Las Highlands islandesas. Hella- Monte Bjolfell (Día 1)

Primer día de nuestra particular vuelta a Islandia.

Llegamos a Hella desde Reykjavik en autobus. Compramos comida para varios días ya que no volveremos a encontrar lugar donde pillar provisiones hasta llegar a Godafoss, al otro extremo de la isla y comemos en un restaurante.
Partimos por la Ring Road unos tres escasos kilómetros para dirigirnos hacía el Norte por la 264 y más tarde por la 268.

No hay tráfico por estas carreteras aunque más adelante encontramos algunas zonas sin asfaltar, parece por la cantidad de piedras que hay en la calzada que la van a asfaltar en breve, aunque en Islandia nunca nada es seguro. Seguimos alternando tramos asfaltados y caminos de piedra con viento de cara hasta que decidimos acampar justo enfrente del Monte Bjolfell, en una zona idílica y resguardada.

(Relato del blog)

Y esta vez si, ¡Arrancamos! En seguida salimos a la Ring Road, la carretera de circunvalación de toda la isla que tiene una longitud de unos 1.300 kilómetros y sueño de cualquier cicloturista, pero ese no es nuestro sueño, sino vagar por las carreteras interiores, las de las tierras altas, lejos de todo signo de civilización.

Los pocos kilómetros que hacemos de Ring Road descubrimos que en efecto, este país no es tan amigo de las bicicletas por que los coches pasan a alta velocidad y a poca distancia de nosotros. En un breve espacio de tiempo, giramos por la 264 y empezamos a sentir lo que hemos venido a buscar… nada de tráfico y grandes espacios por los que rodar. La carretera sigue sin demasiada historia y simplemente sirve para ir tomando contacto con la bicicleta y ver como nos sentimos, que es fuertes y felices.A los siete kilómetros aproximadamente torcemos por la carretera 268 y transcurrimos paralelos a un hermoso río, el primero de unos de los innumerables que nos vamos a encontrar a partir de ahora. El tiempo sigue malo, con mucho viento pero por suerte no nos llueve, así que vamos devorando kilómetros hasta llegar a un punto donde se acaba la carretera y empieza una pista muy pedregosa, en donde paramos a comer algo, justo cuando nos empieza a llover así que aprovechamos para ponernos el traje de agua completo y arrancamos de nuevo. Tras varios kilómetros más y como son alrededor de las ocho de la tarde decidimos parar en un bucólico lugar entre el río y el monte Bjöfell, en un lugar que en principio parece resguardado del fuerte viento, nada más equivocados estábamos.