Vuelta a Iberia VIII 9ª Sagres-Lagos

Afrontábamos la última etapa, que nos llevaría hasta Lagos para allí coger el tren hasta Faro, donde teníamos que coger el avión de regreso. Por ello esta la preparamos como un tranquilo paseo, que a la postre no fue tal.
Para nuestra tranquilidad, lo suyo hubiese sido rodar siguiendo el trazado de la Ecovía que recorre la costa del Algarve; pero eso hubiera resultado demasiado fácil….
Desafortunadamente, apenas iniciado nuestro recorrido, nos topamos con una urbanización y un coto de caza que nos cerraban el paso, por lo que tuvimos que rodar unos kilómetros por carretera, siguiendo la Ecovía.
Cuando pudimos retomar nuestro camino, empezamos a disfrutar rodando por un secarral, que se abocaba hacia el Atlántico.
Rodábamos tranquilamente cuando nos encontramos la primera dificultad: había que descender hasta la cala de la playa de Barranco / Benaçoitão, y el desnivel era considerable. Afortunadamente, buscando entre la maleza encontramos algo parecido a un camino que nos depositaba en el fondo del barranco que desaguaba en la playa. Y ahora venía la segunda parte; había que salir de allí, y el camino se veía claramente, pero daba miedo el desnivel que salvaba, pero no quedaba otra, así que pie a tierra, y a arrastrarse.
Salimos airosos, pero metimos la pata y por no complicarnos la vida dimos un pequeño rodeo para llegar a la playa de Ingima.
Pasada la playa de Zavial, afrontamos una durísima subida, que daría paso a un terreno rompepiernas antes de llegar a Figueira, y de allí por la Ecovía hasta el precioso pueblecito marinero de Salema.
De nuevo subida bestial para a continuación descender hasta la playa de Boca do Río, y continuar por la Ecovía, de nuevo arriba y abajo, hasta Burgau, otro encantador pueblecito costero.
De allí, rodando por una senda al borde de una zona de acantilados, llegamos hasta Luz, y, a partir de aquí, ante la imposibilidad de continuar pegados a la costa (dichoso ladrillo) seguimos por la Ecovía hasta Lagos, donde antes de entrar a la ciudad, nos desviamos para visitar la imponente Punta de la Piedad, conglomerado de acantilados y cuevas, visitables en barca.
Finalmente un merecido paseíto por la ciudad de Lagos, con la satisfacción de haber alcanzado la meta, casi sin incidentes; pero con el mal sabor que nos dejaba el hecho de haber tenido que alejarnos de nuestra ruta, más de lo deseado, y rodar por carretera. Pero en fin, nosotros ponemos las ganas y el camino es el que marca nuestro pedaleo
Terminamos la etapa más corta con 54,00km y 650m, que para ser un paseo, no estuvo nada mal, habida cuenta que a la hora de comer ya estábamos en Lagos.
Para acabar, siguiendo la norma de agradecer a quienes nos facilitaron la realización de este viaje, agradecer a quienes nos atendieron en el Hotel Alnacir de Faro, su amabilidad y disposición para guardar las bicis y alforjas hasta que pasó SEUR a recogerlas, y el hecho que me llamaran cuando las recogieron y después para interesarse si había llegado todo en perfecto estado.