Etapa 22 Santander de Quilichao - Piendamó

Me desperté y me dolía todo. Las rodillas, ambas, la derecha un poco más. El codo izquierdo. Venía de unas etapas bien sencillas y tranquilas a nivel de esfuerzo así que no entiendo muy bien. Sin embargo, después de un buen desayuno salí en ruta. Eta tarde, casi diez y media.
La ruta era más dura de lo que parecía, un ascenso no continuado de más de ochocientos metros que por momentos se hizo largo. Como regalo, el punto de llegaba quedaba ocho kilómetros más lejos de lo que pensaba. Hice pocas paradas. La primera fue para pedir un vaso de limonada en un restaurante que no me quiso cobrar 😍. La segunda para comer la ensaladita con mis brotes de lentejas ☺️ Poco antes de llegar al pueblo vi por primera vez un cartel de la famosa PANAMERICANA.
La buena suerte fue que de Piendamó a la vereda San José casi todo era bajada (un problema del Jesús del futuro). La mala suerte que me pinche cuando me faltaba algo más de un kilómetro así que llegue a mi destino caminando. (Hoy, el día después, cuando escribo estas líneas, puedo decir que fueron 4 los pinchazos 😬).
Cuando llegué me recibió Alcibiades. De lo más simpático junto con su hermano y su sobrina. Viven en un lugar encantador en el que desde que llegué me dieron ganas de alargar mi estancia. Mil gracias por recibirme con sopita y por todo lo demás 💜.
Día 1. Finalmente no salí directamente. Las rodillas ya no querían más pedaleo y yo me había sentido muy bien en la casa y en el lugar. Solo me quedo preguntar y quedarme a descansar. Aproveché a arreglar los ¡CUATRO! pinchazos del día anterior. Y ya de paso una lavadita de cara y una buena limpieza a la cadena y el resto de las trasmisión. El resto del día se pasó hablando con Alci, William y demás gentes. En la noche ya pedí un día más, las rodillas no mejoraban y podría aprovechar para visitar Silvia, en bus.

Día 2. Excursión a Silvia. El principal pueblo del pueblo indígena Misak. Lindo lugar, se respira la tranquilidad. El pueblo, 1ue se preveía turístico, no lo era tanto. Un poquito, pero sin haberse convertido en algo que no le dejé a uno la ilusión de que está viendo algo real. El paseíto por el río y el café de Herbey pusieron la guinda. Otro buen lugar al que huir un día.

Día 3. Hoy si ya me sentía algo mejor pero no quería arriesgar lo ganado, aún no. Me quedé un día más. Comencé haciendo desayuno, después limpié las basuras que había sobre la hierba, recogí naranjas (limones naranjas) que como eran muy ácidas hice agüita y cociné un guisito de lentejas que llegó hasta la noche 🙌🏼. En la tarde pude ayudar un poquito a Sofía con la geometría. No siempre se ven tan evidentes esos triángulos 😬.

Todos los días pasaron entre chascarrillos, historias de vida y de viajeros que Alcibiades me contaba. Hubo muchas. El coreano de casi dos metros que no hablaba apenas español. La pareja de jubilados españoles que un día visitaron a su nieta en bici y desde allí decidieron seguir para recorrer el mundo. El grupo CABES. La bogotana que salió por pan y regreso dos años más tarde. El japonés que huyó de un futuro planificado de antemano y dió la vuelta al mundo. O el hombre que, cansado de tanta discusión quiso sorprender a su mujer con un viaje de ¡QUINCE! pasajes de avión y termino yéndose sólo (al final hubo final feliz y encontraron su equilibrio, el en bici, ella en avión). Estás son algunas de las que recuerdo, estoy seguro hubo más y muchas más que están llegando para compartirse 💜.