas, donde al mismo tiempo no entendía como un sendero tan hermoso, estaba lleno de la maldita suciedad que la gente dejaba como rastro y que no dudaba a mi paso en levantar. He llegado a las cascadas que lucían mejor que en mi imaginación previa y allí pude sentir los rayos del sol en la piel, el arrullo sonoro de la música del lugar, la solitud profunda en la que un agua fresca y fuerte, masajeaba mi desnudo y cansado cuerpo.
Tras una buena mañana bajo el sol y el agua fresca de Los Bancos, he alcanzado como si hubiese salido de un auténtico spa, por un camino coronado en flores, el pueblito de Guavatá que tanto quiero y allí no podrá faltar un postre de la mogolla típica con arequipe para endulzar la vida.
El aroma de aquella serenidad, era ese mismo lugar que no tenía que buscar, porque allí estaba ya hace un tiempo. No hablo de un paraje físico, no son más que las cascadas de una tranquilidad y una dicha que gozaba desde no hace mucho y a la que he llegado, como cuando se escala la montaña, sin darme cuenta, pero ya allí, repentinamente las brisas de esa cima, se sienten y hacen profundo el respirar, el vivir. No necesito lugares físicos para sentir aquella calma, que desde hace tiempo me embarga y el saber que mi buena salud física y mental son motivo suficiente para dar gracias, para suspirar por la vida hondamente, para ser consciente de donde estoy, sin olvidar el camino que me ha traído a este estado, para seguirlo las veces que sea necesario, por si humanamente de nuevo me extravío.
Quizá el paisaje se vuelva distinto y hayan obstáculos difíciles de franquear, pero por los cambios que sé que vendrán, estoy muy tranquilo, ya que sigo con calma directo a ellos. Seré maestro dentro de meses y estaré frente a mis alumnos compartiendo lo mejor que puedo dar. Todo ello me hace disfrutar los caminos y aunque este destino sea idílico para el cuerpo y el alma, estoy agradecido porque a donde quiera que vaya, me siento en el lugar adecuado, pues ya no pesan cargas ni culpas del pasado y esa sensación de lo qué hubiera podido ser, se siente menos y se olvida cada vez más.
Ahora todo es agradecer porque no es solo estar donde se quiere, sino el saber que se está yendo por la senda que es y en ese constante viaje estoy. Agradecer.
Crucé por los caminos rurales del norte de casa, por los que alguna vez caminé con amigos en la adolescencia, recordando justo esos momentos, mientras admiraba lo bello de esos parajes y me preguntaba, por qué he tardado tanto en volver, si es tan cercano como admirable y así emprendí esa ruta, sin importar la vuelta que tenía que dar en el mapa, gracias al puente caído, por un año de lluvia incansable, que ese día no apareció. Quería estar en un lugar nuevo, no tan lejano por el poco tiempo que permite un domingo cualquiera, para las aventuras a pedal y así logré llegar a las inéditas para mí, Cascadas de los Bancos, ya en el vecino pueblo de Guavatá.
Supe de ellas por una hermosa mujer guavateña, de la que me enorgullece ser amigo y así, he almorzado en la tiendita que está al inicio del bello camino a las cascadas, donde al mismo tiempo no entendía como un sendero tan hermoso, estaba lleno de la maldita suciedad que la gente dejaba como rastro y que no dudaba a mi paso en levantar. He llegado a las cascadas que lucían mejor que en mi imaginación previa y allí pude sentir los rayos del sol en la piel, el arrullo sonoro de la música del lugar, la solitud profunda en la que un agua fresca y fuerte, masajeaba mi desnudo y cansado cuerpo.
Tras una buena mañana bajo el sol y el agua fresca de Los Bancos, he alcanzado como si hubiese salido de un auténtico spa, por un camino coronado en flores, el pueblito de Guavatá que tanto quiero y allí no podrá faltar un postre de la mogolla típica con arequipe para endulzar la vida.
El aroma de aquella serenidad, era ese mismo lugar que no tenía que buscar, porque allí estaba ya hace un tiempo. No hablo de un paraje físico, no son más que las cascadas de una tranquilidad y una dicha que gozaba desde no hace mucho y a la que he llegado, como cuando se escala la montaña, sin darme cuenta, pero ya allí, repentinamente las brisas de esa cima, se sienten y hacen profundo el respirar, el vivir. No necesito lugares físicos para sentir aquella calma, que desde hace tiempo me embarga y el saber que mi buena salud física y mental son motivo suficiente para dar gracias, para suspirar por la vida hondamente, para ser consciente de donde estoy, sin olvidar el camino que me ha traído a este estado, para seguirlo las veces que sea necesario, por si humanamente de nuevo me extravío.
Quizá el paisaje se vuelva distinto y hayan obstáculos difíciles de franquear, pero por los cambios que sé que vendrán, estoy muy tranquilo, ya que sigo con calma directo a ellos. Seré maestro dentro de meses y estaré frente a mis alumnos compartiendo lo mejor que puedo dar. Todo ello me hace disfrutar los caminos y aunque este destino sea idílico para el cuerpo y el alma, estoy agradecido porque a donde quiera que vaya, me siento en el lugar adecuado, pues ya no pesan cargas ni culpas del pasado y esa sensación de lo qué hubiera podido ser, se siente menos y se olvida cada vez más.
Ahora todo es agradecer porque no es solo estar donde se quiere, sino el saber que se está yendo por la senda que es y en ese constante viaje estoy. Agradecer.
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Comments (3)
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Una ruta de lujo a esa fabulosa cascada, muy buen reto ese de montar 30 días de seguido en bicicleta, debe de quedar uno listo para competir en cualquier etapa, felicitaciones Marius muy buen registro fotográfico y muy buena Crónica.
Gracias mi estimado amigo. El reto siempre es difícil. No soy tan constante en las cosas y ni siquiera con lo que tanto me gusta como lo es pedalear, sin embargo hay que intentarlo y superarse a uno mismo ya que estos traen buenos beneficios.
Asi es Marius, este deporte asi sean rutas cortas siempre lo mantendran vivo y alejado de las enfermedades, el sedentarismo poco a poco va apagando la vida de muchos.