Vuelta a la Comunidad de Madrid desde Alcalá en BTT

La semana santa de 2021 se presenta como una oportunidad ideal para esta empresilla que es dar una vuelta literal por la Comunidad de Madrid, ya que no podemos salir de la misma.

Como siempre me pilla el toro y no tengo preparado un track en condiciones, sino solo un poco esbozado con varias zonas clave que quiero explorar como el Circo de Puebla de la Sierra, el cual he descubierto hace poco en rutas de día.

No saber cuándo podré desengancharme del trabajo tampoco ayuda a saber cuánto tiempo tendré disponible, y al final puedo salir el miércoles por la mañana rumbo al sur.

Día 1. Alcalá - Chinchón - El Álamo
El hecho de tener el día completo, de tener poco desnivel en esta jornada y de haber localizado 2 alojamientos disponibles en Griñón y en El Álamo me permiten improvisar la ruta de hoy. Mis dos ideas fijas eran visitar Chinchón y Aranjuez, pero al final este último lo descarto ya que suma demasiados km poniendo en peligro el resto de las etapas, teniendo en cuenta además que el viernes y sábado habrá mala meteo.

Así pues atravieso Villalbilla, Valverde y llego a Valdilecha, sin nada demasiado destacable pues estos paisajes no tienen mucha gracia.
A partir de aquí empiezo a encadenar valles fluviales que le ponen un poco de encanto al entorno como son el arroyo de la Vega y ya el Tajuña, donde sigo por pocos km la vía verde que lo acompaña.
Finalmente llego a Chinchón usando demasiado el asfalto, y aquí me detengo a explorar este bello pueblo que un jueves Santo como hoy está simplemente a reventar de gente. Tanto que no encuentro sitio para comer en ningún restaurante (tampoco lo busco mucho porque tanta gente me agobia) y finalmente compro unas fresas, aceitunas y frutos secos que me siento a comer en un banco solitario alejado de la multitud.

Por la tarde giro al este sin saber si me quedaré en Griñón o podré hacer 13km más hasta El Álamo, cosa que al final consigo y paso allí la noche, en un ambiente muchísimo más relajado.

Día 2. El Álamo - Aldea del Fresno - Cercedilla
Las previsiones se cumplen y amanece lloviendo bien, y cuando escampa un poco salgo hacia un camino que resulta ser el camino Real de Guadalupe. Está muy mojado pero afortunadamente es más arena que barro por lo que solamente me ralentiza sin llegar a bloquearme. No así le ocurre a un camión gigante que me encuentro más adelante, empantanado por la arena movediza del camino y que ha decidido parar para esperar que escampe. No quise preguntar qué hacían por ese camino con semejante bicho, pero parecía obvio que querían pasar a Toledo evitando los posibles controles en la autovía por el cierre perimetral debido a la pandemia de Covid

Cruzo la A5 y sin más llego a Aldea del Fresno, donde ya giro al norte encarando unos paisajes que por fin empiezan a ser montañosos lo cual se agradece, y unas rampas cuesta arriba que oye! también se echaban de menos. Así en cuesta arriba llego a Chapinería donde me tomo un cafetito y compro unas frutitas para la jornada, antes de seguir a Colmenar del Arroyo y desde aquí armarme de valor y coger de nuevo caminos desconocidos. La idea era atravesar la campiña bajo los montes de Robledo hasta enganchar el camino de Zarzalejo, pero cómo no, la cosa se me complica, el camino no es del todo agradecido para ir con las alforjas y al final decido desviarme a Fresnedillas de la Oliva y la carretera, que sigo hasta La Estación, lugar que me encanta y no conocía, muy cerca ya del puerto de la Cruz Verde.
Exploro un poquito la zona y enseguida tomo el camino que sube hasta la Silla de Felipe II, un rincón madrileño que nunca me había surgido la oportunidad de visitar, hasta hoy. Hay bastante gente ya que se puede subir en coche, y hasta un chiringuito!
De hecho hay hasta cola para subir a la roca en cuestión, y como no estamos para esperas me voy por uno de los lados a otras rocas cercanas, desde donde admirar las mismas vistas que Felipe tenía durante sus controles de la obra del Escorial. Punto histórico de la ruta!
De aquí al Escorial es todo bajada por asfalto y llego al Monasterio que como siempre impresiona con sus dimensiones mastodónticas. Aquí paro a comer justo cuando se desencadena el mayor chaparrón del día, ni que lo hubiera calculado! Pero da igual porque después de comer la tónica será ya de chaparrones intermitentes toda la tarde, hasta llegar al destino de hoy que es Cercedilla.

