Vuelta a Iberia VIII 4ª Sintra-Cascais

Salimos tarde de Sintra al tener que buscar una rueda nueva, lo que nos hizo variar el recorrido inicial, así que después de dar una vueltecita, de día, por Sintra, nos acercamos a la Quinta Regaleira, y de allí retrocedimos para subir al Palacio da Pena, por una carretera que picaba una barbaridad hacia arriba, pero de una belleza sin parangón. La pena fue que al llegar al Palacio, entre que era tarde, y que nos pedían 8€ por cabeza para visitarlo, además de tener que dejar las bicis en la entrada, decidimos que otro año sería.
Tomamos la carretera que nos llevaba hacia el Convento dos Capuchos y al Santuario da Peninha, y como el paisaje bien lo valía, hicimos todo el recorrido en plan paseo, disfrutando de la frondosidad y espectacularidad del PN de Sintra-Cascais, rodeados de secotas y formaciones rocosas de lo más caprichosas.
Llegamos al Santuario, por cierto en un estado de abandono incomprensible, y la lastima fue el día tan nublado que nos salió, que nos impidió disfrutar de la panorámica que sobre la costa se nos ofrecía, además de un viento que por momentos podía considerarse de casi huracanado, lo que nos hizo desechar la idea de bajar por la pista, totalmente desprotegida del fuerte viento, y acometer un largo y entretenido descenso por la carretera.
Nuestro siguiente destino era el Cabo de Roca, el más occidental de la Europa continental, donde el aire soplaba de lo lindo, lo que, al contrario que en el Santuario de Peninha, le daba un puntito más de espectacularidad al lugar.
Ahora ya nos quedaba bordear la costa, por la ciclovía, hasta llegar a Cascais. Afortunadamente, el aire soplaba a favor, aunque la aparición de la lluvia, convirtió el trayecto en bastante incomodo.
La acantilada costa se mostraba en todo su esplendor, con un Atlántico cabreado que rompía contra ella, proporcionando escenas impresionantes.
Paradas en la playa de Guincho, el Cabo Raso, la Ponta do Navío, fuerte de Oitavos, el Faro de Guía y en la espectacular Boca do Infierno, antes de llegar a Cascais.
Como la lluvia arreciaba y la famosa cadena había vuelto a amenazar (esta vez se cambió definitivamente), decidimos coger el tren aquí en lugar de hacerlo en Estoril.
De aquí a Lisboa en tren, tal y como teníamos pensado, pues nos daba un poco de palo circular de Estoril a Lisboa compartiendo asfalto con el abundante tráfico de esta carretera.
Finalmente, después de 47km y 842m de desnivel conseguíamos llegar de día, por la hora, no por el aspecto del cielo, a nuestro destino.