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Circular Herguijuela de Ciudad Rodrigo - Serra da Estrela

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Trail stats

Distance
191.15 mi
Elevation gain
15,659 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
15,659 ft
Max elevation
5,313 ft
TrailRank 
32
Min elevation
1,402 ft
Trail type
Loop
Time
3 days 8 hours 41 minutes
Coordinates
12570
Uploaded
May 4, 2024
Recorded
May 2024
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near Herguijuela de Ciudad Rodrigo, Castilla y León (España)

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Itinerary description

Viaje circular cicloturista de itinerario un poco improvisado, pues la idea era llegar a la costa portuguesa pero la méteo como siempre manda, y me sugirió cambiar el plan con dos potentes argumentos: 1) Lluvias torrenciales en la costa atlántica especialmente los días de llegada, y 2) Viento endiablado del Oeste arreciando también los últimos días.

El resto de los días de viaje tampoco tuve un tiempo ideal que digamos. El viento del Oeste estuvo ahí siempre y me lo comí en contra el primer día y mitad del segundo. Y típico en primavera, los chaparrones constantes y reiterados que se sucedían alternando nubarrones con claros de sol, afortunadamente sin aparato eléctrico y poco volumen de lluvia, pero suficiente para tenerme congelada si se me ocurría pararme.

Dicho esto, la ruta es magnífica. Salir de casa y entrar en otro país a explorarlo con la velocidad perfecta de la bici: suficientemente rápido para cubrir buenas distancias, y suficientemente lento para permitir apreciar los matices locales e interaccionar con el entorno.
La ruta transcurre por vías de todo tipo: carreteras comarcales sin apenas tráfico, caminos rurales asfaltados o cementados (tan habituales en Portugal! no así en la parte española), pistas y caminos sin asfaltar, y... calles adoquinadas! Qué dolorrr, qué cucas quedan las calles adoquinadas pero qué poco adecuadas para la bici, jaja de pesadilla. El país del adoquín.

El entorno y paisaje es predominantemente montañoso, verde y exuberante de flores en plena primavera lluviosa como la de este año. A excepción del tramo por el corazón de la Serra da Estrela donde sí se sube al infinito y se baja al infinito, en el resto no hay tramos continuos de subida o bajada sino que la tónica será de subi-baja constante. Se atraviesan muchos ríos y piscinas fluviales a cada cual más majo. Cada pueblo sin importar cuán grande o pequeño es, tiene su praia fluvial. Una gozada, aunque yo no puede probarlas con el tiempo tan fresco que me tocó.

Mi gran trauma de los perros ovejeros me acompaña todo el tiempo, y el temor se materializa en realidad varias veces en este camino. Si el perro o jauría me ve a mí antes que yo a ellos, pues bueno no tengo tiempo de mucho más que bajarme de la bici y eso los calma detrás de mí, y normalmente dejan de perseguirme. Pero voy tan alerta que la mayoría de las veces los veo yo antes, y esto es peor porque me acojono viva, me paro y busco cómo dar un rodeo, o bien retroceder como me pasó en la aproximación desde Belmonte a Manteigas. Una vez más todos quedaron en susto, pero es un terror que me acompañará el resto de mi vida.

Día 1: Herguijuela - Belmonte, 103 km, +1.200m
No tenía claro el destino de la jornada cuando salí ya que esperaba enfilar hacia la costa, y me debatía entre Belmonte o Covilha que finalmente fue Belmonte.
Salgo de la Hergui y llego por carretera a Fuenteguinaldo via Robleda. En Fuenteguinaldo cojo un camino muy divertido que he elegido en el satélite, que me lleva por dehesas y campos solitarios donde nunca había estado antes y que baja 200 metros hasta La Alberguería de Argañán. Aquí se me pone a llover y me resguardo en el bar a echar un café. Cuando escampa tomo la carretera y enseguida cruzo la frontera llegando a Aldeia da Ponte y siguiendo en dirección Alfaites por carretera secundaria sin apenas tráfico. En Alfaiates bajo a la piscina fluvial a la que hemos venido varias veces en verano, y ahora no hay ni dios, estoy más sola que la una y ha salido un poco el sol, así que paro a almorzar la deliciosa empanada que me he comprado en la Tahona de Robleda, uhmm qué disfrute!
Continúo a la vera del río por camino hasta Souto, y de nuevo carretera comarcal hasta Sabugal que es un pueblo grande donde encontrar de todo, y donde se pone de nuevo a llover, esta vez bien. Me refugio hasta que d, y espeja y termino de decidir que mi objetivo finalmente será Belmonte.

Continúo hasta Sortelhas, bonito pueblito en una colina culminada con un castillito, y aquí me adentro por un camino que a ratos está cementado. Cerca ya de Belmonte el track que llevo llega a un camino sin salida aparente (luego en el satélite vi que sí la tenía, detrás de la casa a la que llegué por su parte de atrás) y retrocedo un poco para tomar otra carretera más principal que me deja en Belmonte. Estos días de primavera son largos y permiten aún un buen rato de luz por la tarde para hacer turismo, cosa que agradezco pues Belmonte me parece encantador.