Día 3. Cercedilla – Robregordo
El día comienza torcido; el track que sigo me lleva por un barranco que no estaba en el plan camino del Calvario a donde yo no quería ir. Pierdo un tiempo precioso rehaciendo camino hacia la carretera, ya que hoy la previsión es también de tormentas eléctricas, y cuando al fin llego a la carretera me doy cuenta de que se han quedado mi DNI en el alojamiento de Cercedilla. Durante unos minutos me flagelo, me digo idiota y enseguida mis lecturas sobre autoconocimiento y estoicismo hacen su efecto y me ayudan a aceptar la situación, dejar de lamentarme e ir a tope con el resto del día. Es genial!
Corono el puerto de Navacerrada y enseguida Cotos, donde es obligado parar a tomar un cabe con las vistas tan familiares de mi querida Sierra. Justo antes de que se nuble vuelvo a la bici y elijo carretera para bajar ya que la tarde tormentosa se acerca.
En Cercedilla me aprovisiono de cosillas para el almuerzo de hoy, que me tomo tan a gusto en Alameda del Valle en medio de la praderita tan chula a las afueras del pueblo, incluso con un poco de solecito. Qué placerrrr…
Continúo bordeando el embalse de Pinilla y esta vez sigo por carretera a Gargantilla de Lozoya y Pinilla, donde paro por chaparrón en una parada de bus, y continúo por camino a Villavieja. Sigo por carretera y caminos hasta que llego a la A1, que no me gusta nada, aunque pronto la dejo para subir a tope a la Acebeda y bajar enseguida a mi hostal de camioneros en Robregordo, que al final no está nada mal y oye, perfectamente ubicado para la logística de mi ruta.

Día 4. Robregordo – Patones
Etapa clave. La más salvaje y dura sobretodo porque mi primer planteamiento era llegar a Alcalá, pero también la jornada con mejor previsión de meteo y eso me da mucha fuerza.

Me cuesta encontrar el camino para cruzar la maldita A1 pero al final lo consigo y el agarro el camino que ya hice de bajada en cicloruta anterior, enfilando hacia mi querido collado del Mosquito. La verdad es que la subida es comodísima y nada dura, y como siempre estoy en completa soledad hasta alcanzar el collado, donde vuelvo a plantearme subir al Tres Provincias pero la presión por tener que llegar a Alcalá me puede y me bajo por la pista hacia el puerto del Cardoso.
Por esta vertiente ya me cruzo con un par de grupos de senderistas,y desde el Puerto decido coger una pista que me sube al puerto de la Hiruela donde hay muchos coches y bastante gente. De aquí decido seguir por carretera hasta el puerto de la Puebla ya que me espera un tramo pistero y solitario de 20km después, por lo que me cuesta desprenderme del asfalto mientras pueda tenerlo.

La subida al puerto es dura y la hago entre motos y más motos que suben sin esfuerzo,y ya por fin corono y doy vista al circo de la Puebla que tanto me gusta. Al cabo de dos curvas de bajada, abandono por fin el asfalto y me interno en la absoluta soledad. Voy super alerta, aunque me animo pensando que tengo siempre La Puebla ahí abajo, y llegar de emergencia ante cualquier problema mecánico no sería tan complicado. Así pues voy haciéndole km a esta pista impresionante que permite adentrarse en una zona tan salvaje, tan cerca de cimas como La Tornera y la Centenera y que comunica los valles de la Puebla y del Atazar de la única manera posible. Realmente alucinante, y por fin llego al Collado de la Pinilla, del que solo queda bajar hacia El Atazar a tumba abierta.

En El Atazar y sintiendo por fin que dejo atrás la parte solitaria y desconocida, se retira la adrenalina que me lleva acompañando toda la mañana y me permite notar el cansancio acumulado que llevo. Repaso el plan mentalmente y me doy cuenta de que llegar a Alcalá va a ser una salvajada, ya que aún me queda bajar a la Presa, subir otra vez al Poblado, bajar a Patones… y de ahí los últimos 50km hasta Alcalá. De locos.

Así que saco mi último cartucho y llamo a la amable propietaria de una casa rural de Patones con la que hablé cuando planificaba la ruta días atrás, y oh qué suerte, me admite sin problemas en estos días de overbooking de semana santa, me ha salvado la vida!

Este cambio de planes me supone un alivio que ahora a toro pasado veo aún más claro. Sentí como cuando abres la válvula de la olla a presión y sale el vapor a tope; hasta me pesaban menos los hombros!
Pensar que solo me queda llegar a Patones me libera de tal manera que hasta me permite disfrutar más, y ahora pienso que eso es una pena, y que debería tenerlo en cuenta a la hora de planificar rutas menos matadoras y más disfrutonas.

En fin que tranquilamente atravieso la presa y subo hacia el Poblado parando cada dos por tres a hacer fotos y disfrutar del maravilloso paisaje, llegando a Patones con plena satisfacción e incluso con tiempo de darme un paseo por los montañosos y bellos alrededores.

Día 5. Patones – Alcalá
Trámite burocrático para volver a casa improvisando un poco los caminos, y sin nada muy destacable. Mención especial al mítico mojado de pies para cruzar el Torote, que realizó sin ningún tipo de miramiento pues ya prácticamente estoy en casa.
Vuelta a la Comunidad completada!!