Día 2: Belmonte - Manteigas - Covilha, 74 km, +1700 m
Día grande! En desnivel, y en condiciones adversas: viento, lluvia, soledad, desnivel salvaje, perro ovejero. Pero proporcionalmente muy disfrutado! A más sufrimiento, mayor recompensa.
Durante la noche había decidido que no iba a poder llegar a la costa pues la previsión en Aveiro era horrible con lluvias torrenciales, así que me voy al plan B que era pedalear por el corazón de la sierra para acabar en Covilha, y regresar después a la Hergui.

Me pierdo un poco para salir de Belmonte buscando el acceso a Manteigas, y cuando encuentro el camino un perro ovejero tan alto como yo, en medio del camino, me echa de allí sin contemplaciones. Este ha sido uno de los casos en los que yo lo vi antes que él a mí, con lo que tengo tiempo suficiente de acojonarme y perder cualquier atisbo de arrojo, que ya cuando me ve y viene corriendo ladrando, pues huyo por patas retrocediendo.

En fin, que tiro por carretera y ya pues chino chano parriba, a velocidad crucero con el penoso pero constante "srrrr... srrrrr... srrrr...." de mis cubiertas de BTT sobre el asfalto. Fácil! Ir por carretera puede ser monótono y de estar en otro entorno también podría hacerse aburrida, pero aquí el paisaje es delicioso incluso notándose aún las claras heridas del incendio de 2022.
Voy ganando altura cómodamente y entonces llego al Ski Park Manteigas, una relativa aberración que conocí hace 20 años pero que no deja de ser curiosa. Se trata de una pista artificial de esquí, cuya base es una especie de moqueta con cerdas y que no quiero imaginarme cómo se siente esquiando. Lo peor es que se encuentra completamente destruida, probablemente calcinada por el incendio.

Sigo subiendo y pronto llego a Manteigas, pueblo en el que estuve hace 20 años pero que no recordaba tan chulo y de hecho me deja enamorada. Como siempre la providencia quiere que se ponga a llover cuando llego a un pueblo y me puedo guarecer, aprovechando para charlar con el hombre de la oficina de Turismo que, majísimo y en perfecto Portuñol que me cuesta horrores entender, me explica las opciones que tengo para subir a la parte alta del valle del Zezere. Turisteo un poco más y compro unos souvenirs que siguen llenando mis alforjas, y sigo para arriba dirección valle glaciar del río Zezere con vistas geniales.

El hombre de la oficina de turismo me había convencido para coger la ruta difícil, haciendo un pequeño desvío para visitar el pozo do Inferno, una cascadita en cuyo camino se pone a llover otra vez, y me resguardo bajo una frondosa haya que me para prácticamente toda la fina lluvia. Las vistas son espectaculares, vaya sitio y qué verdor!!
Al final entre chaparrón y chaparrón llego a la cascada que bueno, tampoco es demasiado impresionante pero el lugar vacío de gente con la luz fantasmal del sol colándose por las nubes cargadas de agua da al lugar un aire irreal de cuento de hadas. Aprovecho para almorzar, y luego retrocedo 3km hasta la bifurcación que me subirá sin piedad a la parte alta de la montaña, desde donde debería dar vista al valle glaciar. La pendiente es muy bestia y aunque la primera parte tiene una suerte de asfalto, las alforjas me lastran, pero finalmente llego arriba a un altiplano donde el único atisbo humano soy YO, perdida en la nada en medio de tormenta y con un vendaval que aquí sopla en contra y de lo lindo. Me siento bastante vulnerable, y me entran prisas por terminar este tramo salvaje. Además al Oeste se divisa otro nubarrón negro que acecha y efectivamente en 5 minutos se pone a llover otra vez, a lo que vuelvo a buscar cobijo bajo un pino. Me río conmigo misma de la situación debajo del pino, lo cual me ayuda a sentirme menos vulnerable, y cuando afloja un poco continúo pues quiero llegar a la carretera lo antes posible.

En el GPS veo que no queda mucho, y al pasar la nube me relajo un poco y me permito disfrutar las impresionantes vistas de la parte más agreste de la Sierra y de Torre, el punto más alto de Portugal, a donde con este tiempo difícilmente me puedo plantear llegar.

Por fin, se acaba el camino tras no haberme cruzado con un alma desde el Pozo do Inferno, y hago el último tramo de subida por carretera hasta el cruce que a la izquierda baja a Covilha, y a la derecha sigue subiendo a Torre y la estación de esquí. Valoro por última vez la posibilidad de subir, son 8km y casi 500m de desnivel, pero el tiempo ahí arriba se ve de Mordor por lo que desisto y me tiro a Covilha. Me espera una bajada a tumba abierta de 1.000m con un 10% de pendiente. Y yo con los frenos muertos como siempre, a ver si cambio las pastillas un día de éstos.
Vaya bajada de impresión, vaya vistas, y vaya sitio!


Día 3 - Covilha - Meimoa, 40 km, +400m (media jornada)
Este día solo pedaleo por la tarde. El objetivo es volver a España por otro camino distinto al de ida, lo más al sur posible y que pueda completarlo entre la media jornada de hoy y la jornada completa de mañana. El punto final de hoy será Meimoa, básicamente porque he encontrado un alojamiento que me encaja.

Afortunadamente llevo un track que me he hecho a mano deprisa y corriendo, por lo que la navegación es sencilla y cómoda. Hoy por fin dejo el viento en contra y lo pongo a mi favor, una gozada!

Salgo de Covilha y enseguida cojo uno de esos caminos rurales cementados y estrechos que llevan por las granjas y casitas de campo en un paraje lleno de cultivos de cerezo. Voy alternando partes cementadas con caminos al capricho de mi track hecho a mano, y en un momento dado me doy cuenta de que por aquí va también un camino de Santiago. Llego al pueblo de Peraboa y como voy bien de tiempo paso a echar un café en un bar de parroquianos típico donde tengo la fuerte impresión de estar dando el cante así disfrazada de bici, por cómo me miran los locales. No debe ser habitual ver a chicas solas con alforjas.
Exploro el pueblo pues hay un museo do Queijo (queso = mi pasión) pero leo en Google que es muy básico, así que continúo camino.

Al salir del pueblo cojo un camino que va junto a un canal de riego y que al cabo de un rato sale a la parte más salvaje del día, una pequeña cadena montañosa que tengo que cruzar. Subo entre olivos hasta que llego a una granja donde un hombre me mira con la típica cara de a dónde va ésta sola, y aquí engancho con una pista-cortafuegos que va por la línea de cumbres. No hay ni dios, vuelve la sensación de soledad y vulnerabilidad. Bueno solo tengo que seguir pedaleando, y al cabo de un rato llego al punto alto del tramo y comienzo la bajada al siguiente pueblo que ya se ve en el horizonte y me vuelve a dar ánimo: Salgueiro.

Aquí paro de nuevo pues he visto una Queijeria y voilà, toco a la puerta y me abre una amable y sonriente anciana que me invita al local donde guarda los queijos. El bofetón de olor a queso cuando abre es impresionante, y mientras no para de hablarme en perfecto portugués de lo cual pillo muy poco, le compro un queso de mezcla cabra y oveja que me envuelve en un papelajo.
Nos despedimos efusivamente en portuñolll y ya completo los últimos 5km hasta Meimoa a donde llego feliz de la tarde tan divertida que he pasado.

Día 4: Meimoa - Herguijuela, 93km, +1500m
Última jornada! Salgo de Meimoa y noto que las alforjas pesan demasiado, nunca aprenderé a controlarme comprando delicias locales.
Avanzo por carretera comarcal en subida dirección a la presa de Meimoa, a la que llego pronto y alucino con las vistas. Está llena a rebosar y en una peninsulita a la izquierda se ve la praia fluvial que en verano debe estar interesante, aunque la veo muy preparada y eso puede indicar aglomeraciones. Habrá que probarla!

Sigo subiendo y pronto bajo al siguiente pueblo, Meimao. Desde aquí esperaba camino a Malcata, pero una pista asfaltada me sorprende eso sí con pendiente del demonio. Sube muito! me dicen los vecinos. Y así es.
Arriba del todo te sitúas bajo la imponente mole de un molino de viento que genera un buen vendaval y ruido, invitando al ciclista a marcharse lo antes posible ya que no resulta agradable. Toda la línea de cumbres está sembrada de molinos de viento.
Bajo a Malcata donde hago otra parada en un bar local cuyo interior huele a incienso. Uhmm...
Y continúo por pista asfaltada que sube y baja sube y baja atravesando el bello paraje de la sierra de Malcata, dejándose ver de vez en cuando el embalse de Sabugal a mi izquierda.

En Quadrazais llego al río Coa y lo sigo durante un tiempo, tropezándome con un curioso lugar que visito: un criadero de truchas en plena naturaleza a donde el cliente viene con su caña, paga un euro por entrar, y no recuerdo cuántos euros por cada trucha que pesque.
Unos cuántos subibajas más y tras Vale do Espinho llego a Fóios, lugar de obligada peregrinación para degustar cabrito asado y Bacalao a Bras conocido de otras veces, y aprovecho para parar a comer algo de lo que llevo encima y aligerar un poco de peso en las alrfojas.

Desde Fóios una última subida por carretera asfaltada me lleva a la frontera, acabándose el asfalto de repente y continuando el lado español por pistade tierra que me deja en Navasfrías. Aquí decido tomar la ruta de los contrabandistas a pesar de que parece que no hay puente para cruzar el río del Payo sino una sucesión de rocas que cuando baja mucho caudal se cubren de agua. Convencida a mojarme los pies sin problemas si se tercia, me meto por este camino que me cuesta encontrar y que resulta bellísimo y como siempre extremadamente solitario. Nadie (ni siquiera perros ni vacas).
Y oh sorpresa, cuando llego al río me topo con un estupendo puente que resuelve todos mis miedos. Enseguida llego al Payo, Riofrío, y en Villasrubias cojo la pista "paralela" a la carretera hasta Robleda, donde ya cierro el círculo y llego a la Hergui muy cansada, pero muy contenta!

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